Apreciar los logros asombrosos del ingenio en nuestra vecindad

Los Liotta, Bouzada, Anadón, Motta, Sors, Cecco, Bonnin, Mazza, que abundan, y cuyas palabras podríamos escuchar con más atención. Para crear trabajo, preguntemos a los descollantes cómo lo hicieron.

 

Nos hacen falta para renovar el aire. En el plano social, revertir el desarraigo y el destierro y generar trabajo genuino; en la historia, liberarnos del rol exclusivo de productores de granos y carnes que nos asignó la división internacional del trabajo.

Nadie se negaría a producir una variedad de granos y carnes, claro, y frutas y maderas. Sobre estos y otros rubros, los entrerrianos hemos generado líneas de trabajo, en algunos casos muy interesantes para estudiar, con conocimientos notables, por la interrelación de actores con distintos grados de responsabilidades y compromisos.

Por otra parte, se han dado inversiones y esfuerzos para aplaudir en rubros que parecen sencillos sólo por afuera: no se trata, por caso, de vacas comiendo pastos, sino de un complejo desarrollo genético, agrario e industrial en busca de los mejores resultados. Todo en debate, claro, pero no librado al azar.

Ahora, ¿qué nos obliga a restringirnos? ¿Por qué no encarar nuevos desafíos, como lo hicieron algunos emprendedores, a pesar de encontrar más obstáculos que aceites en este territorio?

 

El compositor

 

Hace pocos meses escuchamos a María Silva en Villa Urquiza interpretando un bello chamamé compuesto por Toyi Bouzada. Recordamos entonces que cuatro décadas atrás entrevistamos a un joven Antonio Bouzada (entonces no conocíamos su sobrenombre) y nos interesó tanto su dedicación a la producción de medicamentos que volvimos a conversar con él varias veces, por años, en sus comienzos, para divulgar sus proyectos. Hoy pasamos por la industria Eriochem en el límite de Sauce Montrull y Colonia Avellaneda, y vemos cientos de vehículos, de trabajadores que están exportando medicamentos al mundo. Poesía, música, trabajo, salud. ¿Por qué no le preguntamos a Toyi cómo se hace?

Entre Ríos sufre desarraigo y destierro. Pero hay departamentos como Colón y Federación que, sin depender tanto de los subsidios del estado, experimentan un movimiento propio, genuino, con trabajo para muchos. ¿Qué perdemos, si desde otros lugares nos sentamos un rato y les preguntamos?

Nos sorprendió gratamente cierta vez la factura de los bellos ascensores neumáticos en Paraná y realizamos unas notas. Tal vez entrevistamos a Carlos Alberto Sors, en sus comienzos, hace décadas, o a Carlos Ascúa, que entendió la brillante idea. Hoy los ascensores inventados por entrerrianos se exportan al mundo. ¿Tendremos algo para aprender allí?

 

Las Bugatti

 

Hemos tenido esos privilegios: asistir al nacimiento de novedades, de emprendimientos capaces de generar actividad, crear trabajo, con el ingenio quizá individual pero el esfuerzo comunitario.

Qué decir del taller de Leonidas Jorge Anadón, donde pudimos ver y tocar la maravilla de las Bugatti que se exportan a Europa, Asia, Estados Unidos. Pasión, conocimiento, estudio, esfuerzo, riesgos, talento. Vehículos soñados, construidos de punta a punta en Paraná, para el asombro. ¿Y si tiene algo para decirnos?

Medicamentos, ascensores, autos clásicos de carrera, compromisos para la exportación. Eso es Entre Ríos.

Y así podríamos señalar casos similares. Una vez recorrimos con Héctor Motta una fábrica de huevo líquido y en polvo que estaban lanzando en Crespo, con detalles para el asombro en su tecnología. ¿Hará en Crespo y en Racedo algo para replicar en el resto del territorio? ¿En serio que no escucharíamos a estos adelantados?

Cuando tenemos un rato solemos prendernos a programas de televisión como Campo en Acción o X Más, o los de la familia Bustamante, y similares, empeñados en mostrarnos estudios, innovación tecnológica, inquietudes de las producciones y las industrias más diversas, muchas de ellas encaradas con altísimo riesgo por familias entrerrianas, a veces por graduados universitarios que se animan a un emprendimiento propio cuando el sistema parece invitarlos a emigrar.

El sistema ve una industria y pone los ojos con el signo peso, para atosigarla con impuestos. La vida de ese profesional, mujer, hombre; sus estudios, sus esfuerzos, sus inquietudes, sus experiencias, ¿quién escucha a aquellos que generan trabajo, que se quedan aquí, hacen pata ancha ante las crisis repetidas, viven a la vuelta de la esquina, conducen equipos?

