Denunciar a los terratenientes de la Argentina con pelos y señales
La alianza de comerciantes, militares, banqueros y políticos para desplazar pueblos y registrar tierras, un proceso de siglos. Juan Vilar, historiador entrerriano, dio al respecto una conferencia inolvidable en Paraná, centrada en la propiedad de la tierra. Con los ingleses, dijo, los terratenientes se adueñaron del país y fueron principales cómplices de la matanza de los pueblos nativos en el siglo XIX para escriturar sus territorios.
“Los grandes propietarios finalmente organizaron este país, esta Argentina, y
por lo menos la gobernaron durante 100 años y su influencia socioeconómica
sigue siendo trascendente hoy día”, manifestó el estudioso en un relato
pormenorizado de las estrategias del gran capital (comerciantes, banqueros,
políticos, militares) para acaparar tierras, a sangre y fuego.
Para el autor de la obra “Revolución” y otras de una serie que está publicando
gradualmente la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos –Eduner-, la
apropiación de inmensas superficies comenzó con la invasión europea y la
incursión de los jesuitas, siguió con las leyes impulsadas por Rivadavia
(enfiteusis), y se consolidó con otras normas y con las matanzas de pueblos
originarios organizadas por Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca.
Tras enumerar a los principales terratenientes que marcaron al país ganadero y
granero, expresados en la Sociedad Rural Argentina y entidades similares que
supieron reunir a lo más granado de la aristocracia, el profesor se detuvo en
el contraste de ese capitalismo concentrado con el Reglamento de Tierras
dictado por José Artigas.
Es que el Reglamento, que cumplió 200 años en setiembre de 2015, fue la excusa
de la conferencia realizada en la sede de los docentes de Agmer Paraná.
El reparto
“Es 1815 un año de apogeo del federalismo y paz breve de la Banda Oriental, sin
la presencia de portugueses, españoles, y porteños que obstinadamente estaban
atacando al caudillo federal, porque su proyecto político (el de Buenos Aires)
era absolutamente antagónico al proyecto de Artigas de república federal y
popular”, dijo Vilar.
“Y precisamente este Reglamento de 1815 muestra a Artigas en toda su dimensión,
en este aspecto contradictorio con las políticas porteñas. Establecía la
distribución de las tierras entre indios, zambos, negros libres, criollos
pobres, viudas, en suertes de estancia de una legua y media de frente por otro
tanto de fondo, considerando que los más infelices fueran los más
privilegiados”.
“Y qué tierras: las de los malos europeos y peores americanos, es decir, los
enemigos de la revolución. O sea que el Estado confiscaría las tierras a los
terratenientes de la Banda Oriental para distribuirlas, pero entonces con
condiciones, y no como en la enfiteusis de Rivadavia sin ninguna condición más
que pagar el canon, que no pagaban”.
Un abismo
La conferencia se refería, precisamente, a la comparación del Reglamento de
Artigas con las políticas de Rivadavia, Rosas, Urquiza y Roca.
Vilar repasó la vida comunitaria y complementaria de los pueblos antiguos
de este suelo, que no concebían la apropiación del suelo, y luego recorrió las
propiedades de los jesuitas y descendientes de Garay y Hernandarias,
pasando por las extensiones del marqués de Yavi (en sus distintas generaciones)
que sostuvieron en el noroeste la encomienda de indios hasta el siglo XX; como
las estancias de los Vera y Mujica, Larramendi, García de Zúñiga, Barrenechea
en el litoral, sostenidas con las armas.
El orador se detuvo en la ley de Enfiteusis dictada por Bernardino Rivadavia,
que entregó más de seis millones de hectáreas en la provincia de Buenos Aires
con un canon cuyo valor dependía de la opinión interesada, por supuesto, de los
mismos enfiteutas, y que aun así no pagaban.
