Soriano, la histórica ciudad uruguaya nacida en Entre Ríos
Las poblaciones efímeras, y la permanencia de Soriano, una ciudad que comparte la cuna a dos bandas, hace más de tres siglos y medio, junto al río Uruguay.
El escudo de Soriano reza
“Aquí nació la Patria” y se entendería mejor si dijera “Aquí nació la Patria
grande”, porque vio la luz de un lado del río al sur de Gualeguaychú, luego se
marchó a la isla Vizcaíno, para finalmente recalar en el lugar actual, al sur
de Fray Bentos.
Patria
grande por la unidad entrerriano oriental, pero también porque en sus
inmediaciones abundan las pruebas de presencia humana por miles de años, de
pueblos que habitaron ambas costas del río; y porque allí chocaron las
civilizaciones, y allí mismo se dieron los primeros pasos independentistas.
“La primera reducción hecha en el territorio entrerriano,
me refiero a Santo Domingo de Soriano, fue luego transferida al actual
territorio oriental, en donde se le otorga el mérito de primer centro urbano
español”, dice el estudioso Elbio Woeffray, de Colón (y afincado en San José),
en su obra “El Río de los Jesuitas”.
El libro editado por El Miércoles es
una recopilación de diversos estudios referidos a la unidad entrerriano
oriental, como aclara su autor de entrada, y fue motivado por el conflicto
entre argentinos y uruguayos en razón de las industrias instaladas junto al
río.
“Me duelen profundamente las
desavenencias”, confiesa el autor y cuestiona la burocracia de ambos países. De
ahí su determinación por aportar razones de la antigua hermandad a dos bandas,
y en verdad que dio en el clavo con Soriano.
Uno de sus capítulos se titula “La
fundación de Santo Domingo de Soriano en territorio entrerriano”, y recupera
aportes de César Blas Pérez Colman, Aníbal Barrios Pintos, Susana Rodríguez,
Rodolfo González y otros autores. Entonces muestra que, aunque difieren en la
fecha de fundación, no son pocos los investigadores que sitúan a Soriano al sur
de Gualeguaychú, de este lado del río Uruguay; luego en la Isla Vizcaíno, y finalmente
en el lugar actual.
Chaná, charrúa y guaraní
Woeffray da cuenta también de
distintas reducciones de chanás, charrúas y guaraníes en cercanías de Soriano,
y de conflictos violentos con los funcionarios españoles.
En virtud de la obra de Woeffray recordamos
viejas conversaciones con historiadores de Gualeguaychú y Soriano,
especialmente con Washington Lockhart, quien después de largos estudios sobre
el origen de Soriano escuchó de otros investigadores esta conclusión, que
coincide en gran medida con la suya: “Santo Domingo de Soriano se fundó en la
margen derecha (es decir occidental) del río Uruguay, en territorio de la
actual provincia de Entre Ríos, después de 1650, pasando a la isla Vizcaíno
después de 1700 y a tierra firme en la margen izquierda del Río aproximadamente
entre 1715 y 1720. El topónimo (la denominación), podría ser el santo calabrés
Sto. Doménico de Soriano, aunque en cartografía aparece sin la preposición ‘de’
que indica lugar”.
En su obra “Soriano, antecedentes,
fundación, consecuencias”, publicada en 1975, Lockhart muestra un mapa de Juan
A. Emaili del año 1685 en el que figura Soriano al sur de lo que sería
Gualeguaychú, otro del año 1703 hecho en Colonia (Uruguay) por el capitán
ingeniero Gregorio Gomes con la misma ubicación, donde aparece frente a la isla
Vizcaíno, es decir, Soriano a orillas del río Uruguay en territorio hoy
entrerriano, frente a la desembocadura del río Negro, que atraviesa Uruguay.
También otra carta del capitán Manuel de Ibarbeltz de 1692, con la ubicación de
Soriano del lado occidental del río Uruguay, y una cuarta carta de Diego Soarez
del año 1731 donde Soriano figura ya en el lado oriental.
A partir de estos y otros datos,
Lockhart traza su propio mapa con las cuatro ubicaciones de los habitantes de
Soriano: de Baradero al lado entrerriano, de allí a la isla Vizcaíno y
finalmente al punto actual junto al río Negro, en Uruguay.
La mirada del colonizador
Lockhart recuerda palabras de un
obispo Antonio Azcona, que explicaba a los gobernantes coloniales: “‘la natural
inclinación de los indios es el mal’ y no aprovechar el bien que se les hace;
cuanto más favorecidos ‘se estragan más en sus vicios’ y se animan a cualquier
género de iniquidad, ‘especialmente contra la gente española’. Reconoce sin
embargo que jueces, encomenderos, curas y caciques ‘suelen hacerles algunos
agravios’ abusando de su poder, sobre todo con ocasión ‘de sus granjerías, a
que se aplican algunos con menos moderación’; pero la justicia -dice- llegaba
siempre, no quedando los españoles ‘sin castigo, ni los indios sin
satisfacción’”.
