Los indignantes privilegios de Buenos Aires y el colonialismo
Un desequilibrio que somete a las provincias y desnaturraliza al país. El poder omnímodo del Área Metropolitana de Buenos Aires (ciudad y provincia) ya atenta contra los propios bonaerenses y promete empeorar.
Estudiosos de los más diversos grupos coinciden en que
el llamado “gobierno nacional” (en realidad, facción del AMBA), compra energía
a Salto Grande a 1 peso y se la vende a los vecinos de Salto Grande a 10 pesos.
Lo que la nación gana a costa del bolsillo de los pacificados entrerrianos lo
usa luego para subsidiar y condonar deudas a empresas que prestan el servicio
en Buenos Aires, provincia y ciudad.
El dislate es reconocido en las universidades y en los
distintos partidos de la oposición y también del oficialismo.
En este mismo espacio hemos demostrado que en Buenos
Aires ciudad y Buenos Aires provincia las familias pagan por la energía
eléctrica un tercio de lo que pagan sus pares de Entre Ríos. Es decir, al pie
de la vaca lechera (Salto Grande) se paga más caro que a 600 kilómetros.
Eso no beneficia al conjunto de los habitantes del
Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA -ciudad y provincia), porque las
distorsiones que padece la Argentina son causas principales de estancamiento y
conflictos, se vuelven contra los pueblos, y en especial contra los amontonados
por el sistema, muchos de ellos arreados por la fuerza desde las provincias.
La estafa
Los poderosos de Buenos Aires ciudad y provincia
estafan a los entrerrianos. Y se nota más por ilegítima, si a la ley la domina
el poder económico y político concentrado en Buenos Aires. Aunque también es
una estafa legal porque infringe artículos principales de la Constitución.
Eso ocurre desde hace décadas en varios rubros, además
del energético. En estos meses se suma otra burla: la nación decidió que las
deudas de las empresas distribuidoras de energía en Buenos Aires ciudad y
provincia fueran afrontadas por todos los argentinos, incluidos los entrerrianos
que no tienen deudas y que ya fueron perjudicados antes.
Lo correcto sería revisar las asimetrías y sumarlas a
la estafa de distribuir en todo el país los déficits de servicios que Entre
Ríos no tiene, y que la nación “socializa” entre todas las provincias para
favorecer al AMBA (provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires), de
donde salieron los candidatos anteriores y saldrán los de mañana, a diestra y
siniestra. Sin embargo, eso no mostraría siquiera la punta del iceberg, de los
privilegios de Buenos Aires en materia de comunicaciones, rutas, obras
diversas, servicios, tarifas, lo que produjo ventajas comparativas por décadas para
la instalación de empresas, y traccionó migraciones de las provincias
empobrecidas.
Reparación histriónica
Debido a esos privilegios, fue abismal la diferencia
de crecimiento demográfico de la provincia de Buenos Aires y la de Entre Ríos. En
los 63 años que van del Censo de 1947 hasta el censo de 2010, la población de
Entre Ríos creció un 57% en cantidad, y la población de la provincia de Buenos
Aires un 265%. Los que faltan aquí sobran allá, es evidente: son los
desterrados.
¿Méritos de Buenos Aires? No: privilegios en todos los
rubros. Y cuando el poder porteño y bonaerense vio que su sistema desarraigaba
y desterraba a las familias entrerrianas y de otras provincias, para hacinarlas
en Buenos Aires, en vez de revertir el proceso, ¿qué hizo? Pidió una tajada más
grande todavía, más privilegios, y le llamó “fondo de reparación histórica”. Reparación
histriónica, mejor dicho. La casta dirigente porteño bonaerense, en vez de
reparar la historia amañada, tergiversada de cabo a rabo, lo que hizo fue empapelar
su bolsillo. Estaba borracha y pidió como remedio una damajuana.
Los privilegios a lo largo de muchas décadas son
incontrastables. En el servicio de luz hieren los ojos. Pero veamos por caso en
el ferrocarril.
