Los Milei y los Kicillof unidos en el supremacismo sin grieta
El abismo de las tarifas de marzo impuestas por el colonialismo interno, ese tabú. Hay un punto en que la distancia entre sectores políticos se reduce a cero, y gana la “paz”, cuando de oprimir a los pueblos del interior se trata. El mil % y los coletazos del racismo, hoy.//
Manuel viajó la semana pasada de Ezeiza a la Capital Federal en colectivo. Pagó 370 pesos por los 50 kilómetros. Andrea, su hermana melliza, subió el mismo día a un colectivo similar para ir de Paraná a Seguí, también 50 kilómetros. —¿Cuánto es? —4.100 pesos…
Mismo vehículo, mismo
motor, misma distancia, mismo combustible. De un lado, la provincia de Buenos
Aires y la ciudad de Buenos Aires, del otro lado, la provincia de Entre Ríos.
La diferencia entre lo abonado por Manuel y Andrea es del mil por ciento.
Sin contar que en
Buenos Aires (provincia y ciudad) la frecuencia es de 30 minutos, mientras que
en Seguí salen sólo cuatro viajes por día, y a arreglarse. ¿Algo más? Sí: en
Buenos Aires hay rutas, mientras que las rutas de acceso a Seguí están
literalmente destruidas, desde hace años. En varios tramos debemos marchar a 10
km/h, sin exagerar, haciendo zigzag, con altísimo peligro. Los “estrategas” de
Buenos Aires idearon cientos de kilómetros de asfalto hace casi una década
entre Paraná y Villaguay que no se usan, están hechos y no se usan, por un
pésimo plan que ignora las ciudades entrerrianas, y mientras tanto nuestros
pobladores deben lidiar con rutas espantosas.
Ese abismo entre el
AMBA y Entre Ríos se sostiene de una manera: Andrea paga no sólo los 4.100
pesos de su pasaje, sino además, mediante los impuestos, paga (con el resto de
los argentinos) parte del pasaje de su mellizo Manuel. Difícil calcular el
prorrateo, claro.
Todos los argentinos
sostenemos los subsidios para que en el AMBA (ciudad de Buenos Aires y
provincia de Buenos Aires) viajen diez personas por los billetes con que acá
viaja una sola.
¿A qué atribuir esta
burla? Alguien dirá: las empresas, las corporaciones, el poder económico en
alianza con el poder político, aceitan los mecanismos para asegurarse los
obreros baratos. ¿Señalaremos, entonces, al capitalismo como responsable de
esta discriminación negativa? Es nomás una pregunta. Ahora, en una diferencia
del 1.000% ¿no hay algo más? ¿Los de acá no somos obreros?
Este disparate se
repite (y multiplica) en mayor o menor medida y de distintas maneras en muchos
servicios por décadas (tren, avión, electricidad, gas, agua potable, rutas,
combustibles varios) y tiene una única explicación: se llama colonialismo
interno. Las familias entrerrianas, por caso, pagan
el déficit del tren que no usan.
La preeminencia de
una región sobre las otras, en este caso del Gran Buenos Aires sobre el resto
de la Argentina, es una imposición despótica, pero ¿en dónde se afirma el
colonialismo interno para continuar, en un país que presume democracia? En
un flagelo que está en la base y se denomina supremacismo.
Mucha sangre
El supremacismo es
una creencia propia de sectores de poder convencidos de que sus privilegios son
derechos naturales. Se
sostienen por décadas bajo el viejo refrán “tiene razón pero marche preso”.
Altanería, ninguneo y opresión.
Esos pretendidos
derechos son fácilmente contagiosos hacia distintas clases sociales y sectores
que se aferran, por conveniencia, a las ventajas. En el transporte, por
ejemplo, porque no podrían pagar mucho más caro, como no pueden pagar los
entrerrianos, y por eso ¿qué hacen? Emigran. Lo que han hecho por un siglo
entero: emigrar.
Además, el
supremacismo es capaz de persuadir al resto, a las víctimas, de que su
subordinación es también natural.
El supremacismo
argentino tiene raíz en el racismo, de los grupos que primero colocaron en un
escalón inferior a las familias de este continente y las de África que
sobrevivieron a la esclavización y el exterminio, y luego hicieron pie en la
metrópolis para continuar subordinando a los habitantes del 99% del territorio
restante.
