OSCAR ROVIRA, EL ÚLTIMO FISCAL, ENTRE EL PERONISMO Y LA ECOLOGÍA

Oscar Rovira admiraba a José Artigas, y en la historia reciente, al primer gobierno de Juan Perón en la Argentina y la gestión de Carlos Contín en Entre Ríos, con hondos fundamentos. Ya mayor, y retirado, colaboró en las organizaciones políticas que encabezaba Fernando Pino Solanas. Pocas personas como Rovira lograron mostrar la matriz corrupta del estado, como base de la degradación social. Aspiraba a que algún día se escribiera una obra titulada “La patria delincuente” para desnudar los contubernios de la clase política y el empresariado. Tras su fracaso y expulsión, la corrupción siguió su camino con menos obstáculos.

Un adelantado en la conciencia ecológica, nos dijo: “Creo que los entrerrianos debemos cuidar el aire, la tierra y el agua. Somos como ninguna la tierra del agua, que fue fértil, clara y pura, podemos ser los primeros en los productos naturales que el mundo empieza a demandar”.

Rovira murió en su Concordia natal en mayo de 2020 con 86 años. Una década antes, cuando nos aprestábamos a celebrar el bicentenario de la Revolución de Mayo, lo entrevistamos para la revista ANÁLISIS y dejó reflexiones ineludibles para comprender la Argentina y Entre Ríos, desde la perspectiva de un lector agudo de la realidad, con militancia en la Democracia Cristiana en su juventud. Apuntó, entonces: “Lo prioritario será iniciar la salida del sistema neoliberal de dominación que se instauró desde Martínez de Hoz y que continuamos. Y a esa faena la debemos comenzar sustituyendo sin demoras el asistencialismo por el trabajo genuino y fecundo. Ya es irremediable que el bicentenario nos encuentre como un pueblo de asistenciados”.

La nota se tituló “El último fiscal”, bajo la volanta “Los desvelos y los sueños del abogado que hizo transpirar al poder corrupto”. Aquí el texto completo fechado en 2009:

 

El último fiscal

 

Al cumplir 76 años Oscar Rovira aceptó una entrevista extensa con ANÁLISIS y opinó que el Bicentenario encontrará a la Argentina en desintegración. El notable combatiente contra la corrupción enquistada en la provincia dio cuenta de un oscuro panorama y reveló que se afilió a un nuevo partido político que le genera expectativas. El diálogo derivó por el radicalismo, el peronismo, los democristianos, su propio “programa” político, y el concordiense no eludió respuestas sobre el mejor gobernador de la provincia, el complejo origen del robo y las miserias en el estado entrerriano con participación de los tres poderes, y el funcionamiento corporativo de Diputados que impidió conocer mejor al gobernador Sergio Urribarri. Para Rovira, en la Argentina falta escribir “la patria delincuente”.

Oscar Rovira cumple 76 años. Nació un 19 de noviembre de 1933 en Concordia, donde vive hoy con su familia, y asumió en su vida intensas responsabilidades en la política y la justicia. Por algunas, como la titularidad de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas –FÍA- de la provincia, todavía hoy está pagando algunas consecuencias: defenderse en causas civiles y penales que los propios denunciados le iniciaron.

Circunscripto en los últimos años al rol de denunciante contra la grave matriz corrupta que asoló a Entre Ríos, por su actuación al frente de la FÍA, y por sus severas arremetidas contra los hombres más poderosos del partidismo en Entre Ríos (principalmente Jorge Busti y Sergio Montiel), muchos ignoran sus hondos compromisos políticos con las causas nacionales y suramericanas.

En un extenso diálogo con ANÁLISIS, Rovira aplaudió el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen. Celebró la Constitución de 1949 y el primer gobierno de Juan Perón. Puntualizó el origen de la ruina de Perón y la violencia. Valoró el pensamiento social cristiano y fustigó, en cambio, los errores históricos de los democristianos. Luego admitió que está afiliado a un partido nuevo encabezado por un peronista histórico. Y reconoció que él estuvo enrolado en la oposición cuando Entre Ríos conoció al mejor gobernador de las últimas décadas, un radical.

 

Avivar las llamas

 

¿Qué le dice el Bicentenario que se avecina?