Pueden llamarse Bouzada, Sors, Anadón, Motta, como tantos que ni siquiera conocemos porque trabajan en silencio. Y están allí, dispuestos a la inventiva, jamás resignados, contra viento y marea en el país de los obstáculos.

 

El primer corazón

 

¿Y Domingo Liotta? También tuvimos el privilegio de conversar con ese notable estudioso diamantino que inventó el corazón artificial, nada menos. Falleció el año pasado. En 2024 será su centenario. Debiéramos recordarlo, ya que en vida, cuando quiso hacer política para insuflarnos otro ritmo cardíaco, no le dimos ni cinco votos.

¿Y Carlos Cecco? La innovación muchas veces es particular o familiar, muchas veces se logra con esfuerzos mixtos, y muchas veces surge desde el estado. ¿No fue la exploración de aguas calientes que inició la municipalidad de Federación hace tres décadas, a puro riesgo (en tiempos del intendente Carlos Cecco) una bisagra para la economía entrerriana? Todavía no calibramos las puertas que abrieron las termas, a varias ciudades. Debía llegar un grupo de personas decididas, dispuestas a afrontar los costos del fracaso, para que emergiera el agua sanadora.

Hace poco nos enteramos del órgano moderno inventado y producido por el músico ingeniero Rodolfo Bonnin de San José, Colón. ¿Tendrá algo para decirnos este señor? Hemos conocido decenas de aportes, por caso, de bioingenieros entrerrianos que peregrinan por un espónsor que les permita avanzar en sus proyectos, antes que verse obligados a emigrar. O el caso de Emilia Mazza, que inventó los alfajores de vino entrerriano merlot y de naranja y mandarina. ¿No son cientos, miles, los ejemplos de emprendedores para conocer?

Hemos señalado en este espacio que el sistema nos aleja de nuestros propios alimentos. La naturaleza nos ofrece agua como en pocos rincones del orbe, suelos fértiles, clima benigno, y sin embargo miles de familias sobreviven, a veces mendigando para poder comer, o se alimentan con productos envasados a mil kilómetros de distancia. Hay muchos ingenieros agrónomos, muchos veterinarios, mucha tierra, y tantos jóvenes alejados de todo. Y bien: algo parecido nos ocurre con nuestros saberes, nuestras poesías, nuestras músicas, y con nuestras manufacturas.

Dar espacio a las mujeres y los hombres que tienen tanto para decir en función del trabajo, de la tan ansiada ocupación; vecinos que dan testimonio, que no se van en promesas. Salir del encierro, romper tabúes, devolver por un rato el centro a los nuestros, a los probados, dejar de dar consejos y escuchar serenamente, verdaderamente.

Al sufrir una permanente fragmentación de nuestras comunidades, al verlas desarticuladas, desconfiadas, peleadas, solemos esperar palabras de afuera, sin advertir que esa es una resignación colonial, propia de siervos. Escuchar a nuestras comunidades, apreciar cómo se sostienen las personas, los grupos, cuando todo parece desvanecerse, abrir las orejas a la vecindad, y en ella, a aquellas personas que crean trabajo, y a veces trabajo calificado.

 

Los que se desmarcan

 

Existen y han existido en el mundo una variedad enorme de sistemas de organización social. Y en cada uno de ellos, variantes diversas también. Ocurre hoy que algunos sectores se quedaron a medio camino entre uno y otro sistema, para medrar en el medio. Allí están cómodos, sin aportar mucho allá ni acá. El caso es que nuestro territorio sufre el terrible flagelo de la falta de ocupación de miles, cuando millones ya fueron expulsados por esa razón. De ahí que, sea cual fuere el orden que elijamos, siempre convendrá escuchar a los conocedores del arte cuando de música se trata, a los conocedores de los rubros que crean ocupación, cuando de desocupación se trata. Entre ellos están los más creativos, los grupos y las personas que se desmarcan por méritos de su comunidad y méritos propios y, en vez de potenciar burocracias y recetas trilladas, nos sorprenden con ideas y desarrollos que no estaban en nuestros cálculos. Y que en alguna medida han morigerado los efectos del sistema expulsor. Y bien: vamos a suponer que no tengan mucho para decirnos, pero ¿si tienen algo para decirnos? ¿Si, como dice el poeta, “estaba donde nací lo que buscaba por ahí”?

 

 

Daniel Tirso Fiorotto. UNO. Sábado 1ro. de julio de 2023.

 


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