Se nota muy bien
cuando nosotros, los herederos de guaraníes, mapuches o charrúas, le cantamos
al “padre del aula” que sugería matar a nuestros hijos; o liquidarnos, sin
juicio, porque no cumplíamos su ley, cosa que luego implementó J. R. Videla,
como bien sabemos
Para que hoy
admitamos el abismo del mil por ciento entre un pasaje de colectivo y el otro
debió correr mucha sangre bajo el puente. Las luchas fratricidas abonadas
principalmente por las pretensiones colonialistas del gran Buenos Aires
provocaron la muerte violenta de entre 60.000 y 100.000 jóvenes; en batallas
que se desarrollaron en todo el territorio, principalmente en la provincia de
Entre Ríos desde las de Mandisoví y el Espinillo durante la resistencia
artiguista hasta Don Gonzalo en la resistencia jordanista. Ambas derrotadas por
el poder económico y bélico de la ciudad portuaria heredera del colonialismo
europeo. Se trata de una sangría tremenda, con gran desconsuelo de familiares y
amigos… Es decir: para que el AMBA tenga
la sartén por el mango han corrido ríos de sangre.
Después de una
resistencia de tres siglos de los pueblos ancestrales de este territorio, la
revolución federal pidió por la soberanía particular de los pueblos, en
confederación; es decir, sin predominio de unas ciudades sobre otras, sin
uniformidad colonial; y en su decálogo principal redactado en 1813, hace 211
años, los revolucionarios exigieron que la capital del país estuviera en
cualquier sitio, excepto Buenos Aires. En el mismo texto, abogaron por el
aniquilamiento del despotismo militar (que sirve a la estructura colonial,
claro está, y que se expresa de distintas maneras con la verticalidad del
poder). El abecé por demás elocuente, por eso abortado.
Llorar pobreza
Las distintas
estructuras se mantienen unidas en el AMBA para someter al resto del país. (No
ignoramos excepciones). Ahí no hay grieta. Algunos de los más conscientes
del atropello nos palmearán la espalda y, acto seguido, nos venderán sus libros
explicativos.
Lo gracioso del
ejemplo que tomamos en este marzo de 2024 radica en que la mayoría de los
viajeros entre Seguí y Paraná son obreros y familias de clase media baja. Y
pagan el 1.000% más que algunos viajeros entre Buenos Aires y Ezeiza que van a
subirse a un avión…
El supremacismo es
una derivación del racismo, resumido en la dicotomía civilización-barbarie. Y
explica la magnitud de este despropósito sostenido en el tiempo. ¿Por qué las
familias entrerrianas han sufrido el desarraigo y el destierro por un siglo, y
la gran mayoría de los desterrados se fueron a la provincia de Buenos Aires,
como está probado, o a la ciudad de Buenos Aires? Muy sencillo: por los
privilegios auto adjudicados por la Ciudad y la provincia de Buenos Aires desde
la destrucción de la confederación hace siglo y medio, subordinando al resto a
sus intereses. El historiador argentino
Juan Antonio Vilar (Eduner) lo ha explicado al detalle en sus obras.
Buenos Aires
provincia y ciudad se quedaron con el poder comercial y financiero, facilitaron
la infraestructura y las comunicaciones para asentar las industrias con
ventajas; coparon incluso las industrias de las materias primas que no tienen.
¿Por qué están en la provincia de Buenos Aires las refinerías de petróleo? No
tiene petróleo, ni tiene hidroeléctricas en sus ríos, pero sí goza de las
tarifas más bajas en combustibles y luz,
como goza de tarifas bajas en colectivos y goza de trenes que acá pagamos y no
tenemos.
Desde hace varios
años los políticos bonaerenses de distintas extracciones (peronistas, Pro,
radicales, libertarios, etc) coinciden plenamente en llorar pobreza, con el fin
de escofinar más los recursos de todo el país para favorecer a la provincia y
la ciudad más ricas. ¿Qué argumento esgrimen? El de reducir una serie de
factores usados para la distribución de los recursos coparticipables a uno
solo: la cantidad de habitantes.
La estrategia
colonial consiste en tapar, silenciar los privilegios de Buenos Aires ciudad y
provincia, acumulados por ciento cincuenta años; ignorar por qué están allí las
industrias, las rutas, las cabeceras de las multinacionales y los bancos, las
sedes de todas las corporaciones, y forzar la realidad para que el país todo se
conduela.
Es que, si sólo
miramos la cantidad de habitantes, la provincia de Buenos Aires recibe una
proporción menor. ¿Y qué dicen del desarraigo y el destierro al que fueron
sometidos centenares de miles de entrerrianos y de otras provincias por
décadas, por falta de trabajo, precisamente a raíz de los privilegios de Buenos
Aires?
Del “índice
destierro” para resolver el reparto está prohibido hablar. Ante los privilegios
centenarios, ¡chito!
Ahora, ¿por qué es la
provincia más rica del país? ¿A costa de quiénes? Como diría Serrat sobre los
niños: “que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca”.