“Con la recaudación del canon el gobierno por lo menos iba a afrontar la
amortización y el pago de intereses del empréstito (de la Baring Brothers), que
importaba por año 325.000 pesos fuertes… A partir de la entrega de tierras, el
estado recaudó algo así como 4.000 pesos”, comparó Vilar.
“Aparecen ya los apellidos de Anchorena, Álzaga, Arana, Díaz Vélez, que en
época de Rosas con motivo de una ley de mayo de 1836 se van a convertir en
compradores de los grandes latifundios de los que habían sido enfiteutas”.
Las tierras de enfiteusis y las que se quitaron a los pueblos nativos en las
primeras campañas fueron para militares, comerciantes, amigos y familiares. “La
campaña de Rosas contra los indios no fue tan bondadosa como dicen los
historiadores rosistas. En el testamento, Rosas dice que habían dado muerte a
más de 20.000 indios, qué bondadoso ¿no?”, ironizó el historiador de Paraná.
Urquiza
En Entre Ríos alcanzó grandes propiedades Justo José de Urquiza, siendo
gobernante. Si bien en el litoral se iniciaron colonias agrícolas (Esperanza,
San José, etc.), eso no ocurrió en Buenos Aires, donde siguieron apareciendo
familias acaudaladas como la de Pedro Luro, o los Peralta Ramos.
Sobre Urquiza, dijo Vilar: “Se considera que tuvo alrededor de un millón de
hectáreas, desde la década del 40 hasta su muerte. Las heredaron sus hijos e
hijas, y ya divididas las estancias de Urquiza, las conservaron sus
descendientes. Por ejemplo, la estancia San Pedro, de la que terminó siendo
propietario el general Luis María Campos. De ahí los Campos Urquiza. O la
estancia Santa Cándida, donde hay un palacete, que terminó quedando en manos de
los Sáenz Valiente. Y descendientes de Urquiza fueron los que donaron las
tierras acá sobre las barrancas del Paraná, donde Bertozzi después realizara el
Parque Urquiza”.
Martínez de Hoz
Ya sobre la llamada campaña al “desierto” de Roca, dijo Vilar: “El desierto era
la pampa húmeda y semiárida. 60 millones de hectáreas… Esta campaña en parte
iba a ser financiada por ‘generosos’ comerciantes y también terratenientes de
Buenos Aires que iban a comprar anticipadamente una legua cuadrada por 400
pesos fuertes. Se ponían en venta en total 4.000 leguas cuadradas en 4.000
bonos del estado. Con esto el estado iba a recaudar 1.600.000 pesos fuertes.
Eran los adelantados en comprar de antemano las tierras que fácilmente serían
ganadas porque ya el indio no tenía la menor posibilidad de enfrentar los
adelantos tecnológicos de que disponía el gobierno nacional. Principalmente el
Remington, el arma a repetición en el ejército de Roca, pero además el
telégrafo y parte de las líneas ferroviarias que avanzaban sobre territorio
bonaerense”.
“Algunos comerciantes de Buenos Aires financiaron la campaña a través de la
compra de bonos, y se hicieron de algunos ‘terrenitos’. Por ejemplo la familia
Martínez de Hoz, hasta ese momento de comerciantes. Compró la friolera de 1.000
leguas cuadradas, dos millones quinientas mil hectáreas”, subrayó Vilar.
La conferencia del historiador giró en torno del despojo y la matanza de indios
para desocupar las tierras que entregarían a las altas clases sociales; a las
arremetidas del ejército y a las maniobras para hacer enfrentar a los pueblos
originarios entre sí, en distintos gobiernos.
Ya con varios siglos de experiencia, la expulsión de habitantes y a la vez la
destrucción del ambiente para los negocios de carnes, granos, inmobiliarios o
especulativos ha quedado en el ADN del poder de la Argentina, que es en
definitiva lo que desbrozó la conferencia de Juan Vilar.