En esto de los calendarios, el que nos dejó lindas palabras fue Hernández: El tiempo sólo es tardanza de lo que está por venir, ¿se acuerda?.. En los últimos cincuenta años hemos venido dejando pasar los soles del 25. Tampoco recuerdo que alguno de los que mandaron haya pegado un grito, un soplido, para avivar la llama de la independencia. Los que encendieron esas llamas sí sabían lo que hacían. Claro, no eran todos los que estaban. Hay algunas cosas, que me dicen de este país nuestro. Los doscientos años que se nos vienen nos van a encontrar en el trillado sendero de profunda desintegración social, por ahí nos vamos deslizando. Este es un país joven, pero hay veces que también siendo joven se muere envejecido.

No oculta su pesimismo.
Advertir una realidad que se advierte implica esperar una reacción, y le aseguro que conservo la esperanza. 

—¿Qué logramos y qué nos falta?

No es simple la cosa, y yo no soy historiador, ni politólogo… Los que lograron mucho fueron aquellos del primer 25. Abrieron el sur de la América a la causa de la libertad de los pueblos y dejaron afirmadas las bases de una república independiente. Fíjese que ninguno de ellos murió rico, ni siquiera holgado, fueron muy escasos los que tuvieron una muerte dulce, en su tierra, rodeados de sus paisanos. Y el país creció. Desgajado y empobrecido por errores, egoísmos, rivalidades, pero creció. Se abrieron caminos, se fundaron ciudades, se levantaron escuelas. Nos trazaron los ferrocarriles, nos abrieron los ríos a la libre navegación de ellos, el criollaje trabajó y vivió como pudo… Ocultaron esa llama encendida y la pobre se opacó.

 

Yrigoyen y el primer Perón

 

—Se fue apagando.

Si tuviera que decirlo en dos nombres: la mediocridad y la vileza de los Rivadavia pudo más que la grandeza de San Martín. 

—¿Volvieron esos valores alguna vez?

Se dieron dos momentos con Yrigoyen en su primera presidencia y con Perón del 45 hasta alrededores del 50. De Yrigoyen hablo de mentas, por lecturas, tradición oral. Lo de Perón lo viví muy de cerca, y más tarde comprendí su real dimensión. Esa vez las cosas vinieron en serio: el desarrollo industrial se inició junto con condiciones laborales hasta entonces no conocidas. Esas conquistas no fueron estorbo, ni desalentaron inversiones. En el ámbito rural, con un solo decreto, que se aplicó bien y de inmediato en todo el país, se hicieron realidad los reclamos que cinco lustros antes se habían acallado en la Patagonia, con fusilamientos. Muchas de las quejas de la época nacían del hecho de que lo resuelto y mandado se cumplía sin vueltas. Hasta con la eterna plaga de la langosta terminaron así. Con la inteligencia y dedicación del ministro don Miguel Miranda se compraron los ferrocarriles y se creó la flota mercante del estado. Por primera vez un embarque de carne argentina llegó al puerto de Londres en un buque de bandera nacional. Así se cumplía aquello de que “el país que transporta es el país que vende”, dicho unos ciento cuarenta años antes en la inauguración de la Escuela de Náutica. Esa institución fue fundada a iniciativa del entonces Secretario del Consulado, Manuel Belgrano.

—Y con Perón, los “cabecitas”.

Los cambios sociales no se aceptan con facilidad; lo que la gente “principal” de Buenos Aires veía como la invasión de los “cabecitas negras”, era un pueblo feliz  que gozaba de espectáculos y lugares que hasta poco antes se tenían por cotos reservados a ricos y pitucos porteños. La gente con trabajo seguro, cinturón bien provisto, la familia fructífera y cobijada bajo buenos techos. Conocí peones de campo que se animaron a abandonar sus ranchadas y que en el curso de una generación vieron a sus hijos egresar de la Universidad de Buenos Aires: “¡Y qué me contás del dotorcito, che!; pensaste que éste no daba más que pa´ boyero....”.

 

La deserción de Perón

 

—¿Por qué diferencia ese primer gobierno de Perón?

Es que ya en el acceso a su segunda presidencia, siempre a mi ver, claro, y no juzgo intenciones, se produjo lo que llamo la deserción de Perón de la causa nacional. Lo evidencia el oscuro manejo de contratos petroleros, aún contrariando las expresas normas constitucionales impuestas bajo su gobierno; el alejamiento de colaboradores valiosos como Miranda, el apartamiento definitivo del grupo de Forja, los negociados en una institución de la importancia del IAPI, la exacerbación de su inútil autoritarismo.

