Más de un ceibo: 80 años de la flor nacional argentina
Cada 22 de noviembre celebramos el Día de la Flor Nacional, el ceibo, elegida por los gustos de la vecindad y las alusiones en el arte. // “Timbó, laurel, curupí, lindos ceibales en flor, pago de todo mi amor, San Javier, donde nací”, dice Julio Migno, canta el Zurdo Martínez. Dos bandas del mismo río Paraná reunidas en un chamamecito. Los ceibales están de fiesta roja en noviembre con sus racimos a pleno y no sabemos si por casualidad o causalidad, se nos viene el Día de la Flor Nacional: el ceibo. Todo cierra.
Presencia fija y
siempre renovada en el litoral, y qué decir de Entre Ríos, donde una madre le promete al gurisito costero un collar de caracol, una
chalanita de ceibo. Quien la escucha puede pensar que le construirá al niño
una pequeña canoa con el tronco del ceibo, o tal vez usará las vainas típicas
de este arbolito orillero para que floten en un charco, a manera de barquito de
papel. Juguetes usuales en la era pre-celular.
La chaucha del ceibo
facilita la dispersión hidrocórica, es decir: cae al agua y flota o es
arrastrada en tiempos de lluvia para diseminar las semillas. (El ceibo también
se reproduce por gajos).
Esas legumbres
guardan la forma, ampliada, del gineceo de la popular flor roja. El órgano
femenino aparece rodeado de estambres, estos rodeados por pétalos que forman la
quilla, y ésta a su vez rodeada por un pétalo mayor llamado estandarte. Todas
protecciones rojas para la especie. Además, se observan dos petalitos perdidos
llamados alitas. Cinco en total.
Los picaflores, las
abejas, los mangangás, facilitan la polinización en su eterna búsqueda de
néctar y polen. El ceibo es hermafrodita, las flores cuentan con anteras y
estigma, se fecundan solas.
Los racimos
Este 22 de noviembre celebramos el Día de la Flor Nacional: el ceibo.
¿Por qué? No sabemos con certeza. Unos dicen que se eligió una fecha en
relación con el momento pleno de la floración, y puede ser, aunque para el caso
se prestaría cualquier día del mes de noviembre. Otros ofrecen datos que, al
parecer, confunden la fecha en que fue dictado el decreto que declaró al ceibo
Flor Nacional en diciembre de 1942.
Desde principios del siglo XX se habló del asunto. Primero eligieron
como emblema a la flor del mburucuyá (pasionaria) pero los expertos no
encontraron repercusión. Hoy esa es la flor del Paraguay. Luego muchos se
volcaron por la magnolia, y tarde se advirtió que no es una flor autóctona.
Finalmente, miles de encuestados por un diario inclinaron la balanza a favor de
las flores del
lapacho rosado, el jacarandá y el ceibo, con predominio de esta última que en
este noviembre luce sus tonos rojos aterciopelados en plazas, baldíos,
jardines, orillas del litoral y de todo el país. Qué regalo.
Por si hiciera falta, cuando ya la vecindad y los biólogos
coincidían en el ceibo, la presidencia decretó en 1942 que la flor nacional es
la del ceibo, con vistas a una exposición forestal que se avecinaba. Y para eso
evaluó la popularidad, sus aportes para la consolidación de las islas en el
delta, y la mención habitual de este arbolito en la literatura de la región.
Hace poco, en 2008, una legisladora propuso y logró establecer el 22 de
noviembre como el Día de la Flor Nacional: el ceibo. ¿Por qué esa fecha? No lo
tenemos claro. Tampoco está claro a cuál de los ceibos se refirió el decreto de
1942, que cumple ahora 80 años. Allí no consigna el nombre científico y como
los tonos del rojo son varios y el nombre vulgar coincide en varias especies,
entonces podemos decir que por lo menos dos de ellas nos representan: Erythrina
crista galli y Erythrina falcata.