Los trenes son deficitarios, y está bien porque dan
una mano a los pueblos humildes. Pero Entre Ríos tenía hace pocas décadas más
de 1.000 kilómetros de líneas de pasajeros y hoy tiene sólo 15 km, de manera
que aquí trabajan unos poquitos obreros, de los 30.000 que paga la empresa
estatal y que viven principalmente en Buenos Aires. Ergo: los entrerrianos
pagan el déficit de un servicio que necesitan y que no tienen.
A valores actuales, en los 90 la nación cerró los
trenes (que en Entre Ríos funcionaban repletos de pasajeros y daban vida a los
pequeños pueblos) porque tenían un déficit de 2 millones de dólares diarios;
hoy sigue el déficit de 2 millones de dólares diarios que pagamos todos, pero
no tenemos tren de pasajeros… Es tan absurdo que resulta increíble.
Diferencia abismal
Un obrero que vive a 50 kilómetros de Paraná y viaja
todos los días a trabajar debe desembolsar la friolera de 1.200 pesos ida y vuelta
en colectivo. Si no toma dos coches. El tren de pasajeros dejó de existir aquí
hace décadas. Un obrero del conurbano, en vez de 1.200 ida y vuelta por esa
misma distancia pagará 100 pesos en tren, pero con la posibilidad de pagar 50
pesos si tiene tarifa social, que en el caso entrerriano no existe. A fin de
mes, el obrero entrerriano habrá pagado 25.000 pesos, sin opciones, y el
bonaerense 2.000 pesos, o 1.000 si consiguió tarifa social. Claro que ese tren
de Buenos Aires, deficitario, está subsidiado por la familia entrerriana, entre
otras familias del país…
En la Argentina hay diversos sectores que estudian con
espíritu crítico el capitalismo. Otros que estudian el colonialismo. Otros que
estudian el colonialismo interno que es distinto. La sinergia de los tres
explica bastante el verticalismo despótico que sufre el país, y que debiera
encontrar su opuesto en ese otro mundo que es el de las comunidades, lo que más
o menos se llamó soberanía particular de los pueblos en confederación, en tiempos
de unidad de criollos, guaraníes, charrúas, afrodescendientes, con José Artigas
al frente.
Las víctimas de esa sinergia destructiva están en todos lados, principalmente en Buenos Aires ciudad y provincia que, merced a los desaguisados de su clase dirigente, vieron amontonarse las familias por miles y miles. La macrocefalia argentina es padecida primero por la gran cabeza, en barrios enfermos por la falta de espacio y la sobra de violencia y drogas. Y luego por el resto que sufre el despoblamiento y también las distorsiones del sistema parasitario.
Si Entre Ríos hubiera crecido al mismo ritmo que la
provincia de Buenos Aires, en 2010 hubiera sumado 1.600.000 habitantes más, es
decir, hubiera más que duplicado sus habitantes. (La provincia de Buenos Aires tenía en 1947 más de 4,27 millones de
habitantes, es decir, el 26,8% del país. Hacia 2010 su población concentraba
casi el 39 % de los habitantes de la Argentina. Del 26% al 39% en 63 años. La
tendencia es abrupta y abrumadora, y la explicación se encuentra
fundamentalmente en los privilegios heredados de la colonia e impuestos a
sangre y fuego).
El historiador Juan
Antonio Vilar ha demostrado hasta el hartazgo los métodos usados por Buenos
Aires para someter con violencia extrema a las provincias y a los pueblos
originarios después de la batalla de Pavón. De esas prepotencias abreva hoy la
dirigencia política y empresaria y sindical y mediática de Buenos Aires ciudad
y provincia para seguir sometiendo al resto del territorio por diversas vías,
la principal: ocultar información o distorsionarla. Las pretendidas grietas
entre sectores políticos desaparecen, cuando de colonialismo interno se trata.