Lockhart rescata otra carta del padre
Bruno sobre la estrechez económica de las reducciones, entre ellas la de
Soriano, y reconoce que en la visita que Azcona les hizo en 1681 las halló tan
pobres que “‘no teniendo estos ministros, como no tienen, estipendio alguno
para su congrua (sostenimiento), de necesidad se valen de la industrias y
trabajo de los indios, sus feligreses, para sustentarse’; el mal está en que
‘los traen ordinariamente afanados en sementeras, vaquerías y otras industrias,
dejándoles muy poco tiempo para el descanso y para cuidar de sus propios
negocios y casas”.
Las rebeliones
Se conocen violentas rebeliones entre
charrúas, chanás, guaraníes y pampas en Soriano y sus cercanías. Una de ellas,
bien registrada, es comentada por Lockhart en base testimonios españoles pero
no hace falta mucho esfuerzo para comprender las razones de las comunidades
ancestrales encerradas allí. Dice Lockhart: “Todo empezó con una solicitud del
cabildo de Buenos Aires al gobernador Herrera el 29/IV/1686 para que ‘un trozo
de indios pampas de nación serranos de esta jurisdicción con sus mujeres e
hijos’, que habían sido traídos el día anterior por orden del gobernador,
fueran ‘pasados a la otra banda del río grande de este puerto a la reducción de
Santo Domingo Soriano donde están otros indios de dicha nación y sean puestos
en reducción con cura doctrinante’. Agregaban que los indios dispondrían allí
de mucha leña ‘y gran cantidad de ganado vacuno y tierras para sus labranzas y
se enseñarán a cultivarlas con el ejemplo de los indios de esta misma nación
que allá están’; ‘la experiencia ha demostrado -agregan- que llevándolos a
Santo Domingo Soriano se acaban las muertes y robos, mientras si quedan en otros
parajes vuelven a huir a la campaña llevándose ‘caballos, mulas y yeguas’, con
una ‘prontitud’ que hace imposible detenerlos. Así se hizo; doscientos indios
‘de todas edades y sexos’, apresados en sus toldos por una expedición punitiva,
fueron enviados a Soriano, junto con los que se habían enviado en tiempos del
gobernador José de Garro (1678-1681). Los condujo una partida de quince hombres
que quedó en la reducción asistiendo al doctrinante y al Corregidor. Y así
transcurrieron más de tres meses hasta que ‘una noche tempestuosa se convocaron
todos los dichos serranos y pegando fuego al rancho donde asistían el cabo y
gente de guardia, que era de paja, por tres partes los degollaron sin que se
escapasen más de tres. Y a un mismo tiempo al Corregidor que se hallaba en la
campaña baqueando para el sustento de ellos por los que había llevado consigo a
las faenas, juntamente con algunos indios chanás de la misma reducción habiendo
otros insultos y robando los ornamentos de la iglesia. Y a no haberse escapado
el religioso con alguna chusma mientras andaban en esta función ocupados por
los españoles, le hubieran también muerto. Poco les duró a los bárbaros el
gusto que de tal desgracia y tragedia habían concebido’”.
Entonces Lockhart muestra el modo en
que, por intereses cruzados, grupos de indígenas se colocaban de un lado y otro
de la contienda, para terminar con los sublevados lanceados o ahorcados. Todo
antes (añadimos nosotros) de que los gobernantes españoles acometieran contra
la mayoría de los pueblos indígenas, menos de medio siglo después, y
fragmentaran las culturas con miras al exterminio, a pesar de lo cual, los
sucesivos gobiernos de la provincia nombraron y continúan nombrando a una
localidad entrerriana en homenaje a los genocidas: Los Conquistadores.
En Puerto Landa
El primer texto que rescata el
entrerriano Elbio M. Woeffray sobre Soriano pertenece a Susana Rodríguez y
Rodolfo González, autores de la obra “En busca de los orígenes perdidos. Los
guaraníes en la construcción del ser uruguayo”. Ahí se lee: “La reducción de
Santo Domingo de Soriano fue fundada en la Banda Occidental del río Uruguay en
la actual provincia de Entre Ríos, Argentina, en la década del sesenta del
siglo XVII”.
“Reconoce como antecedente la
fundación de la reducción de Santiago de Baradero, implantada durante el año
1616, a instancias de Hernandarias. En esa fecha se creó sobre la Banda Sur del
Río Paraná, sobre la desembocadura del Arroyo de los Arrecifes, a
aproximadamente unos ciento veinticinco kilómetros de Buenos Aires, la
reducción conocida como del cacique Don Bartolomé, que llevó el nombre de Santiago
del Baradero. La reducción se integró con indios guaraníes y chanaes que habían
recibido la palabra evangelizadora de fray Luis Bolaños y habría tenido
doscientos integrantes”.
