Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí
Economía: la provincia del destierro, con caminos propios para salir del pantano.
Discriminada
y usada por el AMBA, Entre Ríos enfrenta con diversidad de rubros la tendencia
a la uniformidad que intenta imponer el colonialismo interno. Cuando el
confinamiento cerró termas, carnaval, playas, hoteles y restaurantes, además de
las escuelas, miles de familias entrerrianas respondieron con maderas, frutas,
pollos, vacas, granos, piedras, arenas y carísimas manufacturas, y así las
distintas economías zonales volvieron por sus fueros, pero con tres deudas
pendientes: autonomía, ambiente, arraigo, como espadas de Damocles.
Las deudas pendientes de Entre Ríos se resumen en tres palabras:
autonomía, ambiente, arraigo. Pero las distintas condiciones del suelo, las
historias lugareñas, las migraciones, la creatividad, la necesidad misma, se
han juntado para hacerle frente al mandato colonial. Y emulan en parte a los
montes ribereños y al espinal, que aún muestran miles de especies a pesar de
los cien años de tala rasa.
Aquí hablaremos de una de las vías de la resistencia panzaverde, por la
diversificación de rubros y oficios; y también de algunos ejemplos de la
persistencia colonial con las tarifas que privilegian al Área Metropolitana
-AMBA-, donde una cuarentena de municipios bonaerenses ejerce su predominio y
su privilegio sobre el resto del país.
No menos de cinco provincias constituyen el territorio entrerriano, cada
cual con sus problemas y sus modos distintos de superarlos, o de intentar por
lo menos, y algunos con resultados a la vista. Sur pobre de ricos humedales,
centro norte pobre de ricos montes, este de frutas, pollos, maderas y turismo,
oeste de granos, y la capital con hegemonía estatal. Todo ello bastante
integrado y con actividades cruzadas, claro está.
El nordeste se mueve
Hay un rincón entre los ríos Mocoretá y Uruguay que reúne condiciones
excepcionales para el trabajo y la diversidad en historia, producción, labores,
creatividad, y que es la “envidia” de muchas zonas del país: el departamento
Federación. Parecido, en su trama, a otras zonas que han logrado fisonomías
potentes en su cultura y su economía, y a las que el resto de la provincia
puede mirar para un desarrollo basado en experiencias propias. “Y estaba donde
nací lo que buscaba por ahí”, dice la chacarera “Entre a mi pago sin golpear”,
y en la economía regional es un llamado a buscar recetas a la vuelta de la
esquina, porque las hay.
Esa fuerza vital, que podría convivir con la biodiversidad, debe sortear
un obstáculo: la necesidad de cierta dirigencia de agradar al poder concentrado
en el AMBA. Pero ese moho colonial esparcido en tantos sectores se nota más en
el Estado, que llega incluso a tergiversar el concepto de federalismo para
adaptarlo a la actitud de obediencia que muestra la casta política.
Si está comprobado que en ochenta años la provincia más expulsora de
habitantes en la Argentina es Entre Ríos, entonces resulta evidente la
necesidad de posar los ojos y conocer el movimiento de esta región que, al
contrario, atrae familias de los cuatro puntos cardinales.
Todo a la vista
Noviembre de 2021, cinco de la tarde. Estamos en un camino vecinal enripiado, a 200 metros de
los aserraderos en Federación, y vemos pasar a nuestro lado, en minutos, tres
camiones repletos de gruesos troncos y otros dos con parvas de tablas para un
largo viaje. A la izquierda, plantaciones de eucalipto y naranjales. A la
derecha, monte ralo de ñandubay, novillos negros pastando; ciento cincuenta
metros más allá, cajones de una colmena, y al fondo el Lago de Salto Grande que
atravesaremos por una angosta ruta para dirigirnos a las termas, entre obreros
de la fruta y la madera y albañiles que van y vienen en sus motos.
“Federación te enamora” reza
el lema local y lo refrentamos, pero no sólo por su diseño único, con parques a
cada paso, y el uso maravilloso del agua profunda, sino también por la diversidad
de actividades que forman aquí una trama, rubros que se potencian mutuamente, y
en donde colaboran distintos partidos, distintos esfuerzos.
El departamento Federación,
con sus dos pulmones en Chajarí y Federación, y otras numerosas localidades, es
naranja, es mandarina, pomelo, limón, quinoto, arándano, uva, higo, sandía,
melón, eucalipto, pino, vivero, aserradero; es agua termal, complejo termal,
parque acuático, cantera de piedra, cantera de arena, transporte, arquitectura,
ingeniería, corralones, diseño urbano;
es flora indígena, ganadería, apicultura, playa de canto rodado, lago, fiesta, y
cuántas cosas más, sin contar una historia de artes y luchas que le dan carácter.
