Ese legado del papa Francisco que celebran los ambientalistas
Valoración de la casa común en las asambleas. Este 18 de junio cumple siete años la encíclica verde del papa Francisco, libro de referencia ya en la ecología. El Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché ha difundido, como pocos, el contenido de la carta encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común”, que el papa Francisco dio a conocer en junio de 2015, cuando llevaba apenas dos años de pontificado.
Con
Mingaché hemos escuchado a decenas de líderes de la lucha por el ambiente sano
con referencias a Laudato si’, y lo mismo podemos constatar en documentos de
asambleas y foros de la ecología, siempre acudiendo a uno de los 246 puntos que
toca la carta verde de Francisco, a veces para señalar el rumbo tomado por la
humanidad, a veces para sostener razones en temas muy específicos: basurales,
contaminación del agua, insecticidas y herbicidas, desmontes, etc.
No hay conformidad total con la encíclica. Lo
que dicen los estudiosos del grupo Mingaché, con sede en Larroque, es que
frente a lo que había, la encíclica es un oasis. Y hemos escuchado
señalamientos similares en otras organizaciones, como se verá.
En la medida que los problemas se acumulan,
la voz papal adquiere más vigencia. Quemas intencionales medidas
en kilómetros cuadrados, destrucción de árboles, pastizales, nidadas, miles de
ejemplares de la fauna calcinados, todo ello dicho en estadísticas preocupa,
pero a la vista, a campo, conmueve hasta las tripas. Y ocurre aquí.
Inundaciones provocadas por la deforestación, con todo lo que ocasionan a las
familias, a los animales, y al suelo mismo por la erosión artificial debida a
la velocidad del agua sin el “obstáculo” de los pastizales o los montes.
Contaminación de aguas y suelos con distintas sustancias. ¡Cuánto para estudiar
y mitigar!
Se han hallado peces y aves que cargan en sus
cuerpos los efectos del descuido humano. Cursos de agua
convertidos en cloacas, saturados de efluentes industriales o tapizados de
basura. Nailon, plásticos, gomas, en los hediondos cauces de arroyitos hasta
ayer cristalinos. Modos de producción concentrados en la ganancia y la
cantidad, con menosprecio de la mirada integral que incluiría una atención
delicada sobre el destino de esas mariposas, esas abejas, esos pajaritos, esas
hierbas; una mirada holística que no relegara el suelo, la diversidad de
alimentos, el acceso a la tierra, el arraigo, la vida comunitaria, la salud del
agua por que sí, no sólo porque sirve al ser humano.
Intentos
de represamiento en ríos de llanura, fumigaciones a troche y moche,
manipulación genética, uso desconsiderado de combustibles. Y qué decir del
extractivismo aquí y allá, con todos sus peligros. En fin: son numerosos y
hondos los problemas que enfrentamos y que ponen en riesgo la salud de las
personas, la vida desde el embrión en distintas especies incluida la nuestra, y
la vida misma en el planeta por los efectos del sistema que están incidiendo en
la temperatura, con consecuencias impredecibles. Los pronósticos son alarmantes,
y Laudato si’ los expone con claridad.
Y
bien: las mujeres y los hombres más enfocados en el ambiente han recibido como
un regalo del cielo esta encíclica. Ven en la autoridad que aún conserva el
Papa en el mundo un aceite para los caminos de la conciencia y la lucha. Si el
mismo libro hubiera sido escrito por cualquier Fulano con las mismas verdades
no serviría tanto porque se sabe que ciertos sectores de poder son permeables a
los prestigios.
Entre
los mensajes de mayor gravitación universal del Papa argentino está sin dudas
Laudato si’, que este mes cumple siete años. A pesar de que Francisco nunca
viajó a la Argentina en su gestión, por esta vía ejerce influencia en asambleas
y foros que movilizan a las personas por asuntos comunes, sin contar las
protestas sectoriales, abundantes en un país como el nuestro que vive a los
tirones. Esta carta verde ha provocado un giro en la relación de la Iglesia con
la sociedad toda. Y es que uno de los problemas vitales del momento, la
destrucción del ambiente, encuentra atención muy detenida en Laudato si’,
compendio extraordinario, con datos, reflexiones, guías, cosa que no ha logrado
ningún otro jefe de estado del mundo.
Si
la salud ambiental y la integración del ser humano en su paisaje son temas que
están en el corazón de los pueblos ancestrales, y también constituyen
inquietudes generalizadas para el futuro, vemos que la Iglesia se metió de
lleno en la conversación, o por lo menos eso
intentó Francisco. Y en parte lo consiguió: aquí leemos su prédica incluso
en los tribunales de Entre Ríos, porque no hay acción de amparo contra los
atropellos del sistema que no transcriba algunos párrafos de Laudato si’ en la
fundamentación.