Las marquesas pontificias
y los marqueses de
Yavi
En el abanico de los terratenientes que presentó Vilar aparecen casos curiosos
como las encomiendas de Jujuy, o la historia de Adelia Harilaos de Olmos.
“Rosas fue comandante de la frontera de Río Cuarto antes de su campaña y ahí
intimó con un gran comerciante que se llamaba Ambrosio Olmos. Fue proveedor del
ejército en la campaña. También gobernador de la provincia de Córdoba”.
“Gran visionario y comerciante, Olmos va a comprar pacientemente los pequeños
predios que les tocaron a soldados, suboficiales del ejército, y se convertirá
en uno de los hombres más poderosos de la Argentina”.
“Era casado con Adelia Harilaos que va a enviudar siendo joven. Esta señora
será una de las tres marquesas pontificias en la Argentina, gran beneficiaria
del Vaticano. Donó palacios, donó dinero en cantidad al Vaticano, y ahí se fue
la herencia que dejó Ambrosio Olmos”.
La aristocracia
Terratenientes más o menos déspotas, más o menos ilustrados, más o menos
“filántropos”. Oligarcas de uno u otro lado en las luchas fratricidas. Algunos
benefactores del Vaticano (con las tierras saqueadas al indio), otros
exprimiendo la connivencia con los jefes políticos. Los poseedores de grandes
latifundios no encajan en un solo molde. Ni los de ayer ni los de hoy.
La acumulación de propiedades comenzó con la invasión europea y no se sabe
cuándo terminará, pero hay momentos clave que definen la historia, como La
Forestal de los ingleses en el gran Chaco mencionada por Vilar, como la
participación infame de Lucas González; o las extensiones del tamaño de
verdaderos países de los Martínez de Hoz.
Ayer Álzaga Unzué o Mackinlay, hoy Carlos Pedro Blaquier del imperio Ledesma.
Ayer Anchorena o Calvo Menéndez Behety, hoy Eduardo Elsztain del imperio
Irsa-Cresud o el correntino Lázaro Báez hacendado en la Patagonia. Todos
descendientes de viejos encomenderos, o amigos del poder en sucesivos
gobiernos, sean dictaduras o “democracias”, y benefactores de distintas
religiones y partidos. Ingleses, italianos, argentinos, el gran capital no
repara en bandera ni credo.
Los nombres cambian; el destierro (cuando no la muerte) de muchos indios,
obreros, campesinos, por la avaricia de unos pocos es lo que permanece. De
hecho, el despoblamiento de vastos territorios y el hacinamiento es marca
registrada de la Argentina.
Sin embargo, no faltaron advertencias, alertas y acciones contra la
concentración de la propiedad de la tierra a lo largo de la historia, y entre
ellas resplandece el Reglamento de Artigas. Allí se paró Juan Vilar en la conferencia
convocada por Agmer Paraná y el centro de estudios artiguista Junta Abya yala
por los Pueblos Libres, para analizar el problema ocasionado, en las antípodas,
por la burguesía terrateniente.
En el noroeste
“Es algo excepcional lo sucedido con el más grande propietario de este
subcontinente que fue el marqués de Yavi (marquesado del Tojo). A través de
distintas encomiendas el marqués de Yavi fue señor de toda la Puna argentina y
boliviana”, recordó Vilar.