—Y la caída.

Vino la caída, el exilio, y luego su obcecación de no dejar gobernar a nadie, tampoco a los gobiernos civiles de Frondizi, de Íllia, de Cámpora, cada uno bien distinto por cierto, pero que apuntaban seriamente al desarrollo nacional. Luego su regreso, preso de sus errores, de sus contradicciones y de sus sucesores. No faltó ya nada para el terror, el horror, la alienación. ¿Para qué América destruyeron, robaron, torturaron, asesinaron?

—¿Para quién?

Son preguntas. ¿Para qué paisanos? ¿Para la libertad, la igualdad, la solidaridad de quiénes y con quiénes?

¿Usted ve tantos responsables políticos, civiles como militares?

Si se refiere a los responsables del lanzamiento del terrorismo y de la represión de la guerrilla creo en la sinrazón de unos y otros.

Bueno, después se fueron desgranando las esperanzas, con prolongados vacíos de poder legítimo. La indolencia, la mediocridad, la declarada sumisión a los “altos” intereses de sus partidos, de sus grupos y de sus intereses propios. Con las miras puestas, eso sí, en las elecciones que cada vez son más avecinadas por las mayores exigencias de participación de clientes y de punteros.

—¿Cómo califica a ese poder?

Poder vacío de contenido, ausencia de autoridad. Se orienta a la satisfacción de intereses sectarios, ni siquiera sectoriales. Ninguno de esos vacíos deja de llenarse. Lo van a llenar inevitablemente los codiciosos, de afuera o de adentro. A esta altura de la globalización ya es difícil distinguirlos. Si el presidente o la presidente le entrega la explotación del juego “lícito” a Cristóbal López o la explotación del petróleo a Esquenazi, por ejemplo, digo, ¿vamos a decir que lo pone en manos de argentinos? Yo nunca vi S.A.C.I.F.I.A con banderitas; cuando nuestro profesor de derecho comercial nos explicaba el tema decía “reputadas argentinas”, y se sonreía.

¿Las banderitas?

Nunca entendí ni acepté que una sociedad de capital tenga nacionalidad, ese es un atributo propio de personas físicas. Con mayor razón cuando generalmente no es posible saber quién dispone realmente del efectivo. Jauretche lo explicó mejor: “decimos que hay democracia cuando el que gobierna es el pueblo; cuando el pueblo no gobierna, las Instituciones son las alcahuetas de la entrega”. Nosotros entregamos todo: los ferrocarriles, la flota mercante del estado, la marítima y la fluvial, los caminos; a los puertos los regalamos, menos Puerto Madero, porque a ese lo vendieron muy caro Menem y Grosso. El petróleo, las minas de plata y oro, y entre otras cosas estamos entregando ahora la tierra y el agua a los extranjeros. Y ahora todavía me pregunta qué nos falta lograr…

 

Asistencialismo por trabajo

 

—Le cambio la pregunta, ¿qué debemos esperar o hacer, con vistas al Bicentenario?

Retornar a nuestra fuente. La concepción de la independencia americana en la que nos insertamos es la libertad, la igualdad y la solidaridad de los pueblos libres. Lo prioritario entonces será iniciar la salida del sistema neoliberal de dominación que se instauró desde Martínez de Hoz y que continuamos. Y a esa faena la debemos comenzar sustituyendo sin demoras el asistencialismo por el trabajo genuino y fecundo. Ya es irremediable que el bicentenario nos encuentre como un pueblo de asistenciados.

—Panorama gris tirando a oscuro.

No es pesimismo, es una realidad que se nos presenta de continuo. Observe que, salvo los pocos grupos heroicos que resisten, ya no se brega por mejorar condiciones de trabajo, ni siquiera por trabajo. La asistencia social es útil cuando tiene por fin superar emergencias ocasionales, eventualidades imprevistas. El asistencialismo argentino es la más perversa herramienta de estrategia electoral, montada sobre la marginalidad que no deja de producir el sistema económico neoliberal. Por eso no se esfuerzan en abandonarlo. Una vez le escuché decir a una señora: “Yo siempre me preguntaba: ¿pero, por qué nos dan chapas para el techo de cartón alquitranado si a los dos años hay que cambiarlas? Después me di cuenta…, cada dos años hay elecciones”. Eso me lo dijo en un asentamiento de carenciados en Concordia cuando andábamos buscando (infructuosamente) las viviendas que debieron haber hecho con siete millones de dólares en ATN… pero ¿para qué vamos a hablar de estas cosas?, a ver si además de pesimista me dice que soy un amargo.