Y continúan Rodríguez y González: “En
1651 la reducción de Santiago del Baradero fue afectada por una epidemia… la
mayoría de los indígenas guaraníes y chanaes la abandonaron y se alejaron con
rumbo al arroyo Yaguarí Miní hacia el norte, donde se instalaron... en 1661,
fueron esos mismos indígenas los que contribuyeron a la fundación de Santo
Domingo de Soriano. Su primer sacerdote fue el franciscano Fray Antonio Juárez…
Mientras estuvo emplazado en tierras entrerrianas, tuvo una relación cambiante
con los charrúas, que tenían… a la Mesopotamia argentina como su hábitat. Servía
también de amparo a quienes se sentían desprotegidos y amenazados y sin duda
alguna, constituyó un emplazamiento estratégico para el control del delta del
Paraná y sobre los territorios occidentales del río Uruguay”.
“Allí permanecieron hasta 1702 en que
fue necesario trasladarla a la isla Vizcaíno, en la confluencia de los ríos
Negro y Uruguay, debido a los frecuentes ataques de grupos indígenas”.
“Finalmente, el 22 de marzo de 1708
se resolvió disponer el traslado a costa firme, a la Banda Oriental… pero la
medida tardó 10 años en llevarse a la práctica. Recién en 1718 se instaló en
las proximidades del que con el transcurso del tiempo sería su afincamiento
definitivo”.
El texto termina con un párrafo
escrito por César Blas Pérez Colman en 1936, y en verdad que nos sorprende
porque ignorábamos que ya en esa fecha el historiador hubiera puesto sobre la
mesa este proceso. “Después de algunos hechos de armas, Céspedes logró reducir
varias tribus, fundando entonces, a objeto de que su obra se continuara, la Iglesia
y reducción de Santo Domingo de Soriano, sobre la margen izquierda del Río
Uruguay”.
Respecto del lugar exacto de
fundación, Woeffray lo estima probable en este punto: “33 grados 20 minutos
58,26 segundos sur, 58 grados 27 minutos 57,58 segundos oeste, al sur de
Gualeguaychú en lo que hoy se llama Puerto Landa, a orillas del Arroyo Malo”.
Woeffray reproduce mapas de 1692 y de
1703 con Soriano en territorio de la hoy provincia de Entre Ríos. Y estamos
hablando de 80 años antes de la “fundación”, por Tomás de Rocamora, de las
actuales Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay.
Aquí nació la patria
Woeffray y Lockhart dan una decena de
versiones diversas sobre la fecha y el lugar de fundación, pero se quedan con
la que hemos mencionado. Los testimonios no ocultan graves conflictos que
terminaron, como en el levantamiento narrado más arriba, en rebeldes degüellos
y en ahorcamientos para escarmentar, en el lugar donde las autoridades
porteñas, con error de comprensión y cálculo, pensaban que se iban a acabar
muertes y robos.
Entre la profusa información de su
obra, Woeffray reproduce también estudios de Aníbal Barrios Pintos sobre la
fundación y el desarrollo de Soriano.
“El hallazgo afortunado de un
documento existente en el Archivo General de la Nación Argentina por el
historiador e investigador uruguayo profesor Flavio García, en 1957, dio
motivo, años después, a que la versión tradicional de que Santo Domingo Soriano
era la población existente actualmente más antigua del país fuera contradicha”.
Se refiere a la clásica idea oriental
de que Soriano es la ciudad uruguaya más antigua, sin contar que nació de este
lado del río. “Aquí nació la patria”, dice el escudo de la ciudad, con una
fecha que parecería ser un error: 1624. La frase se refiere a la antigüedad de
la ciudad pero también al Grito de Asensio, en que los orientales comandados
por Benancio Benavídez y Pedro Viera se rebelaron contra el poder europeo pocos
meses después que, de este lado, se levantaban criollos y aborígenes
encabezados por Bartolomé Zapata, a fines de 1810, desde la zona entre
Gualeguay y Larroque. (El Cielo de los Tupamaros, de Osiris Rodríguez Castillo,
recuerda la revolución oriental).
1664: fundación
Hay varios relatos que abonan la
teoría de la fundación en 1624. Ocurre que en esa fecha se inició en la isla
Vizcaíno una reducción llamada San Francisco de Olivares de los Charrúas que,
al parecer, tuvo corta duración, y lo mismo otra más al norte, en lo que sería
hoy el balneario Las Cañas, al sur de Fray Bentos, llamada San Antonio de los
Chanás.
