La lucha obrera se calienta en Concordia a la luz de El Sol
La justicia condenó a Luis Mazurier por peculado y administración fraudulenta a 9 años de prisión. Este empresario ha realizado todo tipo de estafas durante años, amparado en su sociedad con los ex gobernadores Jorge Busti, Sergio Urribarri y Gustavo Bordet, al tiempo que manejaba una cooperativa trucha que reducía a servidumbre a sus empleados, a la vista de todos, excepto de los funcionarios públicos a los que servía con los títulos de su diario. Aquí una columna que publicamos hace dos años y medio (mayo de 2021), sobre una faceta de su vida: la burla y el maltrato al cooperativismo y al periodismo.//
Son obreras y obreros tejiendo una hora histórica.
Denuncian que no pueden acceder a los libros de su cooperativa, y no encuentran
eco en los organismos competentes. Que un capanga les impide el acceso a las
cuentas bancarias, y tampoco obtienen respuestas. Gritan que el capanga
controla su cooperativa con despotismo, que roba expedientes, que inventa las
actas, que malversa los fondos, que tiende emboscadas, que clausura con cadenas
y soldadoras la fuente de trabajo, y los interlocutores ni mu.
Por si no se entienden las rarezas que soportan,
señalan que el capanga se compró dos formaciones ferroviarias (¿dos trenes para
el periodismo?), por cifras astronómicas mientras ellos reciben la mitad de una
canasta de alimentos por excedentes, y sospechan que usó para esa compra a la
cooperativa de periodistas sin consultarles. Ante semejante trampa, la
burocracia los manda a iniciar un trámite administrativo en otra oficina.
A las y los valientes cooperativistas de Concordia les
está pasando lo que experimenta esa mujer que por fin se libera de un macho
golpeador y denuncia en la Policía los maltratos por treinta años; entonces el
oficial de turno la mira de arriba abajo, le pregunta cómo se viste, por qué no
habló antes, y le aconseja volver a casa, porque el violento es su compañero de
pesca. Así es como los machos acuerdan no hacer olas.
Dos pájaros
Una veintena de concordienses cooperativistas del
diario El Sol y Tele 5 pintaron dos pájaros de una sola pincelada: se plantaron
con valentía contra la servidumbre que impone el cooperativismo trucho en pleno
siglo XXI, y tomaron la tapa del diario que el capanga usaba a discreción para
describirlo a él de cuerpo entero con títulos como éste: “Todo lo que toca lo
vuelve miserable”. Son dos hitos, a cuál más sorprendente y confortante, y el
capanga está comprendiendo que su látigo trocó en bumerang.
¿Quién redactó ese título y otros parecidos en el
diario? La respuesta debe encontrarse en Fuenteovejuna: todos a una.
El caso es que la Argentina de las empinadas
cooperativas falsas violadoras de normas laborales comenzó su declive en
Concordia un 26 de octubre, en una asamblea obrera luminosa del sombrío 2020.
Esa jornada fundó el Día de la Emancipación obrera cooperativa, y se la debemos
a la dignidad panzaverde, a jóvenes dispuestos a volver cara al patrón que los
sometía en un medio de comunicación masiva. ¿Pero cuánto podía durar el nuevo
consejo de administración de la cooperativa si el capanga no largaba la manija?
En verdad que, con la complicidad de la burocracia y algún banquero y alguien
más, el capanga se las está haciendo cuesta arriba.
Vuelve el periodismo a hacer historia. Si cada 1ro. de
Mayo conmemoramos la lucha obrera, y los mártires fueron casi todos
periodistas, el 26 de Octubre (así, con mayúscula) nace de personas que
entendieron su hora, y no habrá burócrata que les quite ese orgullito manso. Ya
había hecho punta la valiente Marcela Gramaglia hace algunos años cuando
desnudó al capanga que reducía a servidumbre al personal, y así lo firmó la Justicia.
La historia de la Cooperativa Obrera de Trabajo de Prensa Escrita y Televisiva
(Cotrapretel) no contiene una sino decenas de manifestaciones de dignidad, que
jalonaron el camino. Quien se detenga a juzgar a los oprimidos por el tiempo
largo que ha durado esta trampa no hará más que revictimizar a las víctimas.
