PASEO IMPERDIBLE POR LA VIDA EN ESE MUNDO LLAMADO PARANÁ

Desde la más pequeña pulga de agua hasta el carpincho, pasando por la curiyú, la calandria, el carau, las ranitas, el surubí, las especies amenazadas, las más abundantes, todo ese universo de los humedales resumido en 150 páginas.

 

Pocas obras de divulgación causan la sensación de plan cumplido, y por eso dan tanta satisfacción, como este libro titulado “El río Paraná - Diversidad biológica y conservación”, publicado por el Instituto Nacional de Limnología, con sede en Santa Fe.

La limnología es una disciplina que estudia los ecosistemas de aguas dulces. Nada mejor que esta obra para advertir sus alcances y valorar la existencia de este Instituto en nuestra región.

La organización, los textos, las fotografías, los cuadros explicativos, las vías para despertar conciencia y consolidar conocimientos, con una función didáctica, nos brindan un bello paseo por la cuenca, con foco en el Paraná Medio.

Son 150 páginas a todo color dedicadas a un complejo universo de vida que sorprende incluso a los más allegados a la cuenca.

Un libro que debiera llegar a escuelas, colegios, universidades, bibliotecas, en toda la cuenca y más allá; a profesores de disciplinas vinculadas al ambiente, la biología; a artistas, periodistas, organizaciones ecologistas, poetas; a la biblioteca de cualquier familia que ame el paisaje integral, y a todos los que se detienen un momento para contemplar su entorno y no han perdido aún la capacidad de asombro.

Claro que es un resumen, porque cada tema desarrollado en algunas páginas da para tomos completos. El estudio de la naturaleza es inagotable. Pero con una guía de este calibre tanto los investigadores como los demás amantes del paisaje pueden encontrar hoy aquí la punta del ovillo, para luego explorar por distintas vías, sean libros, páginas de internet, documentales, el asunto que más los atrape.

 

Los autores y los temas

 

La vida en el río, en los humedales, las islas, las costas, los árboles, de esto trata la obra. El valor del fitoplancton, las especies de peces, las plantas acuáticas, las aves y la transferencia de materia y energía, el salto evolutivo de algunas ranas del agua a la tierra, las ventajas y las desventajas de tener “sangre fría”, en fin: hay una enorme variedad de temas pero lo interesante es que están ensamblados, interconectados, como el si el libro mismo fuera un paisaje. Esa es la línea que enamora, que convence, y que debemos atribuir a los directores y los investigadores de diversos ámbitos reunidos aquí, en una obra que los organismos públicos supieron estimar (no es común).

La compilación está a cargo de Pablo Agustín Collins y Mercedes Marchese, que firma también la Introducción sobre las principales características del río Paraná.

De inmediato, un capítulo con los beneficios de los humedales, a cargo de Luciana Montalto, Florencia Rojas Molina y Florencia Zilli, con fotos propias.

Después viene “El plancton, un mundo en miniatura”, con un aparte sobre zooplancton a cargo de Susana José de Paggi y Juan C- Paggi y otro de fitoplancton por Melina Devercelli. Las fotos en este caso son de ellos y María O. García de Emiliani.

En el siguiente título, Inés Ezcurra de Drago y Mercedes Marchese escriben sobre organismos ocultos en el fondo: bentos. Y colabora con fotos Martín Blettler.

Y llega el turno de los peces, a cargo de Liliana Rossi, Silvina Chemes y Elly Cordiviola de Yuan, con fotos propias y de Juan Carlos Rosatti.

José Pensiero escribe sobre los bosques del Paraná.

Respecto de la vegetación acuática y los organismos asociados escriben Verónica Williner, Federico Giri, Soledad Capello, Marcela Montagna, Graciela Paporello y Pablo Collins con fotos propias.

Luego, “Una doble vida en el Paraná: los anfibios”, por Pablo A. Scarabotti, Romina Ghirardi y Javier A. López. Y en seguida “Reptiles del río Paraná: relacionando los ecosistemas acuáticos y terrestres”, por Vanesa Arzamendia, Soledad López y Alejandro R. Giraudo.

No pueden estar ausentes, claro, las aves “maestras del aire, el agua y la tierra”, un trabajo de Paz Documunn, Martín Quiroga, Ana Laura Ronchi y Adolfo Beltzer, con fotos propias y de una veintena de autores.

Alejandro R. Giraudo y Blas Fandiño dedican once páginas a los mamíferos del río Paraná amenazados por las actividades humanas.