¿Un
Papa que se va?
Presionado
por los padecimientos físicos que le provocan el pie plano, la artrosis en su
rodilla, la ciática, las operaciones en el colon y en un pulmón, y por su temor
a las anestesias, el papa Francisco no descartaría renunciar, siguiendo los
pasos de su antecesor, Benedicto.
El
Vaticano anunció un consistorio para el 27 de agosto, en el que concretará el
nombramiento de 21 nuevos cardenales, algunos de los cuales podrán ser
electores cuando deba nombrarse un nuevo papa. Enseguida realizará una
capacitación de los cardenales sobre las recientes reformas apostólicas. Entre
los cambios promovidos por Francisco, se permite que las mujeres estén al
frente de oficinas del Vaticano, se limitan los mandatos,
se atenúa el centralismo de la Santa Sede.
Frutilla del postre: días atrás el Papa dijo
en broma que antes de operarse de la rodilla prefiere renunciar. Como en otra
ocasión había confesado que lo que necesitaba para afrontar sus dolores era un
tequila. El buen humor del Papa no quita la posibilidad de su dimisión. O por
lo menos digamos que su eventual renuncia no sería, a esta altura, una sorpresa
rotunda,
como sí lo fue la de Benedicto.
Y
es que Francisco ya no pudo realizar algunos ritos en Semana Santa, ni
descender de las escalinatas del avión en algunos viajes; en las audiencias más
recientes se lo ve en silla de ruedas, y este viernes decidió postergar por
indicación médica una gira organizada por países de África para los primeros
días de julio. Todo se le complica últimamente.
En
2023 Francisco cumplirá 10 años al frente del Vaticano y aunque es de suponer
que los sacerdotes no se atienen a redondeos, una década deja una sensación de
tiempo redondo que invita a reflexionar, a revisar lo hecho y seguir adelante.
O ceder el bastón a otro.
Un
Cántico de 800 años
Cada
uno de los 246 puntos de la encíclica da para pensar largo y tendido. Hay
fragmentos en los que el Papa argentino logra pegar un volantazo en la Iglesia,
en la comprensión de las cosas, y admite en el punto 67 que los cristianos a
veces “hemos interpretado incorrectamente las escrituras… hoy debemos rechazar
con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios, y del mandato de
dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas”,
afirma, y apunta que la Biblia manda a
“labrar y cuidar el jardín del mundo”.
Además,
Jorge Bergoglio eligió para su pontificado el nombre del santo que precisamente
puso de relieve la hermandad de los seres en su lúcido “Cántico de las
criaturas”, de vigencia inagotable, con alusiones al sol, la luna, el fuego, el
viento, el agua… “Alabado
seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y
gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”, leemos en el cántico de
san Francisco de Asís. La obra del año 1024 fructificó 800 años después, en
este cambio profundo con influencias en los cristianos, en otras creencias y en
la vecindad común.
Está
clara, entonces, la fuente de Francisco. Y él mismo lo apunta en Laudato si’,
desde la primera línea. “‘Alabado seas, mi Señor’, cantaba san Francisco de
Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también
como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella
que nos acoge entre sus brazos”. Así comienza la carta verde cuyo título es un
homenaje a ese antiguo cántico ecológico.
“Tomé
su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo
de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que
es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad”, dice
el Papa en el punto 10 de la encíclica.
Francisco trata de no presentarse como
fundador de nada, y por eso dedica varias páginas primeras para resaltar lo que
dijeron antes los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI,
además del patriarca Bartolomé (el Papa verde), entre otros, dentro del
cristianismo. En las filosofías milenarias del mundo, y muy especialmente en el
Abya yala (América), el ser humano se ubica en una posición de armonía con el
resto de los seres, y lejos de actuar con actitud extractivista, pide permiso. Eso mismo recuperó el
poeta Romildo Rizzo en aquel poema que tanto recitara Atahualpa Yupanqui y que
pinta la sabiduría criolla, herencia de distintas fuentes, en nuestra tierra
litoral: “Si hay tierra cáida en el monte/ yo no vy’a cortar un árbol,/ po’ el
aire no puedo dir,/ de no, ni pisaba el pasto”. Todo dicho.
Los
saberes de las culturas guaraní, quechua, aymara, mapuche, y tantas otras
naciones vivas, encuentran en Laudato si’ un punto de confluencia, bajo la
luminosidad del vivir bien y buen convivir que equivale a armonía,
complementariedad y relación comunitaria, todo muy distinto del rumbo moderno.