Buenos Aires e
Inglaterra
Buenos Aires ciudad y
provincia son a Entre Ríos lo que los países de Gran Bretaña a la Argentina. (Señalamos
a los poderosos, no a los pueblos) Uno puede presentar miles de razones sobre
Malvinas pero Gran Bretaña escuchará como quien oye llover y hará valer la
fuerza de las armas. Uno puede presentar miles de razones sobre los privilegios
que en 150 años han tenido Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia y la
dirigencia porteña y bonaerense hará oídos sordos para hacer valer la fuerza
también de las armas. Así son las cosas, Buenos Aires sostiene sus privilegios
también con armas, es decir: los mejores servicios, las mejores tarifas, las
mejores posibilidades para las industrias, los comercios, el manejo de la
información, la intermediación, todo se sostiene con los cañones Krupp, las
ametralladoras Gatling y los fusiles Remington que hicieron la diferencia a
favor de Buenos Aires tiempo atrás (con plata de la aduana y el puerto arrebatados)
y dieron a esa región del país un halo de impunidad. (Esa impunidad de hoy no
opaca, hay que decirlo, desvelos de otros tiempos por la libertad).
La misma indiferencia
del poder inglés con los argentinos se repite en la indiferencia del poder
porteño y bonaerense con los demás provincianos.
El sostenimiento de
esos privilegios colonialistas se explica en la violencia que ejerce Buenos
Aires sobre el resto del país, pero también en creencias bien consolidadas por
la historia amañada, mentirosa, que ha enfermado a diestra y siniestra.
Son relictos del racismo cultivado en nuestro
territorio por 500 años y afirmado después de la colonia. Hace poco tiempo un
alto dirigente docente porteño de “izquierda” y un político de “derecha” se
disputaban a Sarmiento, es decir: aquel que sugería matar a los niños guaraníes
o mapuches, aniquilar a los pueblos criollos (incluido Entre Ríos), porque
heredaban el mal en la sangre. Para estos porteños, el racismo es un tema
menor, una anécdota. Otro sería el cantar si Sarmiento hubiera sugerido
aniquilar a las niñas y los niños de Buenos Aires, claro está. La fe en la
supremacía es parte de la religión colonialista. Lo de Buenos Aires es un
supremacismo por derecha y por izquierda.
De ahí deriva que la dirigencia de hoy, en Buenos
Aires ciudad o provincia, entienda sin decirlo (porque suena horrible), que en
realidad la ciudad y la provincia merecen, por méritos propios, o mejor, por
supremacía, ser las más ricas y aventajadas del país.
Recordamos la vez que un gobierno nacional aceptó como
moneda nacional un bono de la provincia de Buenos Aires, y no aceptó otros
bonos idénticos de provincias hermanas, hace pocos años. El colonialismo soborna a dos manos, por eso
también se sostiene, y encuentra claque entre los partidizados en las
provincias.
AMBA hasta en la sopa
Sería largo enumerar los ejemplos y testimonios del
colonialismo interno heredado y vigente. Los medios masivos de mayor alcance
son vehículos fundamentales para reproducir esta distorsión.
Pero detengámonos en las jerarquías políticas. Estamos
en pleno siglo XXI, año 2023: el presidente de la Argentina es de Buenos Aires,
la vicepresidenta de Buenos Aires. Ciudad o provincia, da lo mismo.
¿Casualidad? El anterior presidente, de Buenos Aires, su vicepresidenta de
Buenos Aires. Y antes de estas dos gestiones, la presidenta de Buenos Aires y
su vicepresidente de Buenos Aires. ¿Los candidatos a sucederlos en las próximas
elecciones? Mayoría de… Buenos Aires.
En el gabinete actual, el ministro de Economía de la
Argentina es de Buenos Aires, el Canciller argentino es de Buenos Aires, el
ministro del Interior es de Buenos Aires, el ministro de Seguridad es de Buenos
Aires, el ministro de Defensa es de Buenos Aires, la ministra de Desarrollo
Social de Buenos Aires, la ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de
Buenos Aires. La grieta desaparece cuando de supremacismo se trata. (No
supermassismo, vale aclarar).