“No deja de ser curioso también que el cuarto marqués de Yavi adhirió a la
revolución de 1810 y después de luchar al lado de Güemes, sobre todo, fue
tomado prisionero y murió en el cautiverio (Ese marqués era Juan José Feliciano
Fernández Campero Pérez de Uriondo Martiarena). Pero finalmente hubo un quinto
marqués de Yavi que reconquistó las tierras, o se las devolvieron. Y en ese
gran latifundio por muchísimo tiempo, mucho más allá de mayo de 1810, de la
Asamblea del año XIII con sus reformas, los indios que habitaban esas tierras
siguieron pagando tributo, derechos, al señor de Yavi. Hacia la década de 1870
los pueblos indígenas y algunos criollos que habitaban esas encomiendas se
revelaron y se produjo un enfrentamiento mezclado con la lucha de mitristas y
federales. El asunto fue a recalar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación
que finalmente resolvió que los fundos de Cochinoca y Casabindo eran de la
provincia. Pero resulta que los otros fundos de los marqueses de Yavi o sus
descendientes continuaron siendo de su propiedad y los habitantes siguieron
pagando tributo ¡hasta entrado el siglo XX!”. “Señalo esto que puede ser una
referencia muy colateral porque aquí en nuestro país se sancionan leyes
solemnemente, las estudiamos, por ejemplo la actitud de la soberana Asamblea
del XIII que eliminó las encomiendas… y pasado un siglo los descendientes
seguían cobrando tributos”.
De los Alvear al Petiso orejudo
“Entonces, quiénes fueron favorecidos por la distribución de tierras
expropiadas, confiscadas, saqueadas, a los nativos por Roca en su campaña”, se
preguntó Juan Vilar en la conferencia, y respondió: “Por ejemplo: Diego y
Torcuato de Alvear recibieron 97.500 hectáreas cada uno. Saturnino Unzué, gran
propietario antes de esta generosidad que tuvo Roca con él, 250.000 hectáreas.
Cambaceres 120.000, Eduardo Casey 270.000. Un personaje interesante Casey que
terminó fundido debido a sus arriesgados negocios. Aparece el hermano de Roca
con 42.000 hectáreas. Roca se quedó con la estancia La Larga, 60.000 hectáreas.
Marcelino Ugarte, que después fue apodado el Petiso orejudo, gobernador gran
fraudulento de la época conservadora, 175.700 hectáreas…”
Tierra, colonia y capital financiero
Afirmó Juan Vilar que los terratenientes “fueron sí los dueños del país junto
con los ingleses”, y mostró la casta terrateniente en presidentes y ministros.
Tras el atropello europeo se dio el atropello ya “argentino” con los Rivadavia,
Rosas, Urquiza, Roca, y con alta presencia de la diplomacia y la banca
extranjera. Una vez consolidado el reparto en enormes estancias, los
presidentes, vicepresidentes, ministros estuvieron en su mayoría ligados a esa
casta.
“Fueron casi todos grandes propietarios. Por ejemplo, Francisco Madero,
Norberto Quirno Costa (vicepresidente), Carlos Pellegrini (presidente), Luis
Sáenz Peña (presidente), Bernardo de Irigoyen (gobernador de Buenos Aires),
Eduardo Racedo (gobernador de Entre Ríos y compañero de Roca). Carlos Tejedor
(gobernador de Buenos Aires)…”.
“A partir de este momento, la clase dirigente argentina fue casi toda
terrateniente. Hayan sido militares, comerciantes, intelectuales, etc.
Estas grandes familias se convirtieron en la clase alta de Buenos Aires y se
apoderaron del país. Las propiedades sufrieron subdivisiones con el tiempo.
Pero entonces llegamos a la época actual en que todavía estos apellidos de la
clase alta siguen siendo grandes propietarios”.
“Los ingleses en esta ápoca de gran reparto van a ser también grandes
propietarios. Con Rosas muchos comerciantes y dueños de predios en la provincia
se van a convertir también en acaudalados. Los ingleses harán los ferrocarriles
y quedarán como dueños. Propietarios de grandes empresas, por ejemplo de
frigoríficos, empresas de telégrafos, de electricidad. Además, el crédito
Baring Brother todavía no se terminaba de pagar pero desde Mitre, para
financiar fundamentalmente esa guerra que bien merece llamarse de la Triple
infamia, del Paraguay, habrá un nuevo período de endeudamientos, de préstamos
otra vez con la Baring Brother y con otros bancos de Gran Bretaña”
Daniel Tirso Fiorotto.
UNO. Domingo 11 de Octubre de 2015