Nada es casual: en los momentos álgidos de la dictadura, como del
neoliberalismo en democracia, la región plantó su determinación en defensa
propia.
Manduré y Areguatí
Durante décadas, en la
Argentina se ha cantado en familia “Zamba de mi esperanza” como un himno, o “Lunita
tucumana”, y con esos clásicos se entrevera “Merceditas”, de Ramón Sixto Ríos,
nacido en Federación.
Paisano y gringo, el
departamento es pionero en no pocos rubros, si allí, en Mandisoví, se afianzó
la antigua resistencia decolonial en 1813 con el primer enfrentamiento que
registra la Argentina entre pueblos liderados por guaraníes. “Un conflicto
armado que marcó el primer hecho bélico de importancia de nuestras guerras
civiles. El detonante fue la persecución desatada por el capitán de milicias y
alcalde de Mandisoví, Pablo Areguatí, contra un grupo de indígenas que había
adoptado la teoría de la soberanía de los pueblos al pie de la letra. Este
grupo, liderado por Domingo Manduré, logró sublevar toda la región costera del
Uruguay”, dice el historiador Pablo Camogli.
Para entender la complejidad
entrerriana hay que ingresar en los distintos polos históricos que la
constituyen, y uno de ellos está aquí, en Mandisoví (hoy Federación), el pueblo
fundado por Juan de San Martín (el padre de José), y organizado luego por
Manuel Belgrano a medio metro de la Revolución de Mayo. El mismo pueblo que,
tras diversos conflictos en su vida dos veces centenaria, fue inundado por el
lago artificial con vistas a la generación de electricidad, con tremendos
efectos psicológicos y psicosociales, y trasladado a la actual ubicación hace sólo
cuatro décadas.
Federación fue destruida,
inundada, refundada, para hacer electricidad con el lago, y sus habitantes
pagan la electricidad más cara que en Buenos Aires. Colonialismo interno, se
llama eso.
En 2022 se cumplirán tres
décadas del comienzo de los estudios para perforar el subsuelo en busca de
aguas termales, un proceso que culminó en 1994, cuando afloró agua caliente de
modo semisurgente, desde los 1.200 metros de profundidad. Allí comenzó la nueva
era porque, con las muy creativas y cuidadas gestiones municipales, los
federaenses han provocado una casi revolución económica, todavía no
dimensionada.
Los huevos en
varias canastas
Si aquí brotó con Manduré la
“soberanía particular de los pueblos”, aquí están las fuentes para enfrentar el
despotismo vertical de la colonia que nos imagina siervos.
No sólo memoria del pasado:
este nordeste de Entre Ríos es una gran comunidad en ebullición, con trabajo
para mujeres y hombres, en una variedad de rubros.
Hace 25 años había dos hoteles
con pocas camas. El pozo termal puso una bisagra. Hoy la ciudad cuenta con
10.000 plazas hoteleras homologadas, 20 establecimientos gastronómicos con
capacidad para 4.000 cubiertos... Una explosión. Las termas y el parque
acuático de Federación reciben la visita de 650.000 personas por año, e
ingresan al municipio 20 millones de pesos mensuales, sólo cobrando entradas en
el complejo, donde trabajan 100 empleados y empleadas comunales. El
confinamiento por el Covid complicó las cosas y ya están volviendo a cierta
normalidad, pero hasta ayer nomás había mil trabajadores y trabajadoras en el
registro del gremio gastronómico. A quienes se suman obreros de la
construcción, profesionales, constructores, albañiles particulares, tres
corralones, y no pocos inmigrantes del Paraguay en ese rubro, no siempre en
condiciones ideales. Y estamos hablando sólo de una ciudad, si para muestra
basta un botón, en un departamento que replica la trama diversa en Chajarí y en
una serie de localidades y colonias.
Eso nos cuentan el secretario
de Turismo de Federación, Carlos Daniel Miller, y el director de Producción y
Ambiente, Daniel Benítez, como un panorama de las múltiples actividades que dan
vida a todo el departamento, y que encuentran un eslabonamiento en distintas
gestiones de gobierno: otro logro.
Cinco en una
Costa del Uruguay, turismo y
producción. Allí las termas, allí los carnavales, allí las playas con inmensos
arenales, allí los pollos, allí las plantaciones forestales, allí las frutas,
allí el arroz. Todo ello genera trabajo.
La costa del Paraná se identifica
más con actividades clásicas como los granos y las oleaginosas, con fuerte
presencia estatal principalmente en la capital. El noroeste montaraz y
ganadero, el extremo sur hecho de islas usadas por la ganadería, y el centro
siempre un poco olvidado por las grandes ciudades que cortan la torta: la
primera más poblada en una costa, las tres siguientes en la otra, en un cierto equilibrio
demográfico que caracteriza a la provincia.