Y la lista sigue: el ministro de Ambiente y Desarrollo
Sostenible es de Buenos Aires, el ministro de Turismo y Deportes de Buenos
Aires, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Buenos Aires, el
ministro de Cultura es de Buenos Aires, la ministra de Salud es de Buenos
Aires, el ministro de Obras Públicas es de Buenos Aires, el Secretario General
es de Buenos Aires, la Secretaria Legal y Técnica es de Buenos Aires, la
Secretaria de Asuntos Estratégicos es de Buenos Aires, la secretaria de
Comunicación y Prensa es de Buenos Aires. Incluso el embajador argentino en
Uruguay que por lógica debiera ser entrerriano o santafesino, es de Buenos
Aires. Y el embajador en Brasil, de Buenos Aires.
Para los medios masivos de mayor alcance, todos con
sede en Buenos Aires, la dirigencia de mayor peso está en Buenos Aires, por eso
le llaman “cumbre” a una reunión del presidente, el gobernador de Buenos Aires
y el jefe de gobierno de Buenos Aires. A la mesa de café de tres porteños le
llaman cumbre. Salvando distancias, es el mismo síndrome que sufre Europa
cuando le hace creer al mundo que es un continente. Colonialismo a la enésima.
Sojeros porteños
Los medios masivos que más dinero reciben de todo el
país están en Buenos Aires. En la era de las privatizaciones, Buenos Aires
presionó para privatizar los bancos pero dejó en manos del poder bonaerense y
porteño el Banco Ciudad, el Banco Provincia, el Banco Nación, el Banco Central…
Y muchos bancos que eran provinciales o municipales (como los de Entre Ríos)
pasaron a manos privadas, de banqueros amigos del poder centralizado, y cuyas
sedes centrales están en… Buenos Aires.
La Argentina es víctima de muchos desatinos en
sinergia, como la concentración del poder y de los medios de producción, y el
amontonamiento de las familias en grandes urbes, principalmente en Buenos
Aires. Y las responsabilidades mayores de esta estructura perversa que ha
destruido las comunidades campesinas y las culturas distintas del país y
también ha destruido las comunidades urbanas por la proliferación de barrios
hacinados, marginados; esas responsabilidades están en la dirigencia porteño
bonaerense y en sus seguidores en las provincias.
Todo el poder económico, político, mediático,
corporativo, militar, policial, está en manos de porteños y bonaerenses, allí anidan
las cabezas de los pulpos, y sus tentáculos tocan todos los rincones.
Además de casi todos los miembros principales del
gobierno actual y de los anteriores, veamos otros ejemplos: la sede de Bayer
Argentina está en Munro, provincia de Buenos Aires. La sede de Monsanto
Argentina está en la Capital Federal. Syngenta tiene su sede central en Vicente
López, Buenos Aires. El sistema de agronegocios tiene su corazón en Buenos
Aires, no por nada quien puso la firma para que ingresara fue un alto dirigente
de… Buenos Aires.
Policías buenos y malos
La sede del Grupo Petersen que controla nuestros
bancos está en Buenos Aires. Cargill tiene su sede central en Buenos Aires.
Chango más en Buenos Aires. Coto en Buenos Aires. Supermercados Día en Buenos
Aires. Grupo IRSA (bancos, un millón de hectáreas, principales shopping del
país) en Buenos Aires. Unilever con sede central en Buenos Aires. Mercado Libre
tiene su sede central en Buenos Aires. Toyota en Buenos Aires. Incluso Arcor
tiene su oficina central en Buenos Aires. Y el Banco Galicia en Buenos Aires. Y
el Banco Santander en Buenos Aires. Y el Banco Macro en Buenos Aires. Y los
dueños de Ledesma son de Buenos Aires. Coca Cola argentina con sede central en
Buenos Aires… Y para qué seguir contando. Allí los bancos, allí las industrias,
allí los políticos, allí los medios masivos de mayor alcance, allí los dueños y
señores de la Argentina y también los que se oponen al sistema pero son
beneficiados por el movimiento económico que allí se genera, producto del
devastador colonialismo interno que parasita al país desde hacer 200 años. La
dirigencia de Buenos Aires ciudad y Buenos Aires provincia hacen, en la
Argentina, las veces del policía bueno y el malo, y se quedan con casi todo.
