Folklore (I): Descolonizar y atesorar la cultura en aulas sin patrón

Coleccionistas y guardias de un patrimonio sonoro sorprendente cultivan artes nativas y disfrutan remar contra corriente, empeñados en difundir y descolonizar. (Nota 1 de tres).

Son artistas, comunicadores y comunicadoras, periodistas con una vocación única: escuchar a la vecindad y difundir sus obras, sus talentos, sus reuniones musicales, como quien riega un jardín sin reparar en la fama de cada flor.
Mujeres y hombres que guardan con celo las voces, los instrumentos, las letras, las entrevistas, y así han creado un museo vivo, siempre renovado, interactivo, de las riquezas musicales y literarias, con varias sedes más o menos intercomunicadas. Y todo a pulmón.

Aquí les preguntamos y nos responden sobre sus inquietudes, su modo de organización, su firmeza en la tarea de descolonizar, sus críticas a un sistema naturalizado que tiende a menospreciar los aportes culturales locales y a allanarse a los mandatos mercantiles. Esa estructura colonial fluye en diversos rubros, y es la que tiene a menos esas aulas maravillosas de la cultura, los programas radiales, que no responden al esquema impuesto, que se abren a los clásicos como a las innovaciones, con el oído bien dispuesto y afinado para apreciar y celebrar el arte.


Barbecho y consagrados

 

*Esas aulas libres, populares, pueden llamarse La Calandria, De Raíz, Esencia, Estampas Provincianas, El Tren Zonal; o tal vez Cielos de Provincia, Nuestra Identidad, La Peña de Costa a Costa, Panza Verde Bien Tagüé, en fin, por nombrar sólo un puñadito, entre decenas de encuentros por el estilo, aquí y allá, cada cual con sus singularidades. Disculpas: no hacemos un listado por falta de espacio y por ignorancia. Pero las cultoras y los cultores afloran en la gran ciudad y en el caserío rural, en radio, en televisión, en emisoras que dan unas horas por semana o, como Madrigal (vaya nuestra reverencia), dedicadas por completo a la música. Este reconocimiento las y los incluye, no deja a nadie afuera, claro está.

Allí los nombres de nuestros pagos, en las canciones, en los encuentros culturales, porque así como encontramos artistas señalados, gente de letra y música en la consagración, como los Messi y los Maradona en el fútbol, también hay todo un barbecho en el día a día, incluso con versos que por ahí desafían la gramática, y que van dando vida y alegría y conciencia.

No faltará en estos espacios un chamamé de Rocío Palazzo interpretado por Carlos Aguirre, bajo el neologismo, “Pasarero”, porque es verdad, qué pasarero es el río. Ni faltarán una polquita de Ricardo Zandomeni que en “La vuelta del carro verde” se acuerda de Regina esperándolo en Spatzenkutter; una chamarrita de un joven Facundo Torresán dedicada al “Pocho” de Pronunciamiento; o un Hernán Rondán Grasso haciendo gambetas para llegar a Colonia Celina. ¿No son artistas de esta tierra quienes les dan la bienvenida a los nombres, los hacen familiares, con anécdotas de pago chico y corazón grande?

Allí, en esas aulas, los temas nuestros, pero sobre todo el arte, sin fronteras. Siembra y cosechas, ambiente en peligro, río, oficios, amores; la mujer de la isla, los sueños, las luchas, los pájaros, sea en las alegorías de Linares como en los labios de Rubén Cuestas. Y lo lindo es que esas aulas tienen las ventanas abiertas, cualquier puede escuchar sus entregas.

“Miel la voz del cardenal/ que rompe la desazón”, se escucha en el chamamé del Ale Ciancio, porque es en nuestros artistas donde emergen los frutos, los temores, las mieles. “Pedazos de colectivo y canoas enterradas/ todo al óxido rendido y el Gualeyán en la cara”, susurra el chamamé de Ricardo Maldonado. Podríamos detenernos horas en recordar y descifrar las manifestaciones de un cancionero metido en estos barros hasta el tuétano, como aquellos hacheros “repodridos de injusticias y jornales pobres”, que pinta Víctor Velázquez y cuentan los hermanos Benítez Ríos.

