Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí

Economía: la provincia del destierro, con caminos propios para salir del pantano.

 

Discriminada y usada por el AMBA, Entre Ríos enfrenta con diversidad de rubros la tendencia a la uniformidad que intenta imponer el colonialismo interno. Cuando el confinamiento cerró termas, carnaval, playas, hoteles y restaurantes, además de las escuelas, miles de familias entrerrianas respondieron con maderas, frutas, pollos, vacas, granos, piedras, arenas y carísimas manufacturas, y así las distintas economías zonales volvieron por sus fueros, pero con tres deudas pendientes: autonomía, ambiente, arraigo, como espadas de Damocles.

 La clásica fórmula racista de “civilización y barbarie” equivale hoy a “uniformidad y diversidad”. Y no por casualidad: la mayor parte de la entrerrianía que la historia más difundida metió en la bolsa de la barbarie se cuela en pleno siglo XXI por la diversidad, como veremos aquí.

Las deudas pendientes de Entre Ríos se resumen en tres palabras: autonomía, ambiente, arraigo. Pero las distintas condiciones del suelo, las historias lugareñas, las migraciones, la creatividad, la necesidad misma, se han juntado para hacerle frente al mandato colonial. Y emulan en parte a los montes ribereños y al espinal, que aún muestran miles de especies a pesar de los cien años de tala rasa.

Aquí hablaremos de una de las vías de la resistencia panzaverde, por la diversificación de rubros y oficios; y también de algunos ejemplos de la persistencia colonial con las tarifas que privilegian al Área Metropolitana -AMBA-, donde una cuarentena de municipios bonaerenses ejerce su predominio y su privilegio sobre el resto del país.

No menos de cinco provincias constituyen el territorio entrerriano, cada cual con sus problemas y sus modos distintos de superarlos, o de intentar por lo menos, y algunos con resultados a la vista. Sur pobre de ricos humedales, centro norte pobre de ricos montes, este de frutas, pollos, maderas y turismo, oeste de granos, y la capital con hegemonía estatal. Todo ello bastante integrado y con actividades cruzadas, claro está.

 

El nordeste se mueve

 

Hay un rincón entre los ríos Mocoretá y Uruguay que reúne condiciones excepcionales para el trabajo y la diversidad en historia, producción, labores, creatividad, y que es la “envidia” de muchas zonas del país: el departamento Federación. Parecido, en su trama, a otras zonas que han logrado fisonomías potentes en su cultura y su economía, y a las que el resto de la provincia puede mirar para un desarrollo basado en experiencias propias. “Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí”, dice la chacarera “Entre a mi pago sin golpear”, y en la economía regional es un llamado a buscar recetas a la vuelta de la esquina, porque las hay.

Esa fuerza vital, que podría convivir con la biodiversidad, debe sortear un obstáculo: la necesidad de cierta dirigencia de agradar al poder concentrado en el AMBA. Pero ese moho colonial esparcido en tantos sectores se nota más en el Estado, que llega incluso a tergiversar el concepto de federalismo para adaptarlo a la actitud de obediencia que muestra la casta política.

Si está comprobado que en ochenta años la provincia más expulsora de habitantes en la Argentina es Entre Ríos, entonces resulta evidente la necesidad de posar los ojos y conocer el movimiento de esta región que, al contrario, atrae familias de los cuatro puntos cardinales.

 

Todo a la vista

 

Noviembre de 2021, cinco de la tarde. Estamos en un camino vecinal enripiado, a 200 metros de los aserraderos en Federación, y vemos pasar a nuestro lado, en minutos, tres camiones repletos de gruesos troncos y otros dos con parvas de tablas para un largo viaje. A la izquierda, plantaciones de eucalipto y naranjales. A la derecha, monte ralo de ñandubay, novillos negros pastando; ciento cincuenta metros más allá, cajones de una colmena, y al fondo el Lago de Salto Grande que atravesaremos por una angosta ruta para dirigirnos a las termas, entre obreros de la fruta y la madera y albañiles que van y vienen en sus motos.

“Federación te enamora” reza el lema local y lo refrentamos, pero no sólo por su diseño único, con parques a cada paso, y el uso maravilloso del agua profunda, sino también por la diversidad de actividades que forman aquí una trama, rubros que se potencian mutuamente, y en donde colaboran distintos partidos, distintos esfuerzos.

