Un panzaverde y un cordobés se animan al diálogo prohibido
Mente y no Mente, la obra de Roberto Campitelli y Fortunato Calderón Correa, señala en el cerebro humano condiciones sorprendentes y recupera tradiciones que responden a la confusión actual del Homo sapiens. Los dos pensadores, uno entrerriano y el otro cordobés, enfrentados en su concepción de la ciencia, tomaron el desafío del diálogo a pesar de todo y concibieron un libro de excepción titulado “Consciencia de Especie. Mente y no Mente”, que se encuentra en Internet.
No es un libro de los habituales, no entra en los parámetros más
divulgados, y su lectura requiere una buena sombra, un silencio de pájaros y un
mate largo.
La obra lleva este subtítulo explicativo: "Diálogo sobre la lex
perennis y el sustrato neurocognitivo del comportamiento de especie del homo
sapiens". Sus autores: Fortunato Calderón Correa, un paranaense con casa
en La Picada, y Roberto Campitelli, un cordobés radicado en Buenos Aires. El
punto de encuentro fue la poesía sin par de un joven entrerriano de Ramírez,
Duilio Graf, fallecido a los 20 años.
Campitelli, hoy con 87 años, fue compañero de estudios y amigo de Duilio
en Buenos Aires. Cuando el joven murió, su mamá le entregó a Roberto una
carpeta con poesías y él las conservó por décadas. Después de medio siglo,
viajó a Ramírez con su esposa Lucila y dejó una copia en el cementerio, para
que algún amigo o pariente las encontrara. La historia es conmovedora. Esas
letras llegaron por fin al pueblo natal de Duilio, y a las manos de Calderón
Correa que tiene un tío Graf. Entonces el paranaense, de amplios conocimientos
literarios, publicó una valoración de esos poemas en la agencia AIM y
Campitelli se sintió reconfortado cuando encontró, por Internet, esas notas. Y
bien, la historia es larga, pero ese fue el puente entre los dos escritores que
hoy comparten una obra.
Saberes
complementarios
A los protagonistas del diálogo no les importó la diferencia sino el
campo de la conversación y el respeto mutuo, alumbrado por ese sol que es para
ambos Duilio Graf. Y está claro desde el título y a lo largo de la obra
(publicada en Internet por el colectivo Último Recurso) que no forzaron una
coincidencia pero sí se entregaron a exponer puntos de vista harto
interesantes, con acercamientos notables, distancias también marcadas, y en un
lenguaje que permite la lectura a cualquiera, es decir: el libro no está
destinado exclusivamente a especialistas.
Claro: una lectura serena, doble y triple porque cada uno de los
exponentes resume en un total de 280 páginas una compleja variedad de aportes,
recientes y milenarios, en torno del conocimiento, la conciencia, el
comportamiento, las facultades poco exploradas del ser humano, la unidad que
subyace en seres en apariencia diversos, los desvíos producidos por la
separación moderna entre el que conoce y lo que conoce, entre el sujeto y el
objeto, en fin. Hay ciencia en la obra, ciencia en sentidos que se chocan.
Se observan en este intercambio dos tendencias, una más concentrada en
el homo sapiens, otra abierta a una mirada que disuelve las fronteras de las
especies, pero ¿complementarias tal vez? El desafío está lanzado, y de entrada
queda claro que hay vías distintas para el conocimiento y aquí no se sacan
chispas.
Del obrero a la neuróloga, del filósofo al psicólogo, y de ahí al
comerciante, la socióloga, el médico, el historiador, la ecologista: todos
podemos zambullirnos en este mar, para ver los rasgos reptiles y las dotes
suprahumanas en nosotros.
¿Hay en el ser humano una capacidad ociosa para el amor, la amistad, la
solidaridad, la armonía? ¿Y si la revolución anhelada por tantos consiste en
activar esa facultad extraordinaria, tapada por las herencias de tipo
oportunista que nos vienen de una antigua etapa reptil?
Campitelli funda sus expectativas en últimas adquisiciones de la especie
como el neocórtex, y observa el funcionamiento conjunto y armónico de los distintos
espacios de un cerebro que considera aún desaprovechado, estancado. Calderón
Correa mira mejor las condiciones del desapego y los saberes compartidos por
diversas culturas en todas las épocas, velados bajo el narcisismo moderno que
endiosa un modo de conocer y menosprecia los otros modos hasta desbarrancar en
este mundo ceñido a la cantidad, con el ser humano encerrado en el
antropocentrismo.