Asambleas
agradecidas
Los
asambleístas de Gualeguaychú, quizá de los más famosos entre sus pares de la Argentina
por todo lo que ha significado la lucha contra la presencia de pasteras en el
río Uruguay, le manifestaron en una carta a propósito de su visita al Paraguay:
“Santo Padre Papa Francisco, lo saludamos en nombre de la Asamblea Ciudadana
Ambiental de Gualeguaychú, a través de la cual nos unimos con todos los que
desean defender la Vida y el Ambiente en este rincón del planeta en que nos
toca vivir. Le expresamos nuestro agradecimiento y nuestra alegría por tenerlo
unos días en nuestro querido suelo americano… Hoy recibimos con
inmensa satisfacción y agradecimiento la Encíclica ‘Laudato si’ que tan
sabiamente ilumina muchas cuestiones que nos preocupan a todos. Apreciaremos su bendición
y, de ser posible, unas palabras de aliento para esta comunidad que seguirá
luchando junto a Usted en defensa de una Vida Digna”.
En
la misma línea, la Asamblea Ciudadana de Concordia firmó con otras 50 asambleas
del país una carta al presidente Alberto Fernández con críticas al nombramiento
de un funcionario en la secretaría de Minería de la nación. Allí leemos: “Nos
ilusiona que en su primer discurso haya mencionado la encíclica Laudato si’ y a
los colectivos hasta hoy estigmatizados”.
El
Foro Ecologista de Paraná, en una acción de amparo contra el gobierno
provincial por las fumigaciones, dice: “Con su sabiduría inigualable el papa
Francisco en su Encíclica sobre la casa común, nos enseña: ‘Los jóvenes nos
reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda
construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los
sufrimientos de los excluidos’ (Encíclica Laudato Si’)”.
Más
adelante, en el mismo trámite, el Foro Ecologista cita el punto 21 de la
Encíclica del Papa: “Tanto los residuos industriales como los productos
químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de
bioacumulación en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que
ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico en un lugar sea
bajo. Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos
irreversibles para la salud de las personas”.
La
mirada de Rulli
Jorge
Rulli, uno de los referentes máximos de las luchas ambientales, fundador del
Grupo de Reflexión Rural (GRR), deja estas reflexiones en una reunión con
legisladores. “Muchas veces aspiramos a que una palabra ética, si era posible
de un referente religioso, tratara de ponerle freno a la locura de los
psicópatas que gobiernan el mundo. El primer documento de Bartolomé nos alentó
en esa esperanza, pero no tenía detrás la fuerza suficiente… hasta que esta
encíclica llegó a nosotros y nos sorprendió con su fuerza. Y vemos cómo en el
mundo ha despertado una cantidad de acontecimientos impresionantes. La grandeza
de la encíclica es una de las primeras cosas que habría que enfatizar… que
establezca hasta en los pequeños actos de la vida una disciplina posible para
que acordemos con la gran estrategia de la supervivencia. Lo que sorprende es
la sordera argentina... en la propia iglesia argentina ha habido un silencio
muy fuerte… es como que cuesta hacerse cargo del peso de esta encíclica”.
“Hay una crítica a la modernidad que es muy
oportuna.”, subraya Rulli. El pensador celebra la crítica de Laudato si’ a la
modernidad, y la combinación de lo ecológico y lo social. Y agrega que los puntos
dedicados a la tecnociencia “son imperdibles, casi subversivos para la sociedad
argentina. El modo en que la ciencia ha dejado de serlo, para ser un discurso
más, el modo en que la ciencia se ha hecho empresarial y se ha mezclado con la tecnología
para ser una tecnociencia que está en todas las instituciones y universidades
argentinas manejadas por la financiación”, reconoce Rulli.
Claro
que desde su espíritu crítico no aplaude toda la encíclica. “Hay algunas
minusvalías, en el parecer del grupo al que pertenezco (GRR), que no son
importantes ante su grandiosidad… en el caso de los Organismos Genéticamente
Modificados (OGM) hay un punto dedicado al tema, me parece que podría haber
sido más generoso… Hay aspectos donde la encíclica reconoce la tragedia de la
agricultura a escala y el hambre de los pueblos, pero es un interrogante que
tenemos: la solución que ofrece son los organismos internacionales. Ahí
entramos en un terreno difícil que exigiría mucha reflexión y mucho debate
entre nosotros”, indica Rulli y se explaya sobre la presencia del “progresismo”
en organismo como la FAO. Es que para este ambientalista peronista “el
progresismo es el correlato del modelo extractivo contra el cual luchamos”.
La
casa común
Las
diferentes organizaciones toman la encíclica verde, cada cual con su impronta.
