Orientales y entrerrianos en un cálido abrazo artístico en Colón

Emotivo encuentro sobre la historia común del pueblo que habita las dos costas del río Uruguay, con canciones de Sampayo y el Zurdo Martínez. Comunidad, luchas, biodiversidad, y un cancionero común para celebrar la hermandad a dos bandas.//

 

Noche inolvidable, la del viernes 3 de noviembre en Colón. Lo que era un abrazo se convirtió en decenas de abrazos, de felicidad hasta las lágrimas. La Casa del Docente fue escenario de un encuentro artístico, histórico, ecológico, por la hermandad entrerriano oriental, que culminó en la entonación colectiva de verdaderos himnos en homenaje a los pescadores, al río y a Artigas, como alta expresión fraternal.

La reunión de las dos bandas comenzó después de la siesta en el balneario Inkier, donde artistas, docentes, historiadores, escritores, plantaron un ibirapitá (el árbol de Artigas), bajo una lluvia que no logró impedir que el grupo entonara A Don José, de Rubén Lena, a manera de resistencia. “Con libertad no ofendo ni temo”, se escuchaba a orillas del río crecido.

Para la velada llegaron artistas de Chajarí, Paysandú, Paraná, Santa Fe y otras ciudades; pero la organización se vio felizmente sorprendida con el arribo del cantor Mario Fernández, desde Uruguay. Y es que el centro del abrazo a dos bandas fue un reconocimiento entrerriano a las ciudades de Paysandú y Soriano, como puentes de hermandad, y para ello se habían elegido una docena de composiciones del sanducero Aníbal Sampayo y el paranaense Miguel Ángel Martínez, el Zurdo. Su amistad es bien conocida. Pero es sabido también que Fernández acompañó por tres décadas a Sampayo en los escenarios y las grabaciones, de manera que su visita se convirtió en la frutilla del postre.

Una obra artística construida con madera de ibirapitá y quebracho colorado, como soportes de una cerámica de Beatriz Traver Borny que representa una cabeza de loro de los alfareros orilleros de las dos márgenes del Paraná, el Uruguay y el río Negro, fue el regalo que las docentes entrerrianas Martha Bader y Lucrecia Brasseur entregaron precisamente a Mario Fernández, Eduardo Chito Lemes y Graciela Castro Bagnasco, como expresiones artísticas del Uruguay.

Entre los orientales que pasaron el río para participar del encuentro estaban los miembros del Grupo Cultural Aníbal Sampayo.

 

Aníbal y el Zurdo

 

Quequecha Brasseur con Claudia Rutar, acompañadas por la guitarra de Flavio Valdez y el bandoneón de Ariel Micol, interpretaron Kychororo, Curupiciando, Doña Dominga de Almada y Cielito de la provincia. Chito Lemes hizo Compañero río, La barca encostada, La última remada y Rincón de abril. Ana María Martínez leyó textos sobre su padre, el Zurdo Martínez, cuentos de su libro Mujeres de Verano, y un poema de Felipe Nicolau titulado Espineleando palabras.

El dúo de Gustavo Surt y Graciela Castro Bagnasco: Señor de Montiel, Canción del pescador, y un poema titulado Canto al poeta, de Mario Castro Bergara. Marino Frezetti, como todos, también interpretó obras de Martínez y Sampayo (La soledad de don Villa, Soledad montoyera), y luego acompañó junto a los demás guitarristas los clásicos Río de los Pájaros, Pescador del Paraná y A Don José, que cantaron todos los presentes en uno de los momentos más emotivos de la reunión.

Sería largo explicar detalles del encuentro, la participación de artistas, periodistas, poetas, la presencia de estudiosos, músicos, docentes, representantes de comunidades ancestrales, ecologistas.