¿Es posible emancipar esa zona "nueva" del cerebro en esta
civilización decadente sumida en el egoísmo, la acumulación, el individualismo,
el consumismo? ¿Pero acaso no hubo siglos de vida comunitaria en la antigüedad,
en todos los continentes y muy claramente en Abya yala (América), y modos del
conocimiento integral, no compartimentado, que nos señalan más que un progreso
una decadencia, si vemos la tendencia actual al individualismo, a la división
de las cosas para conocerlas, la sobrevaluación de fenómenos transitorios, y el
atropello del ser humano con una soberbia que nos coloca al borde de la
extinción?
Ley
perenne y neurociencia
Veamos cómo los autores nos introducen al desafío del diálogo sincero:
"La neurociencia es una disciplina moderna en auge, que aspira a
desentrañar el mecanismo del comportamiento humano a partir de las incógnitas
que el cerebro guarda intactas todavía. La lex perennis es la herencia común de
la humanidad en todos los tiempos y lugares. ¿Hay un punto común en que ambas
coincidan? Este trabajo conjunto quisiera dar una respuesta que no podrá ser
exhaustiva porque la pregunta es inagotable".
Campitelli estudió ciencias de la educación y psicología social en la
línea de Pichón Riviere. Desde 1980 dirige con su esposa Lucila Lladó el Centro
de Investigación en Comportamiento Humano orientado a la exploración de los
comportamientos de gestión basado en su Cosmovisión "La
Biotrascendencia" y al análisis transdisciplinario con base de lógica
borrosa del sustrato neurocognitivo.
Calderón Correa, de proficua trayectoria en el periodismo argentino, es
conocido por sus aportes en torno de los saberes compartidos por civilizaciones
antiguas y vigentes de la India, China, África, Abya yala (América), Eurasia,
en fin, con énfasis en la capacidad intelectual para la comprensión, superadora
de las limitaciones que imponen los sentidos y la razón. El entrerriano ha
expuesto sobre los saberes perennes, compartidos por distintas culturas del
mundo, en sus obras Luz y A la luz de las tradiciones eternas, en las que
aborda asuntos de los más variados de la vida cotidiana, así sea la música en
Miguel Ángel Martínez, la solidaridad en Dominga Ayala y los isleros, la poesía
en el joven entrerriano Duilio Graf, los ritmos musicales de la región, la paz
y la agitación en el mundo, las tradiciones del altiplano y mesoamérica, con
visión crítica del sistema capitalista y de la modernidad occidental
eurocentrada. Diversos temas como hilos de una trama con fibras en Chuang Tse,
Lao Tse, Shankara y la doctrina advaita (no dual) y sus parientes en nuestras
tierras.
"El objeto de la lex perennis es universal: la totalidad de los
posibles, el infinito, el absoluto, la verdad. Estas son solo palabras
intercambiables que señalan –como un dedo puede señalar una estrella lejana–
aquello que no pueden designar las palabras; aquello que sin detenerse en
ninguno circula por todos los seres, que sin su fundamento no serían seres sino
nada", se lee en la introducción.
"El objeto de la neurociencia cognitiva es indagar en las
interacciones de 100.000 millones de neuronas para sorprender en ellas el
secreto de un comportamiento que parece patológico. Y desentrañar también por
qué nuestra especie asume un comportamiento egoísta a pesar de estar dotada
para la solidaridad y el altruismo. Esta tarea ciclópea está en pañales, como
todo ha estado una vez. Pero un camino de mil leguas comienza con un paso, y
ese paso urge, hay que darlo sin demora", dicen Calderón Correa y
Campitelli para romper el hielo.
Abordaje
decolonial
Nosotros vemos en este paso sin dudas un paso bien madurado. Cualquiera
que intente darlo a la ligera tropezará. El libro es apto para todos, excepto
para los apurados (que somos mayoría); por eso no es apto para todos. Como la
gran mayoría de las categorías del pensamiento y las instituciones que nos
rodean encajan en el mundo occidental y colonial, este abordaje no occidental y
decolonial puede encontrar resistencias.
Dicen los estudiosos: "El absoluto no es sistematizable. Todo
sistema organiza un sector recortado de la totalidad y termina con frecuencia
como estructura de poder; pero ante la totalidad cualquier sector es igual a
cero porque lo que deja afuera es todo. El poder, manifestación tangible y
sufrible de desequilibrio, está en el todo como una posibilidad más y entre
nosotros como manifestación; pero el todo sin recortes se refleja en nosotros
como armonía, conciencia plena y felicidad sin nubes, a pesar de los velos que
lo cubren y nos impiden reconocernos".