Tras un estudio sobre la ruta de la materia y energía en el Paraná”, a cargo de Pablo Collins y Verónica Williner, la obra se completa con un glosario, muy necesario, y una bibliografía sobre los temas específicos.

 

Aporte visual

 

Las fotos no son decorativas en la obra sino que están bien seleccionadas y constituyen un eje, con los textos y los cuadros explicativos, las síntesis de distintos capítulos, y una decena de trabajos prácticos para salidas a campo y trabajaos de laboratorio.

En las fotos están el pez, el cangrejo, la flor de irupé, el repollito de agua, el catay, los distintos camalotes, los pescadores artesanales; están las ranitas, las serpientes, el aguará guazú, el aguará popé, sus huellas en la arena; hay una selección de aves, y así uno aprecia los totorales, los carrizales, los sauzales, el paisaje en suma, y también los pequeños organismos tomados con lentes especiales porque la vista no los puede apreciar.

La obra del Inali define a los humedales según la Convención Ramsar que en 2004 los consideró “una amplia variedad de hábitats tales como pantanos, turberas, llanuras de aluvión, ríos y lagos, o zonas costeras como marismas, manglares y praderas de pastos marinos, pero también arrecifes de coral y otras zonas marinas de una profundidad no superior a seis metros en marea baja, así como los humedales artificiales, tales como los estanques de tratamiento de aguas residuales y embalses”.

 

Plancton, bentos, necton

 

La obra habla, pues, de una zona de aguas interiores, de ambientes acuáticos.

Allí se detiene por caso en el plancton, que es el conjunto de organismos que viven suspendidos en el agua y que, por carecer de medios de locomoción o ser estos muy débiles, se mueven o trasladan con los movimientos del agua.

El plancton está constituido por el fitoplancton (micro-algas) y el zooplancton (micro-invertebrados).

El bentos está constituido por organismos que viven sobre el sustrato o dentro del sedimento, en el fondo de los ambientes acuáticos. Lo forman tanto vegetales (fitobentos: algas y musgos) como animales (zoobentos: insectos, caracoles, lombrices).

El necton es una comunidad formada por los organismos que viven en la columna de agua y tienen órganos locomotores que les permiten nadar en contra de la corriente libremente. Forman parte de esa comunidad los peces, reptiles y camarones.

Pero la obra del Inali no se queda en disciplinas, en compartimentos estancos.

Por ejemplo, en las páginas sobre las redes tróficas, las interacciones en los humedales, explica que los peces del Paraná se alimentan de diversos organismos como plantas flotantes, algas, microcrustáceos, insectos, moluscos, e incluso peces.

“Algunas especies poseen dietas más restringidas y se especializan en la obtención de un solo tipo de alimento. Entre éstas se encuentran las especies detritívoras (que consumen detritus) como el sábalo, y las piscívoras  (que consumen peces) como el dorado o el surubí”.

Detritos o detritus son organismos en descomposición, por eso se ha naturalizado eso de que el sábalo come barro.

Claro que en distintas etapas del crecimiento, los peces buscan distintas fuentes de alimentos, cuando larvas, zooplancton; cuando juveniles o adultos algunos se quedan con detritus y otros, según las especies, van a insectos y peces.

Algunos comen en superficie (mojarritas), otros en las raíces de los camalotes (palometas), o en las columnas de agua (dorado), otros en el lecho (sábalos y viejas), y otros debajo del sedimento (amarillos).

Sobre las redes tróficas, en el último capítulo se lee que en el Paraná son de una complejidad que desafía al observador “hasta el punto extremo de quedar extasiado por tamaña empresa de análisis”.

Las descripciones muestran que estamos ante un mundo de una complejidad insondable, y confirman los desafíos que presenta la biodiversidad a la especie humana, tan acostumbrada a mater mano sin medir consecuencias.

Y así podríamos entrar en los mundos interconectados de aves, mamíferos, anfibios, reptiles, árboles, hierbas, cada cual más atrapante cuanto más se lo conoce.

 

Una confluencia para celebrar

 

El Instituto Nacional de Limnología –Inali- ha cumplido ya el medio siglo de vida. Fue creado en 1962 por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –Conicet-, bajo la presidencia del doctor Bernardo Houssay.

Desde 2002 el Inali lleva a cabo sus actividades con dependencia compartida del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral  -UNL-.

La publicación de este libro recibió el apoyo (soporte financiero) de la Secretaría de estado de ciencia, tecnología e innovación del gobierno de Santa Fe y Ediciones Santa Fe Innova.

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