Las pocas industrias se
reparten, nadie grita aquí victoria. Los parques industriales de Gualeguaychú y
Paraná llevan la delantera pero el crecimiento de Federación y Chajarí en el
nordeste, Colón y su zona de influencia, Crespo en el departamento Paraná, son
la novedad de estas décadas.
Si hace un siglo esta
provincia era extractiva para los postes y el combustible (la leña), sigue
siéndolo en gran medida por la agricultura extractiva en el suelo, las canteras
de arena y canto rodado, y la pesca comercial. No podemos decir lo mismo de las
termas porque, salvo datos en contrario, se supone que estamos consumiendo agua
caliente de acuíferos que se recargan, y no son muchos los pozos por ahora en
nuestro territorio.
Aerolíneas Vs Mapuches
La dirigencia argentina
concentrada en el AMBA discute qué hacer con rebeliones como la mapuche, pero
está unida en algo: no ceder los privilegios del AMBA.
Largo sería explicar que, con
los 8.000 millones de dólares en déficit que Aerolíneas Argentinas ha tomado en
12 años de las arcas de todo el país, para servir principalmente al AMBA, podrían
comprarse en la Patagonia 6 millones de hectáreas (el equivalente en superficie
a tres provincias de Tucumán), para devolver tierras a todas las familias que
la necesiten, sin excepción.
Lo mismo podría decirse del
impulso que podría darse a la diversidad productiva para facilitar el arraigo,
con dinero que se cuela por el AMBA. Entre Ríos es una de las provincias que mordió
completo el anzuelo del sistema de agronegocios con sus transgénicos,
insecticidas, herbicidas, abonos, y por eso mismo una de las regiones con alto
impacto en contaminación. Los partidos mayoritarios, que parecen enfrentados,
coinciden también en ese peligroso sistema extractivo como en su dependencia
del capital financiero concentrado.
Hay decenas de actividades que
zafan de la uniformidad. Los pollos son una obviedad, pero otros rubros que no
teníamos en la mira han irrumpido con fuerza, como la producción de cerdos que
creció el 300 % en una década, con 27.000 madres en producción en 170 granjas,
casi todas pymes, con altísima presencia en los departamentos Paraná y
Gualeguaychú. De las 40.000 toneladas de faena anual, la mayor parte de los
animales salen de la provincia en pie.
La nuez pecán es otra novedad.
Hoy se calcula que dos tercios de toda la producción del país surge de unas 200
plantaciones en más de 4.000 hectáreas, en distintos departamentos de nuestro
territorio. Y por supuesto, con los altibajos propios de nuestra producción primaria,
porque no faltan discusiones por precio y calidad entre productores e
industriales, en las que los emprendedores pequeños no tienen voz ni voto. Los
pecaneros están aprendiendo el oficio en estos 20 años y reuniendo
conocimientos de una decena de variedades de pecán, y sobre abonos y máquinas
de cosechar, para mejorar los resultados en un producto que requiere de una
inversión a largo plazo porque exige una década a pérdida.
Nuestra provincia también
lidera la producción de arándanos, que hizo pie en el departamento Concordia
principalmente y se desenvuelve con la dificultad propia de una fruta que se
desmerece con rapidez, de modo que las exportaciones requieren sí o sí del transporte
aéreo. De ahí que estos empresarios estén expectantes con una promesa de
aeropuerto para Concordia.
Anadón y Sors
En este pantallazo sobre
aspectos menos conocidos de la economía diversa de la provincia no puede faltar
Leonidas Jorge Anadón, que fundó hace 40 años la fábrica Pur Sang, para
exportar desde Paraná réplicas de autos de carrera clásicos, históricos,
famosísimos, con diseños de hace un siglo como los Bugatti, Alfa Romeo,
Mercedes Benz, y con una calidad que impresiona. El mundo se admira, y nosotros
apenas si conocemos esa maravilla de autos únicos. Y si decimos “impresiona”,
es porque uno sale de ese lugar en la avenida Almafuerte hondamente conmovido. En
esa línea, el paranaense Carlos Alberto Sors inventó hace décadas el ascensor
neumático más bello, liviano, y fácil de trasladar e instalar. Mujeres y
hombres de la capital entrerriana le dieron forma, pulieron sus rasgos,
lucharon contra viento y marea y hoy lo fabrican y exportan al mundo por miles.
Algún día reconoceremos que
Entre Ríos, además de ser la patria de los Francisco Ramírez, los Linares
Cardozo, las María Esther de Miguel, es la patria de los Anadón y los Sors y
los equipos de mujeres y hombres que acompañan sus emprendimientos desde que
eran sueños. He ahí la diversidad, en resistencia al sistema uniformador.