Pero la burocracia es sorda cuando le conviene. Lo
mismo hizo la burocracia con otras empresas fantasmas creadas por el capanga en
un enredo que lo supera y que pronto se despejará en un juicio oral por
presunto peculado. La burocracia está ante un problema, sería un error intentar
taparlo con más embrollos, al estilo Mangeri.
No debe llorar
Hemos escuchado relatos de extrema sensibilidad esta
semana. Relatos con lágrimas de hombres maduros, quebrados en el llanto ante la
crisis que debieron soportar, crisis interior, crisis familiar, crisis
colectiva, para liberarse del miedo que impone un sujeto con trastornos
psicóticos en Concordia, inflado bajo las faldas de la política. “Que un hombre
macho no debe llorar”, dice el tango y los valientes obreros de Concordia lo
desmienten. Hay fatiga en ellos, sí, pero el grupo apeló a la honradez de cada
cual para hacer pata ancha.
Si los políticos no saben qué hacer con el capanga,
que aprendan de estas mujeres, de estos hombres. Son periodistas,
administrativos, ordenanzas, diseñadores, mujeres y hombres convertidos en
estos días en modelos para nosotros y tantos obreros de la Argentina sometidos,
sea por la precarización laboral, el pago informal, el enredo legal: la trampa
en fin. La ciudad de Concordia se está mostrando como un modelo, porque si por
años naturalizó los tejemanejes del capanga, hoy comprendió el momento, y es
una comunidad la que dice basta. Concordia nos hace acordar hoy a la Villaguay
de principios del siglo XX que hizo una vaca organizada por mujeres
principalmente para comprarle una imprenta al perseguido y hostigado periodista
Antonio Ciapuscio. Villaguay respondió con solidaridad al crimen del joven
Julio Modesto Gaillard, degollado junto al arroyo Santa Rosa. Por eso es
Villaguay la capital del periodismo. (Aunque parezca increíble, ambos casos se
parecen por la desaparición de expedientes y por la rebelión del periodista
frente a las arbitrariedades del patrón. Esperemos que no se repita la
experiencia de promover a la Legislatura al déspota, como ocurrió con Juan
Hermelo).
Concordia responderá con la misma solidaridad, qué
duda cabe, ante los embates de un capanga atropellador y es seguro que en
distintas ciudades la capital del citrus hallará compañía.
La rebelión obrera no bajó, no entró de afuera: es una
rebelión intestina. “Crece desde el pie la fogata”, dicen. Eso le da un calor
superlativo. La misma ciudad que en tiempos iniciales dio cobijo a los
revolucionarios independentistas en el Ayuí, hoy recupera esa dignidad
primordial y se inclina ante la determinación obrera. Nosotros, desde Paraná,
nos enteramos de esta gesta obrera por mujeres y hombres de Concordia que nos
alertaron. ¡Salud!
No es hora de reprocharnos cabildeos, es hora de
celebrar valentías. La noticia alienta: obreros y obreros de la comunicación le
han puesto una bisagra a su condición. Nosotros abrazamos esa entrega que ellas
y ellos podrán mostrar a su vecindad y su familia con la frente en alto. Se
acabó el patrón, se acabó el capanga. Esa liberación nos libera a todas, a
todos. Hay una decisión grupal, colectiva, comunitaria, para hacer frente no
sólo al capanga sino también a sus cómplices.
Estar a la altura
La principal complicidad radica en atender el flagelo
de la opresión como si fuera un asunto administrativo más. Bajarle el precio a
los emancipados, buscarle los vericuetos y dudar de su palabra, es una
estratagema burócrata que le hace daño a las gestiones de gobierno nacional,
provincial y municipal.
El laberinto del multimedios de Concordia se
desvanecería de manera muy sencilla si los miembros de la cooperativa
propietaria pudieran acceder a los libros de esa cooperativa. Parece una
nimiedad, pero la verdad es que los cooperativistas no pueden ver siquiera los
libros, sus libros.
El Estado podría cumplir un rol esclarecedor: pedirlos
y mostrárselos a todos y todas. Si no lo hace quedará la sospecha (por si hace
falta) de que algún burócrata decide hacerse cómplice de un capanga bien
conocido y mejor denunciado, con abultadas cuentas pendientes en la justicia.