En ciudades entrerrianas como Paraná, Villaguay, Victoria, Cerrito, Santa
Elena, Gualeguaychú, Concordia, etc. se lleva adelante el programa Cuidadores de la Casa Común, con presencia estatal,
inspirado en Laudato si’. Es una respuesta a su llamado a gobiernos y jóvenes a
trabajar por el cuidado de la naturaleza.
En
un reclamo al presidente Alberto Fernández para que incluyera en
extraordinarias la protección de humedales, el ambientalista Jorge Daneri le
dice: “Porque citar y fundar la política sobre sostenibilidad ambiental que su
gobierno iniciaría a principios del año 2020, ni más ni menos que en la
Encíclica ‘Laudato sí’, hecho trascendental en su llegada institucional al
poder democrático, es una razón donde la palabra adquiere un valor como
inapelable. Y luego de un año de gobierno la palabra se ve amenazada”.
Y
así podemos observar la influencia de Laudato si’ en numerosas manifestaciones.
Se recuerda, por caso, el día que el ingeniero agrónomo Carlos Weber, conocido
por su filiación comunista, en su militancia ambiental repartía los libros del
Papa en Gualeguay para alertar sobre la invasión de los humedales. Tiempo después
Weber convirtió un pequeño establecimiento en Puerto Ruiz, junto al Gualeguay,
en área natural protegida.
Presentaciones
de Mingaché
El
Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché suele presentar, en compañía de imágenes,
toda una exposición sobre las bondades de la encíclica. Sus miembros reconocen
que la carta por demás moderada en ciertos tramos, pero afirman que eso no
empaña la obra. Enumeran allí el estado actual de las cosas con tantas
enfermedades, exclusiones, inequidades, y efectos nocivos en el ambiente, y
apuntan, siguiendo la letra del Papa: “todos generamos pequeños daños
ecológicos, estamos llamados a reconocer nuestra contribución –pequeña o
grande– a la desfiguración y destrucción de la creación. Un crimen contra la
naturaleza es un crimen contra nosotros mismos”.
Tras
el análisis adopta conclusiones más territoriales: autoabastecimiento local en
alimentos y energía, saneamiento de la política y sus instituciones; llama a
desacelerar el ritmo de producción y consumo para dar lugar a otros modos de
desarrollo, a priorizar la erradicación de la miseria, y con referencias a
pensadores de la región.
Los
estudiosos apuntan asuntos centrales en la encíclica: la cultura del descarte,
el sistema industrialista, la deforestación, los distintos modos de
contaminación, el cambio climático, la transformación del agua en mercancía, la
pérdida de biodiversidad, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas
ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la
contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano,
a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica. “Muchas
ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua en
exceso. No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados
de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la
naturaleza”, leemos en sus documentos.
Así
es cómo Laudato si’ se confunde con el pensamiento territorial de estos
entrerrianos en un texto guía, para la conversación que ya venían alentando
pero que encontró en la encíclica un poderoso aliado y una luz.
“Entre
los números 130 y 136 la encíclica desarrolla un excesivamente cuidadoso (para
nuestro gusto) equilibrio entre la innovación tecnológica y el respeto por la
vida y los procesos naturales. Difícil emitir juicio sobre OGM, pero sí sobre
los cambios sociales y laborales que produce la concentración de tierras
inherente a este sistema de producción intensiva. Aquí es donde nos hace una
advertencia a los movimientos ecologistas sobre el riesgo de defender tanto la
integridad del ambiente que nos olvidamos de la integridad de la vida humana. Y
más adelante nos advierte que la misma inteligencia que se utilizó para un
enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes de resolver
las graves dificultades ambientales y sociales”.
Y
bien: son ejemplos de las derivaciones de una encíclica que está calando hondo
en las organizaciones, con una influencia comparable a la que ejercieron por
décadas las encíclicas papales referidas al trabajo.
Algunos
mensajes de Francisco
Aquí,
fragmentos de la encíclica Laudato si’ recomendados por Mingaché, punto por
punto.
(49)
“No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a
los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta… pero parece que sus
problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por
obligación, si es que no se los considera un mero daño colateral. A la hora de
la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Muchos… están
ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo
con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de
una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población
mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por
la desintegración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a
ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un
discurso ‘verde’. Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero
planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar
la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor
de la tierra como el clamor de los pobres”.
(95)
“¿Qué significa el mandamiento ‘no matarás’ cuando un veinte por ciento de la
población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres
y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir? (Obispos de N.
Zelanda)”.
(229)
“Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y
honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la
ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir
que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo
fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para
preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de
violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del
cuidado del ambiente”.
Daniel
Tirso Fiorotto. UNO. Martes 14 de Junio de 2022