El departamento Federación, con sus dos pulmones en Chajarí y Federación, y otras numerosas localidades, es naranja, es mandarina, pomelo, limón, quinoto, arándano, uva, higo, sandía, melón, eucalipto, pino, vivero, aserradero; es agua termal, complejo termal, parque acuático, cantera de piedra, cantera de arena, transporte, arquitectura, ingeniería, corralones,  diseño urbano; es flora indígena, ganadería, apicultura, playa de canto rodado, lago, fiesta, y cuántas cosas más, sin contar una historia de artes y luchas que le dan carácter. Nada es casual: en los momentos álgidos de la dictadura, como del neoliberalismo en democracia, la región plantó su determinación en defensa propia.

 

Manduré y Areguatí

 

Durante décadas, en la Argentina se ha cantado en familia “Zamba de mi esperanza” como un himno, o “Lunita tucumana”, y con esos clásicos se entrevera “Merceditas”, de Ramón Sixto Ríos, nacido en Federación.

Paisano y gringo, el departamento es pionero en no pocos rubros, si allí, en Mandisoví, se afianzó la antigua resistencia decolonial en 1813 con el primer enfrentamiento que registra la Argentina entre pueblos liderados por guaraníes. “Un conflicto armado que marcó el primer hecho bélico de importancia de nuestras guerras civiles. El detonante fue la persecución desatada por el capitán de milicias y alcalde de Mandisoví, Pablo Areguatí, contra un grupo de indígenas que había adoptado la teoría de la soberanía de los pueblos al pie de la letra. Este grupo, liderado por Domingo Manduré, logró sublevar toda la región costera del Uruguay”, dice el historiador Pablo Camogli.

Para entender la complejidad entrerriana hay que ingresar en los distintos polos históricos que la constituyen, y uno de ellos está aquí, en Mandisoví (hoy Federación), el pueblo fundado por Juan de San Martín (el padre de José), y organizado luego por Manuel Belgrano a medio metro de la Revolución de Mayo. El mismo pueblo que, tras diversos conflictos en su vida dos veces centenaria, fue inundado por el lago artificial con vistas a la generación de electricidad, con tremendos efectos psicológicos y psicosociales, y trasladado a la actual ubicación hace sólo cuatro décadas.

Federación fue destruida, inundada, refundada, para hacer electricidad con el lago, y sus habitantes pagan la electricidad más cara que en Buenos Aires. Colonialismo interno, se llama eso.

En 2022 se cumplirán tres décadas del comienzo de los estudios para perforar el subsuelo en busca de aguas termales, un proceso que culminó en 1994, cuando afloró agua caliente de modo semisurgente, desde los 1.200 metros de profundidad. Allí comenzó la nueva era porque, con las muy creativas y cuidadas gestiones municipales, los federaenses han provocado una casi revolución económica, todavía no dimensionada.

 

Los huevos en

varias canastas

 

Si aquí brotó con Manduré la “soberanía particular de los pueblos”, aquí están las fuentes para enfrentar el despotismo vertical de la colonia que nos imagina siervos.

No sólo memoria del pasado: este nordeste de Entre Ríos es una gran comunidad en ebullición, con trabajo para mujeres y hombres, en una variedad de rubros.

Hace 25 años había dos hoteles con pocas camas. El pozo termal puso una bisagra. Hoy la ciudad cuenta con 10.000 plazas hoteleras homologadas, 20 establecimientos gastronómicos con capacidad para 4.000 cubiertos... Una explosión. Las termas y el parque acuático de Federación reciben la visita de 650.000 personas por año, e ingresan al municipio 20 millones de pesos mensuales, sólo cobrando entradas en el complejo, donde trabajan 100 empleados y empleadas comunales. El confinamiento por el Covid complicó las cosas y ya están volviendo a cierta normalidad, pero hasta ayer nomás había mil trabajadores y trabajadoras en el registro del gremio gastronómico. A quienes se suman obreros de la construcción, profesionales, constructores, albañiles particulares, tres corralones, y no pocos inmigrantes del Paraguay en ese rubro, no siempre en condiciones ideales. Y estamos hablando sólo de una ciudad, si para muestra basta un botón, en un departamento que replica la trama diversa en Chajarí y en una serie de localidades y colonias.

Eso nos cuentan el secretario de Turismo de Federación, Carlos Daniel Miller, y el director de Producción y Ambiente, Daniel Benítez, como un panorama de las múltiples actividades que dan vida a todo el departamento, y que encuentran un eslabonamiento en distintas gestiones de gobierno: otro logro.

 

Cinco en una

 

Costa del Uruguay, turismo y producción. Allí las termas, allí los carnavales, allí las playas con inmensos arenales, allí los pollos, allí las plantaciones forestales, allí las frutas, allí el arroz. Todo ello genera trabajo.