Y luego vuelven al otro polo del diálogo: "La neurociencia
cognitiva se funda en la experimentación y en la razón. La experimentación
verifica el caso singular, la razón trata de enlazar y concluir, pero no puede
superar sus límites. Por eso este trabajo conjunto no pretende ser prolijo,
sería una necedad. Apenas trata de esclarecer las sospechas de los autores y
razonar sus esperanzas; trata de ser un fósforo encendido en los oscuros
caminos de la humanidad actual, ensoberbecida y violenta, desesperanzada y
triste, que veja a la naturaleza".
Un
mundo mejor
Los autores pidieron al que esto escribe y a Lucila Lladó (graduada
también en Ciencias de la Educación y en la Primera Escuela de Psicología
Social de Pichón Rivière) algunas preguntas sobre los modos del conocer, que
fueron incluidas con sus respectivas respuestas en la obra. Al final de una de
esas contestaciones, dice Campitelli: "Descubrí algunas respuestas
evolutivas para la adaptación creativa a los permanentes cambios del entorno y
(para) estar alertas para tomar como especie las decisiones que correspondan en
el momento oportuno con los recursos funcionales de: -sus estructuras de la
capacidad de sus sentidos; -su ingreso selectivo de información de
sobrevivencia del antiguo tálamo; -con los sistemas reactivos ataque-fuga del
Complejo Reptil de la amígdala; -el acercamiento al otro a través del
formidable sistema de los mamíferos placentarios con lo cual accedimos a sentir
la piel del otro como nuestra propia vida; -luego la ordenada racionalidad del
neocortex; -y por último el potencial de los prefrontales con la esperanza de
un ser humano y un mundo mejor".
Campitelli ve en los prefrontales (la parte anterior de los lóbulos
frontales), una capacidad ociosa de la especie en la que funda sus esperanzas
en una humanidad solidaria y un mundo mejor. Hay allí una capacidad
inconmensurable para la sociabilidad y la comprensión mutua. Dice el cordobés
que estamos ante un cambio de circuitos cognitivos que promete otro paradigma,
y él espera (con fundamentos) que sea para bien. Sostiene que la tendencia agresiva
del humano actual muestra que no usa la corteza prefrontal sino su complejo
reptil, lo que equivale a decir en metáfora que estamos amando con los
estrechos límites de la nariz cuando podríamos amar con el infinito corazón.
Quién
soy
Calderón Correa, miembro cofundador del centro de estudios Junta Abya
yala por los Pueblos Libres, apunta que la doctrina perenne está distribuida en
todos los tiempos y pueblos, "pero esta característica solo la hace
general, no universal. Es universal porque no depende de la inteligencia ni de
la perspicacia de ningún pensador individual, a diferencia de la filosofía
originada en los griegos y tomada por la civilización occidental como herencia
propia. Tampoco depende del consenso de individuos, sino de un punto de vista
supraindividual, que se puede considerar el reflejo del absoluto en las mentes
individuales, llamado 'buddhi' en el hinduismo y que Aristóteles consideraba
más verdadero que cualquier ciencia. Esta instancia supraindividual es
denominada 'intelecto' para diferenciarla de la razón discursiva. El Mandukya
Upanishad, uno de los libros inspirados de la India –añade Calderón Correa–,
muestra dos pájaros, amigos íntimos, posados en el mismo árbol. Uno come los
frutos ácidos o dulces de la vida mientras el otro observa en silencio. Uno es
el ego, el otro el Yo. Del ego deriva todo nuestro conocimiento ordinario; en
el Yo reside la respuesta a la pregunta: ¿Quién soy? que es el contenido de la
lex perennis".
A lo largo de la obra se verán perspectivas y enfoques muy diversos, a
veces compatibles, incluso en la crítica a la ciencia de los compartimentos
estancos y la decadencia del mundo actual. Para la ciencia en que indaga
Campitelli se debe al derroche de facultades humanas, para las doctrinas que
muestra Calderón Correa estamos ante el agotamiento de un ciclo, es decir: las
miradas no son excluyentes.
"Hay que indagar cómo insuflar al mundo la energía que necesita
para despertar, para iniciar otro ciclo, conservando la confianza en que él
necesite de nuestra colaboración. O para que se abran en nosotros los órganos
corpóreos que contienen latente la posibilidad de superar la conducta regresiva
que nos lleva al abismo", coinciden los autores.
No son pocos los estudiosos que diluyeron los muros entre los modos del
conocer desarrollados y difundidos desde Europa y los de los demás continentes.
Aquí tenemos un ejemplo original, sin dudas, que desanuda prejuicios y diluye
las categorías impuestas y los compartimentos estancos.
Daniel Tirso Fiorotto. UNO. Lunes 11 de Febrero de 2019