 

Algunos lujos

 

Pedimos a los cultores de la música en programas radiales que eligieran algunos temas recientes para compartir con la gente que lee. “Sólo un abrazo” de TolatoTrzuskot y Gustavo Machado, recomiendan con otros temas el músico y periodista Gustavo Surt y la cantante Graciela Castro Bagnasco, desde Chajarí. Surt conduce, desde hace décadas, los programas Inquietudes y De Raíz, en Chajarí.

Lautaro Alarcón, al frente de La Calandria con su hermano Lisandro y Soledad Castañares, desde Paraná, señala el chamamé “La flor del monte”, de y por Natalio Sturla en el acordéon. Y Soledad apunta a dos mujeres y dos chamamés: “El patio del ayer”, de Marcia Müller, “La Muda” de Maru Figueroa.

Haydeé Chaparro y Guido Tonina, integrantes del Dúo Enarmonía, que reviven Esencia cada semana desde Paraná, se vuelcan por una zamba: “La bailarina”, de Mario Díaz y Juan Vicente Díaz.Mientras que Elio Kohan, fogonero del programa Panza Verde Bien Tagüé desde Avigdor y Bovril, elige un rasguido doble de Raúl Benítez Ríos “Pajonal, pan y sudor”, interpretado por Roque Mario Erazun. Ahí nomás, Carlos Casís, el Mange, alma mater del programa Estampas Provincianas de La Paz y Paraná, y del encuentro Cuando el Pago se Hace Canto, a nuestra pregunta responde no con un tema de estos años sino con un clásico y dice “Por Santa Rosa me voy al río”, de Cacho González Bedoya y Tarragó Ross. (Todos eligieron varios temas, aquí resumimos algunos a capricho, como botones de muestra, claro).

 

Fragmentación colonial

 

Es bastante común escuchar obras de folklore o proyección folklórica en programas exclusivos del género, un triunfo de la modernidad colonial uniformadora, que logra fragmentar la realidad y desnaturalizar comunidades diversas e invisibilizar interconexiones.

La colonialidad da recetas para todos, y en estas aulas abiertas lo que escuchamos es la variedad de comunidades, de ritmos, de historias, de paisajes, de lenguas. La colonialidad es vertical, y aquí somos testigos de un diálogo horizontal con expresiones del arte y la naturaleza. La colonialidad selecciona artistas del palo y del mercado, y aquí constatamos una actitud de resistencia para reconocer un lugar a todos, a todas, sin discriminación. La colonialidad menosprecia el entorno, y aquí el entorno está en el centro. Por eso nos inclinamos ante estas maestras, estos maestros, gente sin chapa que deja a un lado sus nombres propios para hacerle un lugar a la vecindad, y a quienes el sistema quisiera arrinconar, encerrar en espacios bien definidos, para que sus prédicas no tiñan el conjunto. Y es que la colonialidad es maestra en compartimentar, en fragmentar, y la cultura, en cambio, como la cuenca, cruza fronteras tontas sin pedir permiso.

No hay que pensar en esta resistencia como un combate de un par de horas: remar contra la corriente les lleva la vida entera. Porque el sistema a cada paso intenta aplicar sus fórmulas por vías insospechadas (empresas, funcionarios, academias colonizadas, privilegiados diversos), de manera que un espacio que no reconoce límites exige una actitud constante para sostenerse y no doblegarse.

Las y los protagonistas radiales no son un bloque, no piensan lo mismo, pero reconocen que están en compartimentos estancos, que en el conjunto de la radiofonía los ritmos tejidos por siglos en esta tierra están casi vedados, de manera que en la mayoría de los programas se eligen otros ritmos para acompañar la información, el deporte, el entretenimiento; y en los lugares de encuentro social, un restaurante, un bar, un club, escuchar una zamba, un chamamé, una milonga resulta casi un hallazgo.