 

Patria del mate

 

Miembros del centro de estudios Junta Abya yala por los Pueblos Libres leyeron una extensa y medulosa declaración que fundamenta la entrega de la distinción llamada “Conciencia Abya yala” a Soriano y Paysandú. Aquí algunos fragmentos: “Al ser escenarios de encuentros y desavenencias, de lealtades y degüellos, en naciones sacudidas una y otra vez por las pretensiones despóticas, sea de Europa como de los poderes herederos de la colonia y el esclavismo, sólo se comprende la relevancia histórica de Soriano y Paysandú desde una mirada integral de la cuenca del Paraná Uruguay, del sur de Abya yala (América), nuestro continente que hoy siente los efectos de la fragmentación resuelta en base a los intereses de sectores que se sienten dueños, mientras los pueblos intentamos seguir tejiendo unidad, con saberes, modos de hablar, oficios, artes, sueños, símbolos, en esta patria grande del mate y la banda roja”.

“Sabemos de hipótesis diversas sobre el origen de Soriano. Una de ellas sostiene que fue fundada en 1664 a orillas del arroyo Yaguarí Miní en territorio entrerriano, al sur de Gualeguaychú. En 1702 pasó a la Isla Vizcaíno, y en 1718 a tierra firme, ya en el territorio que hoy pertenece a la república Oriental del Uruguay. Otra hipótesis le da un nacimiento anterior en Uruguay, por lo cual pronto estaría cumpliendo 400 años. Su historia concentra vida, inquietudes, artes, saberes y luchas de charrúa, guaraní, chaná, chaná timbú, bohán, mbeguá, yaro, otras etnias y gente venida de Europa. Esa misma interacción se dio durante varias décadas anteriores en la zona, en distintos pueblos oprimidos llamados reducciones (campos de concentración). Los vestigios que hoy se encuentran en la zona son testimonios de la presencia de culturas milenarias emparentadas, a ambas márgenes del río Uruguay y el río Paraná”.

“Paysandú, la heroica, es un símbolo de la resistencia ante la opresión para todo el continente. “¡Sombra de Paysandú! ¡lecho de muerte,/ donde la libertad cayó violada!/ ¡Altar de los supremos sacrificios,/ santuario del valor!”, dice Olegario Andrade. Los valientes que dieron su vida en defensa de la libertad, acompañando al oriental Leandro Gómez y al entrerriano Lucas Píriz; todas las familias con sus esfuerzos a dos bandas para la resistencia; y todos aquellos que tras la derrota ante los cañones imperiales volvieron a manifestar su rebeldía en Basualdo y en Toledo por negarse a regar de muerte el Paraguay; todos ellos son testimonios de unidad y conciencia. De Paysandú en adelante nuestros pueblos fueron llamados despectivamente paraguayistas y yerbócratas, como el propio sanducero entrerriano López Jordán, y hoy decimos ¡a mucha honra!”.

 

Algunas impresiones del encuentro

 

Escribió el vecinalista de Paraná Carlos Alberto Godoy: “Lo de anoche en Colón ha sido para conservar en la memoria más profunda y sentida. Gracias a los compañeros que idearon la jornada y que trabajaron arduamente y la organizaron hasta los detalles. El objeto de reivindicar la hermandad de entrerrianos y orientales fue conseguido en abundancia. El sincero clima de fraternidad y emoción tuvo su momento principal en los coros finales de toda la gente. Me alegro mucho de haber estado”.

Agregó el cooperativista Ricardo Bazán: “Emotivo Encuentro de Hermandad vivimos el viernes en Colon organizado por la JAPL. Contó con la presencia de grandes referentes, grata caricia al Alma, hacía rato que no me emocionaba así”.

Y la organización Mingaché: “En una noche llena de música litoral y sentimientos, con el río Uruguay besando el parque, un nutrido grupo de hermanos entrerrianos y uruguayos dio rienda suelta al arte popular y al sentir lugareño y latinoamericano, para este reconocimiento que periódicamente realiza con muy buen criterio la JAPL… disfrutamos de acompañar el acto central en el acogedor salón de la Casa del Docente, donde pudimos abrazar a hermanos de ideas, sentires y caminos… Fue un halago redescubrir la inagotable belleza de la obra de Sampayo; por más que escuches, siempre aparece una nueva y hermosa canción. La centralidad de Artigas en el arte musical regional. El encuentro en sí mismo, siempre valioso porque logramos rescatar lo que nos une y asemeja por encima de lo que nos separa y diferencia. Lo mismo, la oportunidad de conocer y reflexionar y aprender unos de otros”.