La costa del Paraná se identifica más con actividades clásicas como los granos y las oleaginosas, con fuerte presencia estatal principalmente en la capital. El noroeste montaraz y ganadero, el extremo sur hecho de islas usadas por la ganadería, y el centro siempre un poco olvidado por las grandes ciudades que cortan la torta: la primera más poblada en una costa, las tres siguientes en la otra, en un cierto equilibrio demográfico que caracteriza a la provincia.

Las pocas industrias se reparten, nadie grita aquí victoria. Los parques industriales de Gualeguaychú y Paraná llevan la delantera pero el crecimiento de Federación y Chajarí en el nordeste, Colón y su zona de influencia, Crespo en el departamento Paraná, son la novedad de estas décadas.

Si hace un siglo esta provincia era extractiva para los postes y el combustible (la leña), sigue siéndolo en gran medida por la agricultura extractiva en el suelo, las canteras de arena y canto rodado, y la pesca comercial. No podemos decir lo mismo de las termas porque, salvo datos en contrario, se supone que estamos consumiendo agua caliente de acuíferos que se recargan, y no son muchos los pozos por ahora en nuestro territorio.

 

Aerolíneas Vs Mapuches

 

La dirigencia argentina concentrada en el AMBA discute qué hacer con rebeliones como la mapuche, pero está unida en algo: no ceder los privilegios del AMBA.

Largo sería explicar que, con los 8.000 millones de dólares en déficit que Aerolíneas Argentinas ha tomado en 12 años de las arcas de todo el país, para servir principalmente al AMBA, podrían comprarse en la Patagonia 6 millones de hectáreas (el equivalente en superficie a tres provincias de Tucumán), para devolver tierras a todas las familias que la necesiten, sin excepción.

Lo mismo podría decirse del impulso que podría darse a la diversidad productiva para facilitar el arraigo, con dinero que se cuela por el AMBA. Entre Ríos es una de las provincias que mordió completo el anzuelo del sistema de agronegocios con sus transgénicos, insecticidas, herbicidas, abonos, y por eso mismo una de las regiones con alto impacto en contaminación. Los partidos mayoritarios, que parecen enfrentados, coinciden también en ese peligroso sistema extractivo como en su dependencia del capital financiero concentrado.

Hay decenas de actividades que zafan de la uniformidad. Los pollos son una obviedad, pero otros rubros que no teníamos en la mira han irrumpido con fuerza, como la producción de cerdos que creció el 300 % en una década, con 27.000 madres en producción en 170 granjas, casi todas pymes, con altísima presencia en los departamentos Paraná y Gualeguaychú. De las 40.000 toneladas de faena anual, la mayor parte de los animales salen de la provincia en pie.

La nuez pecán es otra novedad. Hoy se calcula que dos tercios de toda la producción del país surge de unas 200 plantaciones en más de 4.000 hectáreas, en distintos departamentos de nuestro territorio. Y por supuesto, con los altibajos propios de nuestra producción primaria, porque no faltan discusiones por precio y calidad entre productores e industriales, en las que los emprendedores pequeños no tienen voz ni voto. Los pecaneros están aprendiendo el oficio en estos 20 años y reuniendo conocimientos de una decena de variedades de pecán, y sobre abonos y máquinas de cosechar, para mejorar los resultados en un producto que requiere de una inversión a largo plazo porque exige una década a pérdida.

Nuestra provincia también lidera la producción de arándanos, que hizo pie en el departamento Concordia principalmente y se desenvuelve con la dificultad propia de una fruta que se desmerece con rapidez, de modo que las exportaciones requieren sí o sí del transporte aéreo. De ahí que estos empresarios estén expectantes con una promesa de aeropuerto para Concordia.

 

Anadón y Sors

 

En este pantallazo sobre aspectos menos conocidos de la economía diversa de la provincia no puede faltar Leonidas Jorge Anadón, que fundó hace 40 años la fábrica Pur Sang, para exportar desde Paraná réplicas de autos de carrera clásicos, históricos, famosísimos, con diseños de hace un siglo como los Bugatti, Alfa Romeo, Mercedes Benz, y con una calidad que impresiona. El mundo se admira, y nosotros apenas si conocemos esa maravilla de autos únicos. Y si decimos “impresiona”, es porque uno sale de ese lugar en la avenida Almafuerte hondamente conmovido. En esa línea, el paranaense Carlos Alberto Sors inventó hace décadas el ascensor neumático más bello, liviano, y fácil de trasladar e instalar. Mujeres y hombres de la capital entrerriana le dieron forma, pulieron sus rasgos, lucharon contra viento y marea y hoy lo fabrican y exportan al mundo por miles.

Algún día reconoceremos que Entre Ríos, además de ser la patria de los Francisco Ramírez, los Linares Cardozo, las María Esther de Miguel, es la patria de los Anadón y los Sors y los equipos de mujeres y hombres que acompañan sus emprendimientos desde que eran sueños. He ahí la diversidad, en resistencia al sistema uniformador.