Pero ¿cuántos años hace que el Estado le da vuelo al capanga? ¿Y el Instituto
de Cooperativas? ¿Y el Tribunal de Cuentas? ¿De cuántas patas se prenderá el
ahogado para fondearlos a todos?
Los burócratas no se han dado cuenta, a pesar de que
llevan muchos años en la función, que la cooperativa es trucha y que las y los
cooperativistas han sido rehenes. Entonces, cuando los trabajadores y las
trabajadoras toman fuerzas de donde no hay, arriesgando trabajo, ingresos y
otras comodidades, y se deciden por la emancipación, lo que encuentran en la
burocracia (que debiera cobijarlos) es un témpano. Justo para lo que el Estado
debiera servir, no sirve.
Los trabajadores les dicen en la cara a los burócratas
que ellos no renunciaron por carta documento, y los burócratas les responden
que vieron una carta documento de renuncia. Entonces los mandan a un organismo
nacional, para que Buenos Aires resuelva. ¿Entenderán en Buenos Aires este
fenómeno? Pilatos no se lavaría las manos mejor.
Señores atornillados en Paraná: estamos ante una
veintena de oprimidos que se rebelan ante el opresor, ¿serán capaces de ver
desde sus poltronas la dimensión de esta gesta? Nosotros celebramos esta
explosión de dignidad, ¿cuál es su duda? ¿Acaso se han preguntado por qué un
capanga recibe incluso por años pauta oficial sin dar cuenta a los miembros de
la cooperativa? ¿No han pensado en la sinceridad que nos debemos sobre las
cooperativas aquí, en la cuna del cooperativismo? Pues bien, contra la
cantinela, hoy estamos también en la cuna de la emancipación contra la trampa,
y si los burócratas no despiertan este aluvión se los llevará puestos. ¿Acaso
necesitan tres décadas más de truchadas para responder de una buena vez?
Golpearse el pecho
Los trabajadores aceptan que amenazaron con renunciar
porque, electos al frente de la cooperativa por la asamblea absolutamente
transparente del 26 de Octubre, no podían hacerse de los libros de la entidad y
entonces los allegados les sembraron lógicas inquietudes por quedar pegados a
tremendos ilícitos. ¿Se entiende la situación de extrema debilidad del obrero,
ante un personaje que se pavonea con los más poderosos? No hay que olvidar que
la presidencia de la Corporación para el Desarrollo del Lago de Salto Grande
(CODESAL), que ejerció por una década hasta 2016, tiene rango de ministerio. La
disparidad de fuerzas es demasiado evidente.
Sin embargo, esa renuncia que decíamos no se consumó
porque no se reunió el consejo de administración para aceptarla. Y aunque esa
renuncia hubiera sido completa, ¿se detendrán los burócratas en el árbol, o
harán un esfuercito para ver el bosque? Las obreras y los obreros hablan de
miedo, de cooperativa falsa, de mal manejo de fondos, de compras insólitas y
millonarias sin participación de cooperativistas, y los burócratas ¿qué hacen
en las puertas de un escándalo? Palmadita y a iniciar diligencias
administrativas que pueden llevar meses, mientras el capanga hace y deshace con
los fondos de la cooperativa, en connivencia con altos gerentes. ¿A qué
poderosos les estamos dando tiempo para que levanten el teléfono y hablen desde
algún refugio con funcionarios provinciales y nacionales, con banqueros, para desarticular
la lucha obrera y palanquear al capanga? ¿Estamos esperando el desgaste de los
pobres? ¿Por qué la burocracia no abre las orejas y los ojos para atender el
esfuerzo de muchachos y muchachas jóvenes rebelados con razón, y personas con
casi tres décadas de laburo en el medio, hartas de agachar la cabeza y por fin
emancipadas, en cuerpo y alma?
Señores: está saliendo El Sol en Concordia. No habrá
dedos que tapen tanta luz.
(Dos años y medio después de esta columna publicada en
mayo de 2021, la Justicia condenó a Mazurier a 9 años de prisión. Quedan aún
pendientes numerosos juicios laborales por otras estafas).
Daniel Tirso Fiorotto.