 

Los nidos de la corrupción

 

Para Rovira hay poco celebrar en el bicentenario, pero sus expectativas están puestas de aquí en adelante. “Con miras al tricentenario, debemos ocuparnos de la salud, del seguro de salud y de los hospitales públicos de excelencia. Así lograremos erradicar las mezquinas obras sociales gerenciadas por sindicalistas millonarios y la medicina como comercio”.

“Debemos seguir con la educación que merece la calidad de nuestro pueblo, para volver a la búsqueda desinteresada y generosa de la verdad en  centros universitarios. Tenemos que comenzar a construir el tricentenario, desterrando los vicios que nos impiden ser libres”.

—¿Los gobernantes son peores que los gobernados en la Argentina?

Claro que son peores. Se lo contesto de una, Tirso. Se escribió “La patria financiera”, creo que también “La patria contratista”, a “La patria delincuente” sólo falta escribirla.

—¿Se anima a pensar un decálogo de prioridades para los entrerrianos?

Me superan los decálogos. Creo que los entrerrianos debemos cuidar el aire, la tierra y el agua. Somos como ninguna la tierra del agua, que fue fértil, clara y pura, podemos ser los primeros en los productos naturales que el mundo empieza a demandar.

—¿Usted sabía a qué se enfrentaba como Fiscal de Investigaciones Administrativa?

Sabía que iba a encontrarme con mucha corrupción pública, pero no imaginé dos situaciones principales que sí me sorprendieron: una, que la corrupción no consiste en algunos, pocos ni muchos casos aislados, sino que es un sistema de gobierno, al que concurren a participar integrantes de los tres poderes del estado; la otra, que los mismos que se aprestaban a gobernar y aprobaban el proyecto de creación de una fiscalía de esa naturaleza y me propusieron llevarla adelante, estaban dispuestos a seguir aquel mismo sistema, aunque no incluyo en esta afirmación a todos los radicales por supuesto.

—¿En algún momento se ilusionó de poder quebrar la corrupción?

Sí, cuanto menos en que íbamos a iniciar  su desarticulación como sistema.

—¿De qué sirvió su gestión en la FÍA?

Las más de ochenta denuncias penales que el pequeño grupo al que quedamos reducidos elaboró y fundó cuidadosamente, pusieron de manifiesto una realidad que hasta ahora no se olvida, por lo menos del todo, pero también es cierto que ya hace tiempo ha dejado de valorarse.

 —¿Llegó a los nidos de la corrupción, o sólo destapó por arriba?

Claro que llegamos a los nidos de la corrupción sistemática. Un ejemplo: la Cámara de Diputados había sido, lo era entonces, y probablemente siga siendo, un escandaloso nido de corrupción. Demostramos que parte de la financiación de la actividad partidaria tenía allí su fuente; es destacable cómo en cambio el Senado de la provincia, advertido de esa realidad y por la firme decisión principalmente del senador Jorge Campos y del Vicegobernador (Edelmiro) Pauletti, mediante una simple resolución desarticularon toda posibilidad en esa Cámara, cuanto menos en lo referente a subsidios. 

—¿Y los jueces ayudaban?

El juez Barbagelata pudo desvincular al actual gobernador Urribarri simplemente porque en la Cámara de Diputados, presidida por radicales, desapareció la documentación original de la que nos habían entregado fotocopias; por supuesto que ni el juez ni el fiscal entendieron que era su obligación saber quién era el responsable de la desaparición. Recuerde que la FIA puso de manifiesto cómo se maniobraba con la provisión a los comedores escolares, se trataba de los primeros “planes” asistenciales que luego se perfeccionarán en lo que es hoy el asistencialismo de que le hablé antes. El escándalo de los ATN, varios de ellos denunciados por la FIA y desestimados en la justicia de instrucción entrerriana, son motivos de causas penales que siguen activas en la Justicia Federal en Buenos Aires. Tenga la seguridad, Tirso, de que se caló muy profundo.