Woeffray (también autor de otros
libros como “El Supremo y la república federal entrerriana"), apunta otra
reducción más, denominada San Miguel de los Guaraníes, en el Río Negro, es
decir: por ahí cerca, y con asientos cambiantes. Este emprendimiento “se
realizó con indígenas guaraníes que habían sido capturados en 1655 en las zonas
de operaciones de las bandeiras paulistas”, dicen Susana Rodrígez y Rodolfo
González.
Es importante saberlo, porque estas
personas reunidas allí pertenecían a pueblos que habitaban el Uruguay y Entre
Ríos mucho antes de que nacieran los estados nación, que destruyeron la
diversidad cultural.
La fecha que más se acepta hoy es la
fundación de Soriano en 1664 sobre el arroyo Yaguarí Miní en territorio
entrerriano. En 1702 pasa a la Isla Vizcaíno, y en 1718 a tierra firme.
Allí fueron “reducidas” personas de
origen chaná y charrúa (principalmente), tanto a orillas del Yaguarí Miní como
del Yaguarí Guazú (más al norte), que según algunos testimonios sería el
Gualeguaychú. Aníbal Barrios Pintos recuerda que ambos establecimientos estaban
“en la otra banda del Paraná”, es decir, en territorio de Entre Ríos (aunque
nuestra provincia, como tal, fue fundada exactamente 150 años después, como
consecuencia de la victoria entrerriano oriental sobre el despotismo porteño en
la Batalla del Espinillo en 1814).
El escudo de Soriano muestra los
colores de la bandera de Artigas, y está coronado por cinco plumas (como las
usadas por el cacique Zapicán) en honor a los indígenas del lugar, sobre los
colores rojo y amarillo, que recuerdan al español, para dar una idea de unidad.
Barrios Pintos toma datos de la obra
de Aníbal M. Riverós Tula, que escribió un libro sobre la historia de Colonia
del Sacramento. Dice Barrios Pintos: “Dicho documento está firmado por el
gobernador de Buenos Aires José Martínez de Salazar a seis de octubre de 1666 y
se refiere a las ‘Instrucciones que ha de observar Juan de Brito a quien he
nombrado por corregidor de la reducción de Santo Domingo Soriano, que se
compone de los indios charrúas y chanaes que están fundados en la otra banda de
este río Paraná, en el Yaguarí Miní”.
“Decía el gobernador a Juan de Brito:
‘que luego que llegue a dicha Reducción, nombre un alcalde de cada nación
Charrúa y Chaná, el que pareciera ser más a propósito y activo para que sea
respetado de los demás Indios y ejecute los mandatos que le diere del servicio
de Su Majestad y buen gobierno de ellos’”.
Antes que las fronteras
Como puede apreciarse, son numerosos
los investigadores que coinciden en el origen “entrerriano” de Soriano, aunque
mejor diremos que la ciudad pasaba de una banda a la otra sin atender fronteras
(que no había), impuestas de manera autoritaria tiempo después, sin atender la
unidad de un pueblo a dos bandas. Se estima, entonces, que Soriano es la
primera ciudad entrerriana y primera oriental, aunque para muchos uruguayos el
hecho de que haya nacido de este lado del río la deja como segunda, después de
Colonia del Sacramento, una interpretación admisible también, que no hace mella
en nuestra idea de unidad, con el río como plaza y no como límite, en un solo
pueblo.
¿Cuántas mujeres y cuántos hombres,
descendientes de las familias libres, de las rebeldes, de las reducciones de
guaraníes, de charrúas, de chanás, dieron origen a criollos y gauchos, y forman
parte hoy de poblaciones de Uruguay y Entre Ríos con sus apellidos españoles,
impuestos por sus captores? No sabemos el número, pero sí sabemos que son
muchísimas, muchísimos, y que por una u otra vía su cultura está viva, en
actuales habitantes del litoral.
Culturas ancestrales
Pobladores de Soriano nos explicaron,
hace pocos años, sus experiencias arqueológicas desde la niñez, cuando hallaban
todo tipo de utensilios milenarios en los montículos, camino al Rincón de la
Higuera, e incluso esqueletos humanos, y se los cambiaban por ropa a los
investigadores llegados de Montevideo.
Soriano, ciudad entrerriano oriental
con primeros habitantes indígenas de distintas etnias; Soriano, cuna de
rebeliones indígenas a dos bandas; Soriano, encuentro de culturas ancestrales
milenarias a dos bandas; Soriano, hermana de los entrerrianos en la actitud
revolucionaria de la primera hora; Soriano, testimonio de unidad que la
frontera no podrá destruir.
Daniel
Tirso Fiorotto. UNO. Miércoles 17 de noviembre de 2021.