Similitudes
Ceibo entrerriano (rojo), ceibo chaqueño (rosado), ceibo salteño (rojo
anaranjado), cada cual con variaciones de un ejemplar a otro, son las especies
con portes y tonos distintos en sus flores que habitan nuestra zona y solemos
entender como ejemplos de la Flor Nacional.
Entre nosotros es muy común la especie Erythrina crista galli, roja
cresta de gallo, el ceibo más chico de los tres, de flores rojas en racimos, de
un rojo intenso y muchas veces desteñido hacia el rosa y el blanco.
Es el ceibo entrerriano, también llamado ceibo oriental, ceibo del este,
ceibo de río, ceibo del Plata, ceibo común, o seibo, y abunda en toda nuestra
provincia, en el litoral, con preferencia por las costas de los ríos y arroyos
y los bañados, donde suele formar bosquecitos. A fines de octubre y durante
noviembre muestra su floración en todo su esplendor. Es este ceibo el que ha
inspirado a la mayoría de los argentinos del litoral que eligieron la flor roja
como símbolo nacional, en coincidencia con la flor nacional del Uruguay.
El ceibo salteño, ceibo jujeño, ceibo de la selva o ceibo de monte,
Erythrina falcata, crece principalmente en Tucumán, Salta y Jujuy, en las
Yungas. No es muy diferente, de ahí que la precisión quede más para
especialistas de la botánica, que miran longitudes y formas en flores, hojas,
espinas y estructuras del polen para la distinción. Duplica en altura al ceibo
común y sus flores tiran al anaranjado. Hay dos ejemplares en el kilómetro 5 y
medio de Paraná, entre esta ciudad y Oro Verde, que probablemente pertenezcan a
esta especie. Uno muestra sólo su tronco muerto, el otro, al lado, está dando
sus últimos suspiros, con su tronco podrido, pero en este noviembre todavía
regala a la vista sus bellísimos racimos.
La tercera especie a nuestro alcance es el ceibo rosado, ceibo chaqueño,
Erythrina dominguezii (también llamada Erythrina mulungu). Hemos visto un
ejemplar florecido en la ciudad de Federación, y allí sí encontramos una
mayor diferenciación porque las flores no rojas sino rosas salmón aparecen
sobre ramas desnudas, antes que las hojas, y eso hace particularmente vistosos
a los ejemplares.
En la República Oriental del Uruguay registraron hace apenas seis
décadas una sub especie llamada Erythrina crista galli variedad leucochlora,
con flores blancas levemente verdosas. Este ceibo blanco es toda una novedad y
sólo se lo encuentra en estado autóctono en el valle del río Cebollatí, en la
zona este del país. Hay discusiones aún entre botánicos, unos dicen que es una
variedad, otros que es un cultivar, es decir, con características homogéneas
con las del ceibo común, el entrerriano. De cualquier modo, la Flor Nacional
del Uruguay es roja.
Ceibo federal
El ceibo aparece de manera muy frecuente en relatos, leyendas, melodías,
canciones, pinturas, y en nuestra región encuentra una valoración extra por la
sentida adhesión popular al federalismo que se expresa en la banda roja de la
bandera artiguista y el ave representativa de nuestro territorio: el cardenal
común, de copete rojo, como el ceibo.
“Qué pena, quererse tanto y florecer a destiempo, qué pena quererse
tanto, la enredadera y el ceibo”, lamenta la zamba de Alfredo
Ábalos. “Bajo un ceibo en flor yo te di mi amor un atardecer lejano de
enero”, llora el chamamé en la voz a dúo de Los Hermanos Barrios. “Humo se hicieron ceibos y sauzales”, se reprocha
Claudio Martínez Payva, y en verdad que los racimos rojos inspiran luchas,
amores, melancolías, conciencias.
“Yo quiero ser navegante por el cielo austral sin salir de mi
remanso a la sombra del ceibal”: Jorge Drexler le canta a la misma
flor del otro lado del charco. La fronda y los racimos no saben de fronteras.
Daniel Tirso
Fiorotto. UNO. Noviembre de 2022