Desde ahí oprimen al resto del país y desde ahí nos dan consejos sobre la
opresión, sin tocar, claro, sus privilegios para no molestar a vecinos, amigos,
clientes, votantes.
Buenos Aires se autoadjudicó los mayores comercios y
las mayores industrias, por tanto, recibe buenos ingresos impositivos, pero se
queja porque la coparticipación nacional es menor en proporción a su población.
Ya veremos dónde está el engaño.
Sin derecho a ser pobres
En Buenos Aires hacen hincapié en que la ciudad y la
provincia han dado lugar a miles de migrantes de todo el país y por eso
reclaman más coparticipación. Y su creencia racialista les hace pensar que
recibieron a toda esa gente porque se organizaron mejor, porque son mejores; no
se les ocurre pensar que destruyeron al resto del país y como consecuencia, ahí
están las víctimas, golpeando las puertas del amo por un mendrugo. Lo mismo que
pasa en Europa con los africanos, en Estados Unidos con los sudamericanos.
Conquistan, destruyen, menosprecian, reducen a servidumbre, y luego no se
aguantan las consecuencias.
El engaño radica en circunscribir la coparticipación a
la cantidad de habitantes, ocultando las razones del crecimiento desproporcionado,
principalmente de la provincia de Buenos Aires, es decir, del gran Buenos
Aires, que es la ciudad de Buenos Aires expandida en territorio de la
provincia. AMBA, se llama ahora.
La mayoría de los economistas ocultan un factor
esencial, el “índice destierro”.
Miles de familias pobres de Buenos Aires provienen de
otros lugares del país, como Entre Ríos, porque aquí no tenían derecho siquiera
a ser pobres. Sin caminos, sin electricidad, sin servicios elementales, sin
industrias, con modelos de la economía llamada “de escala” (que exigía máquinas
que a su vez desplazaban la mano de obra humana), las familias se vieron
obligadas a emigrar. Fue así como Buenos Aires ciudad y provincia lograron
establecer zonas de sacrificio, para que las abastecieran de granos, carnes,
leche, frutas, con presencia principal de empresas con sede central en… Buenos
Aires.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de
Buenos Aires (el AMBA) han sojuzgado por siglos a la Argentina, y todo sigue
parecido, aunque antes el resto de los territorios ejercía alguna resistencia
mayor.
El colonialismo interno que parasita al país se
reproduce en los partidos mayoritarios, y es ocultado por algunos sectores
sociales en lucha, por conveniencias del día. Como la mayoría de las
agrupaciones en pugna tienen jefes bonaerenses o porteños, crecidos al fragor
de los privilegios de Buenos Aires, tolerantes con el racismo, y la mayoría utiliza
los privilegios mediáticos de Buenos Aires y otras prerrogativas, entonces en
conjunto, los que se declaran adversarios entre sí y hasta enemigos, coinciden
en sostener los privilegios de Buenos Aires ciudad y provincia, porque eso les
da aire a sus jefes.
La organización vertical de la Argentina llega a casi
todos los ámbitos, y es habitual en los estamentos políticos, sindicales,
universitarios, periodísticos, de modo que esta verdadera casta reaccionaria ha
logrado dar vuelta la realidad con relatos a medida, para que la palabra
federalismo suene reaccionaria, cuando el federalismo artiguista, la soberanía
particular de los pueblos en confederación, es la revolución inconclusa de la
Argentina. Esa memoria asegura que no está dicha la última palabra.
Daniel Tirso Fiorotto. Diario UNO. Domingo 12 de
febrero 2023.
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Las distorsiones que padece la Argentina son causas
principales de conflictos.
La macrocefalia es padecida primero por la gran
cabeza, en barrios enfermos.
Los métodos
usados por Buenos Aires para someter con violencia a los pueblos.
La indiferencia del
inglés se repite en el poder del AMBA con los provincianos.
Lo de Buenos Aires es un supremacismo, pero crecen por
sus privilegios.
El colonialismo interno que parasita al país se
reproduce en partidos mayoritarios.