El historiador uruguayense Jorge Villanova lo explicó de esta manera: “Existen momentos buenos, regulares y malos. Los que transcurrimos en la actualidad no son los mejores, al contrario, podríamos decir que son los más oscuros que nos han tocado. Sin embargo, si miramos al fondo de nuestra historia, hemos pasado por situaciones peores.

Y aunque muchas veces nos gane la desazón, es imprescindible buscar dónde refugiarse y dónde resistir. Dónde encontrar el abrazo y la voz de los y las que son parecidos a uno mismo y que comparten las mismas tristezas, desesperanzas, pero también alegrías y confianza en nuestras propias fuerzas. Y la Junta Abya Yala es eso, un lugar que resiste pero que propone. Que declama pero que apuntala. Que aguanta y que hace pata ancha.

El encuentro en la casa de Agmer Colón, llamado ‘Salón de la Memoria Nora Cortiñas’, ni más ni menos, fue todo un ejemplo de eso. Las banderas argentina, uruguaya, artiguista y la whipala se suman en unidad. Homenajear a los pueblos de Paysandú y de Soriano desde esta orilla es toda una postura ideológica, política y cultural. Hacerlo bajo la advocación de Aníbal Sampayo y el Zurdo Martínez es la prueba más clara de una fuerte conciencia de hermandad y compromiso con la tierra que pisamos, queremos y nos cuesta proteger del consumismo, la expoliación y la desmemoria.

Hablar de Sampayo y del Zurdo es hablar de amistad, de hermandad y de convicciones fuertes, entrañables, indestructibles. Y es también ahondar en las raíces, de cuando no existían fronteras ni países y el río era ese tiento de plata que nos unía. Es la sangre derramada en las luchas artiguistas, en la gesta de los 33 -que no eran 33 ni eran todos orientales- y la independencia del Brasil. Es la lucha de ese pueblo resistiendo el embate destructor de Venancio Flores, el mitrismo y el imperio brasilero. Es Leandro Gómez peleando hasta sucumbir. Es Lucas Piris cayendo el último día de batalla, como tantos otros. Es el pueblo entrerriano viendo a sus hermanos y hermanas orientales desde la isla Caridad y mirando hacia (la estancia) San José pasmosamente indiferente. Es todo eso y mucho más, hablamos de la misma naturaleza, de los mismos sauces, los mismos carpinchos, los mismos surubíes, y es el mismo chingolito que va y viene. Es la misma cultura del gurisito pelo chuzo barriguita chifladora y la del que juega descalzo, melenita despeinada, con arena nada más. Son Aníbal, el Zurdo y también Linares y el poeta Martí. Y es el compañero hablando del Profeta y su defensa eterna de la Soberanía Particular de los Pueblos. Es Ana María Martínez leyendo(sé) en la biografía de Juan Manuel Alfaro sobre su padre. Y es la voz sanducera entrerriana de Graciela Castro Bagnasco y su compañero Gustavo Surt recordando al Señor de Montiel. Es volver a escuchar la hermosa Cielo en flor. Es la emoción del sanducero Chito Lemes, son Claudia Rutar, Quequecha Brasseur, Flavio Valdez, Ariel Micol, Marino Frezetti, atravesando toda la provincia como la mayoría que ocupa el salón con el nombre de Norita. Es Mario Fernández de Los Costeros quien acompaño a Aníbal desde 1964 cantando “entovía” las canciones de Aníbal y es aquel antiguo vuelo que no respeta las fronteras. Como dice Norberto de Larroque cuando está terminando la tremenda noche de encuentros y emociones, ‘siempre hay alguna canción nueva de Sampayo’. Y uno entonces quiere percibir con Aníbal, ‘una estrella con luz en la sangre,

el destino grande del hombre total’".

 

 

Entradas populares