Y bien, ¿cómo es que
hemos llegado a esto? Por ese flagelo argentino llamado colonialismo interno.
Es lo mismo que preguntarse por qué Europa se desarrolló con el oro y la plata
robados de nuestro continente mediante la esclavización de millones.
Drapetomía
entrerriana
El colonialismo
interno argentino tiene una condición muy especial: es aceptado con resignación
por los colonizados, y eso excusa a los colonizadores. El colonizado sufre del
síndrome de Estocolmo, se solidariza con el opresor. Al colonizado, agobiado por
los maltratos de larga data, le pasa lo que a aquel que sufrió un asalto a mano
armada y agradece a los bandidos que no lo mataran.
Hay quienes, para
salir del enredo, piden “no igualar para abajo”. Es una resignación de quienes
aceptan la colonización interna, sea por falta de conciencia o por cobardía; o
una excusa de quienes ya son privilegiados por el sistema y no quieren perder
la supremacía pero a la vez les conviene aparentar empatía con las víctimas de
estos desatinos. “No igualar para abajo” dicen también quienes prefieren no
agitar las aguas porque no les da el piné para enfrentar al supremacismo.
Así las cosas, la
víctima acudirá al psiquiatra por ayuda para sanar esa enfermedad, enderezar su
mirada torcida. Salvando la (poca) distancia: es lo que ocurría con los
esclavos. Aquel que resistía los mandos del amo y prefería fugarse del látigo
era considerado no un rebelde sino un enfermo; sufría del mal de “drapetomía”,
un invento racista con maquillaje científico. Entonces “normal” era aceptar la esclavitud
y “doblar el lomo pa’ que otros doblen los bienes” como dice Sampayo. Lo
enfermo era resistirse y mandarse a mudar… Y bien, ¿cuál era el mayor logro de
esa trampa? Disuadir al esclavo.
Sin grieta
El presidente Javier
Milei, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof, el jefe de
gobierno de Buenos Aires, Jorge Macri, sostienen los subsidios de todo el país
para sus territorios. Nada mejor que mirar los boletos para entender el abrazo
de los “adversarios” entre comillas. Y encuentran muchos seguidores en el
interior, claro. No sólo en partidos de centro y centro derecha y centro
izquierda, sino también en sectores sindicales que, por ejemplo, con todos los
datos sobre la mesa que demuestran la concentración de subsidios en Buenos Aires
ciudad y provincia, gritan en defensa de Aerolíneas Argentinas y otras firmas
por el estilo que se llaman argentinas para pedirle a todo el país que pague
sus déficits, cuando en verdad sirven principalmente al AMBA y no son
prioridades en el resto del país.
Importantes, sí, pero
no prioritarias. Si a cualquier argentino le preguntamos en qué invertir 8.000
millones de dólares en los próximos lustros (lo que perdió AA en 14 años),
cuando tantas ciudades cuentan siete de cada diez niños bajo la línea de
pobreza, muchas no tienen veredas, ni cloacas, ni agua potable siquiera, los
desocupados se apilan por millones, miles de pymes claman por algún crédito que
nunca llega, y miles de parejas no tienen dónde levantar una piecita para
vivir, ¿quién anotará Aerolíneas entre las prioridades? Hemos dicho ya en este
espacio que AA no debe privatizarse: debe ser traspasada a los estados de
Buenos Aires Ciudad y Provincia, que permanezca en el estado…
En un año de trabajo,
un obrero del AMBA paga por viajar 50 km ida y vuelta 2 millones de pesos menos
que su par de Seguí, en el mismo vehículo. Agreguemos que si aquí subimos a otro colectivo de
inmediato pagamos todo el pasaje, y en Buenos Aires la combinación paga la
mitad...
Y sin contar lo que
pagamos en impuestos para bancar el déficit de nuestros pares del AMBA.
El día de su
cumpleaños, si los mellizos quieren darse un viaje juntos a Mendoza en avión,
Manuel pagará 740 pesos en total hasta el avión y desde el avión en el regreso
a casa. Andrea 54.000 pesos (4.100 a Paraná más 23.000 a Buenos Aires, más la
vuelta). Todos los argentinos pagamos el déficit de Aerolíneas, pero nosotros
agregamos pasajes extras para llegar, porque dios está en todas partes pero
sabemos dónde atiende.
Si Manuel es bueno
con su hermana melliza le pagará un sánguche en Mendoza y ella se sentirá en
deuda. El supremacismo habrá cumplido entonces con su cometido de obrar en las
sombras.
Daniel Tirso
Fiorotto. UNO. Lunes 25 de marzo 2024.