Soja, trigo, maíz, girasol, colza, forrajes varios, y también vacunos, pollos, cerdos. Pero Entre Ríos cuenta además con 730.000 colmenas, casi un tercio de ellas en Federación y Concordia. Maderas, otro polo: sólo en Federación hay 54 aserraderos, entre grandes, medianos y chicos. De características familiares. Oficialmente se cuentan alrededor de 800 operarios en forma directa, y otros 150 indirectos.

El departamento Concordia suma 230 quintas cítricas en casi 7.000 hectáreas, y el departamento Federación 2.000 quintas en casi 30.000 ha. Mayoría naranja y mandarina. Una característica fundamental de Federación: el 55 por ciento de los productores cuentan con menos de 15 hectáreas, y sólo 20 poseen más de 100 ha. Y hablábamos de logros que podríamos copiar.

 

La electricidad,

más cara al pie

 

Si tomar un trago de leche al pie de la vaca cuesta un peso, ese mismo trago a 600 kilómetros de distancia puede costar tres pesos, por razones obvias. Como en la Argentina obviedades y razones brillan por su ausencia, tomar la leche al pie cuesta tres, y a 600 kilómetros cuesta uno.

La vaca eléctrica se llama Salto Grande. Consumir esa energía en Buenos Aires sale un tercio que consumirla acá, en la región. Esa fórmula se repite en una decena de servicios y derechos, con la complacencia de sectores políticos partidarios.

Se recuerda, por caso, la vez que las provincias crearon 17 monedas paralelas al peso (bonos) y Buenos Aires decidió que sólo una, la de la provincia de Buenos Aires, fuera canjeable por pesos, mientras las demás se devaluaban sin respaldo.

Pero vayamos a un par de ejemplos a mano, con la electricidad, para mostrar en chiquito el panorama general. Una factura de Edesur en Capital Federal por un consumo de 365 kWh (kilovatio hora) registra un monto por bimestre de 1.726 pesos, en los cuales están contados el 6,3 % de contribución municipal y el 21 % de IVA y ningún impuesto o tasa más. Si dividimos el total por la energía consumida (1.726 % 365), nos da 4,7 el kWh. Incluidos impuestos y tasas.

Una factura de Enersa en Colonia Avellaneda, cerca de Paraná, por 834 kWh registra un monto de 10.250 pesos el bimestre, en los que están incluidos el 8,7 % de contribución municipal más un 18 % de impuesto provincial más otro 16,5 % de tasa municipal más el 21 % de IVA. Si dividimos el total por la energía consumida (10.250 % 834), nos da 12,3 el kWh, incluidos impuestos y tasas. Es decir: una vecina del Gran Paraná, en esta provincia que produce la electricidad en Salto Grande, paga el triple que su par de Buenos Aires. Así de sencillo.

Algo similar ocurre con las pymes. Aquel inversor que quiera radicarse en el país sabrá que en la capital de la colonia conseguirá energía más barata y mejores servicios, incluso ferrocarril y avión, que no llegan a nuestra provincia, aunque sus déficits son pagados por todo el país. ¿Dónde elegirá invertir?

Veamos otro ejemplo: una factura de Edenor, para una casa de Buenos Aires, por 1.224 kWh, registra un total de 9.542 pesos el bimestre (4.771 pesos por mes). Si dividimos el total por la energía consumida (9.542 % 1.224), nos da 7,8 pesos el kWh. Incluidos impuestos y tasas. Constatamos que la vecina del Gran Paraná sigue pagando mucho más: 12,3, sobre los 7,8 que paga su par porteña.

Por “conceptos eléctricos”, esa factura de Edenor (Buenos Aires) registra en un mes 3.745 pesos, y por “impuestos y contribuciones” 1.025 pesos. Significa que los impuestos y contribuciones agregan el 21,4 % en total en su factura. Mientras que la factura entrerriana de Enersa, para una familia de obreros en una zona sin mayores servicios (ni cloacas, ni gas natural, ni camino afirmado), en un monto de 10.250 pesos incluye 4.167 pesos de impuestos nacionales y provinciales y tasas municipales, o sea, el 40,65 %. Así, el Estado se queda aquí, en este rubro, con el doble que su par de Buenos Aires.

Los ejemplos sirven para mostrar que la diversidad productiva de Entre Ríos es construida y sostenida por familias, obreros, obreras, profesionales, pymes, comunidades en fin, contra viento y marea.

 

 

Daniel Tirso Fiorotto. ANÁLISIS. Noviembre 2021.

 

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