Hacedoras y hacedores, se llaman a veces, y en eso suelen tapizar las paredes de sus casas con discos, casetes, libros, no sólo para disfrutar a solas o en familia, sino para entregarlos al pueblo en cada ocasión que se presente.

Estamos ante una rama del periodismo y la educación que no se ajusta a los cánones. Las personas seducidas por este oficio se van forjando un camino propio con la suma de saberes y obras en distintos soportes, para convertirse con el tiempo en especialistas, gente de consulta. Pero de esos especialistas que no se fijan en un punto sino que miran cada aporte en su contexto, cada fibra en su trama, como si se entregaran al complejo diálogo de la cultura y la naturaleza.

 

Tradición y símbolos

 

Hablamos con Gustavo Surt, Graciela Castro Bagnasco, Carlos Casís, Haydeé Chaparro, Guido Tonina, Elio Kohan, Lautaro Alarcón, Soledad Castañares, Ricardo Maldonado, Verónica Nardín, Roberto Lázaro, Celia Taffarel, Mario Escobar y Facundo Torresán, entre otros cultores. Están en la música, la composición, la poesía, la interpretación, el canto, la comunicación, el periodismo, y si bien muestran miradas distintas tienen un punto de intersección: la preocupación por las desventajas de la cultura regional ante los embates uniformadores del sistema. Y el empeño extra que deben poner para defender espacios, en algunos casos con escasos auspiciantes, casi siempre con buena onda en los directivos de los medios radiales, pero estimulados por una fuerte vocación hacia la promoción cultural.

Pero vale una introducción porque en estas aulas libres mantenidas con enorme esfuerzo personal y grupal (y ahí su dificultad pero también su virtud); en estas aulas populares donde no se forma fila ni se toma distancia ni se reza a próceres racistas; en estas aulas, digamos, aparecen las voces ancestrales, se valoran los idiomas nativos, la toponimia, se recuerdan fechas gloriosas de la región, a salvo de la verticalidad colonial que nos ha convertido en falsos deudores de una casta metropolitana. En estas aulas están los primeros trazos poéticos de la juventud, aquí se divulgan las actividades de las cooperadoras con la cooperación de las y los artistas. Y aquí está la defensa del ambiente junto a la melodía, está la reunión social que procura fondos para el hospital; están las tradiciones más genuinas, el mate, la celebración de la Pachamama, la minga; como están también los momentos históricos fundacionales y los símbolos que nos expresan por encima de rencillas menores: el cardenal, el hornero, el ceibo, la diagonal roja, la wiphala, el sapucay.

 

Avigdor, Chajarí y Paraná

 

Desde el nordeste, Gustavo Sur y Graciela Castro Bagnasco respondieron a dúo. Nos recordaron que el 22 de octubre se cumplieron 38 años de salida al aire del programa “Inquietudes”. Se emitía por Radio Chajarí (AM 940) y abordaba temas variados, incluidos culturales, históricos, relacionados con la región. Lo pasaron a la televisión, entonces Surt comenzó otro programa en la radio, “De Raíz”, que se emite de lunes a viernes de 18 a 19 horas, y lleva ya 31 años en el aire.

Desde el centro noroeste, Elio Kohan conduce Panza Verde Bien Tagüé los sábados a las 13.30 en vivo, desde que se inició en abril del 2014 en Avigdor. Se mantuvo en ese horario luego de desembarcar en FM Natural en Bovril en septiembre de 2016. Además salió en otras radios cómo FM La Colina en Sauce de Luna, FM San Martín en La Paz, y actualmente en FM Reconquista, José León Suárez, Buenos Aires, y FM Aires de la Huella. en Salta (radio que pertenece a uno de los hijos del saucelunero Rubén Benítez Ríos).

En la capital, el Dúo Enarmonía conduce el programa Esencia, los sábados y domingos de 10 a 12 por radio UNER, y retransmiten en distintos momentos las emisoras de UNER en Concordia y Concepción, la emisora Regional Oro Verde, y radios de Federación y Ramírez, de donde son oriundos Guido Tonina y Haydeé Chaparro.