Soja,
trigo, maíz, girasol, colza, forrajes varios, y también vacunos, pollos,
cerdos. Pero Entre Ríos cuenta además con 730.000 colmenas, casi un tercio de
ellas en Federación y Concordia. Maderas, otro polo: sólo en Federación hay 54
aserraderos, entre grandes, medianos y chicos. De características familiares.
Oficialmente se cuentan alrededor de 800 operarios en forma directa, y otros 150
indirectos.
El
departamento Concordia suma 230 quintas cítricas en casi 7.000 hectáreas, y el
departamento Federación 2.000 quintas en casi 30.000 ha. Mayoría naranja y
mandarina. Una característica fundamental de Federación: el 55 por ciento de
los productores cuentan con menos de 15 hectáreas, y sólo 20 poseen más de 100
ha. Y hablábamos de logros que podríamos copiar.
La electricidad,
más cara al pie
Si tomar un trago de leche al
pie de la vaca cuesta un peso, ese mismo trago a 600 kilómetros de distancia
puede costar tres pesos, por razones obvias. Como en la Argentina obviedades y
razones brillan por su ausencia, tomar la leche al pie cuesta tres, y a 600
kilómetros cuesta uno.
La vaca eléctrica se llama
Salto Grande. Consumir esa energía en Buenos Aires sale un tercio que
consumirla acá, en la región. Esa fórmula se repite en una decena de servicios
y derechos, con la complacencia de sectores políticos partidarios.
Se recuerda, por caso, la vez
que las provincias crearon 17 monedas paralelas al peso (bonos) y Buenos Aires
decidió que sólo una, la de la provincia de Buenos Aires, fuera canjeable por
pesos, mientras las demás se devaluaban sin respaldo.
Pero vayamos a un par de
ejemplos a mano, con la electricidad, para mostrar en chiquito el panorama
general. Una factura de Edesur en Capital Federal por un consumo de 365 kWh
(kilovatio hora) registra un monto por bimestre de 1.726 pesos, en los cuales
están contados el 6,3 % de contribución municipal y el 21 % de IVA y ningún
impuesto o tasa más. Si dividimos el total por la energía consumida (1.726 %
365), nos da 4,7 el kWh. Incluidos impuestos y tasas.
Una factura de Enersa en
Colonia Avellaneda, cerca de Paraná, por 834 kWh registra un monto de 10.250
pesos el bimestre, en los que están incluidos el 8,7 % de contribución
municipal más un 18 % de impuesto provincial más otro 16,5 % de tasa municipal
más el 21 % de IVA. Si dividimos el total por la energía consumida (10.250 %
834), nos da 12,3 el kWh, incluidos impuestos y tasas. Es decir: una vecina
del Gran Paraná, en esta provincia que produce la electricidad en Salto Grande,
paga el triple que su par de Buenos Aires. Así de sencillo.
Algo similar ocurre con las
pymes. Aquel inversor que quiera radicarse en el país sabrá que en la capital
de la colonia conseguirá energía más barata y mejores servicios, incluso
ferrocarril y avión, que no llegan a nuestra provincia, aunque sus déficits son
pagados por todo el país. ¿Dónde elegirá invertir?
Veamos otro ejemplo: una
factura de Edenor, para una casa de Buenos Aires, por 1.224 kWh, registra un
total de 9.542 pesos el bimestre (4.771 pesos por mes). Si dividimos el total
por la energía consumida (9.542 % 1.224), nos da 7,8 pesos el kWh. Incluidos
impuestos y tasas. Constatamos que la vecina del Gran Paraná sigue pagando
mucho más: 12,3, sobre los 7,8 que paga su par porteña.
Por “conceptos eléctricos”,
esa factura de Edenor (Buenos Aires) registra en un mes 3.745 pesos, y por
“impuestos y contribuciones” 1.025 pesos. Significa que los impuestos y
contribuciones agregan el 21,4 % en total en su factura. Mientras que la
factura entrerriana de Enersa, para una familia de obreros en una zona sin
mayores servicios (ni cloacas, ni gas natural, ni camino afirmado), en un monto
de 10.250 pesos incluye 4.167 pesos de impuestos nacionales y provinciales y
tasas municipales, o sea, el 40,65 %. Así, el Estado se queda aquí, en este
rubro, con el doble que su par de Buenos Aires.
Los ejemplos sirven para
mostrar que la diversidad productiva de Entre Ríos es construida y sostenida
por familias, obreros, obreras, profesionales, pymes, comunidades en fin, contra
viento y marea.
Daniel Tirso Fiorotto.
ANÁLISIS. Noviembre 2021.