—¿Suelen llevar artistas en vivo?

Gustavo y Graciela:—Los artistas en vivo son una constante. Notas con artistas también. Hay, incluso, artistas que pasan por Chajarí cuando viajan y llegan a la radio para participar del programa. No necesitan invitaciones.

Elio:—Desde los comienzos el programa tuvo el cobijo de las cultoras y los cultores, tanto de aquellos con amplia trayectoria como quienes ofrecen su música para la ronda de amigos. Es difícil hacer nombres, pasan muchos de aquí, y también de afuera como Orlando Vera Cruz, Ramón Ayala.

Guido y Haydeé:—Solemos llevar invitados al piso, y también realizamos notas vía telefónica.

—Hemos estado en bares y restaurantes de distintas ciudades de Entre Ríos y, en general, la música funcional del lugar no incluye chamamé, milonga, zamba, chamarrita, ni se escuchan nuestras guitarras, nuestros pianos, acordeones… ¿A qué se debe? ¿Conocen excepciones a esta regla? ¿Qué se podría hacer para que incluso las y los turistas puedan disfrutar de nuestros artistas?

G y G:—Andamos bastante, pero no sabemos de bares o confiterías donde la música funcional que difunden sea propia de nuestra región cultural y con raíces de acá. Debe haber, seguramente, pero no serán muchas. En ciertos lugares pueden pasar algún tema, lo que no cambia la realidad. Para cambiar esto habría que variar el gusto de la gente. Ningún lugar difundirá música que a la mayoría de la gente le disguste. De manera que habría que apuntar a eso: difusión, conocimiento, enseñanza en las escuelas.

G y H:—En nuestra provincia nunca hubo un criterio para elegir a los responsables del área de cultura, como así tampoco para promover a que nuestros músicos tengan difusión, salvo honrosas excepciones. Una cosa que se podría hacer desde quienes manejan presupuestos culturales del estado es facilitar medios para que los artistas tengan allanados los caminos a sus propuestas, de manera abierta sin restricciones y también, como decía un amigo periodista, que se descuenten impuestos provinciales y municipales a los privados que destaquen en sus góndolas materiales de difusión de artistas locales, y contraten y difundan música de creadores de nuestra provincia.

E:—Es muy poca la difusión que tienen estás temáticas, estas artes; en las FM es casi nula, excepto grandes esfuerzos. Se dedican (desde mi punto de vista) al cancionero livianito y masivo del momento. Veo un gran crecimiento en la autogestión de espacios, que también tienen llegada en la gente. Muchos de los festivales son usados para catapultar a algún candidato que usa la masividad para darse a conocer y muy pocos sostienen una cartelera que intente respetar estas expresiones. Los turistas vienen a Entre Ríos y ven a algunos cultores (sin mala intención, pero es lo que desde los proyectos de los ministerios se ofrece) actuar en los emprendimientos termales, por ejemplo, y eso atenta contra la cultura de estos pagos, ya que por ejemplo uno de esos emprendimientos ha destruido el balneario La Curtiembre en La Paz, el río de Linares, o el de Julio Migno (frente a San Javier). Entonces se lleva un mensaje confuso de lo que es la cultura entrerriana, fuertemente ligada a la defensa de la vida en armonía con los espacios que habitamos, así lo demuestran algunas canciones que hablan del río, el monte, la biodiversidad, las luchas en defensa de la soberanía.

Miran desde distintos ángulos, garantizan permanencia, se abren a las diversas manifestaciones, y cualquiera podrá encontrar en sus archivos un mundo artístico excepcional, a disposición, con aportes que se potencian mutuamente y abonan a las nuevas generaciones. El diálogo con una quincena de cultores y cultoras de las artes de la región continuará en los próximos dos domingos.

 

(Siguen los títulos: “Folklore (II): Cultivan y difunden los saberes hondos, todo a pulmón”; y “Folklore (III):Artistas y periodistas desafían a la academia: ite viniendo”.


Daniel Tirso Fiorotto. UNO. 13 de diciembre 2021 - Nota I, de tres.


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