—¿Se arrepiente de haber hablado de más alguna vez, generando sospechas por ejemplo sobre personas inocentes?

Si me diera cuenta que lo hice me apresuraría a decirlo. Si se trata de la FIA creo que habría sido imposible; eran varias las personas que estudiaban cada denuncia antes de hacerla.

 

La provincia verde

 

—Cuéntenos un sueño sobre Suramérica, la Argentina, Entre Ríos.

No se derramará más sangre en América del Sur, será el continente de la solidaridad, se detendrá para siempre la tala de los bosques. Los argentinos no discutimos, nos escuchamos y construimos, vivimos prósperos, en solidaridad con todos los países, en lo nuestro, con lo nuestro y de lo nuestro. En Entre Ríos nos decidimos y cerramos todos los casinos, ¡ahora son escuelas y escenarios de teatro y música! El agua de los ríos y arroyos fluye y refluye, la provincia luce tan eternamente verde como la muestra el satélite. 

 

Volver al ‘49

 

—¿Está dispuesto a encarar nuevas luchas políticas, o prefiere jubilarse?

Desde siempre me animó la política, aún en mis veintisiete años de juez no hice otra cosa que la más difícil de las faenas políticas, tratar de lograr lo más justo en esa concreta relación humana que es cada caso judicial. Hoy no ocuparía un cargo público, pero me interesa analizar en profundidad las cuestiones sociales de la época, encontrar soluciones para algunos de esos problemas que nos aquejan, y estoy afiliado al Proyecto Sur y tengo esperanzas en ese movimiento con Solanas, Lozano, Argumedo, un equipo con mensajes muy claros.

—¿Podría decir, como un conocido político, ¡tengo un plan!?

No tengo ningún plan, pero tengo un programa: la íntegra aplicación de los artículos 39 y 40 de la Constitución Nacional de 1949.

Como se recordará, estos y otros artículos son los más combatidos por la oligarquía argentina. Hablan de un estado muy presente, interventor, establecen que la propiedad no es absoluta sino que tiene obligaciones sociales, que el estado puede resolver sobre el uso de la tierra; brinda posibilidades de propiedad a los peones y arrendatarios, estatiza riquezas minerales, petroleras, gasíferas, fuentes de energía, y las importaciones y exportaciones; combate los monopolios privados y la usura.

Eso lo hace fuertemente peronista.

Es la doctrina social que se viene sosteniendo desde antes de Perón, y es la que sostuvo el pensamiento nacional no peronista también. Hoy veo a Perón en la historia, y comprendo el valor de esa Constitución del 49, como instrumento legal de transformación de un país. Lo que pasa es que él mismo la defraudó, lo que provocó el alejamiento de Miranda, de Jauretche. Pino es un peronista histórico, y hace honor a los artículos de la Constitución del ’49.

—¿Qué hay que hacer en Entre Ríos para gobernar con transparencia y honestidad?

Juntarse con cien personas capaces y alertas que estén dispuestas a hacerlo. Nada más.

—Qué decisiones positivas podría destacar, de algún gobierno de los últimas décadas en Entre Ríos?

El mejor gobierno de Entre Ríos, desde que estuve en edad de entenderlos, claro, fue el de Carlos Contín, 1960 al 63. Fui diputado opositor en ese tiempo, por la democracia cristiana, desde allí lo critiqué y tuvimos fuertes enfrentamientos. Pero Contín fue un gran administrador, su gestión austera y honesta. Le dio el gran impulso al túnel subfluvial que se costeaba con impuestos provinciales extraordinarios, nadie pudo decir que se gastó un centavo demás, que se favoreció a alguien o que se hizo un nombramiento inútil. Lo poco que podía disponer lo invirtió en la construcción de escuelas rurales, en maquinaria para las  colonias agrícolas, en algunos tramos de caminos.

—¿Y las peores decisiones, por sus consecuencias, durante los últimos gobiernos?

La pésima gestión del Banco de Entre Ríos comenzada en el primer gobierno de Montiel y que lo llevó al borde de la situación crítica. En el posterior gobierno de Moine faltó la vocación política de mantener la institución que podía servir de palanca del desarrollo regional, entró la fiebre privatizadora y el exitismo liberal y lo desguazaron mal. La adhesión sin reservas al llamado pacto fiscal en los inicios del gobierno de Menem, que significó perder la iniciativa y el control de buena parte de recursos genuinamente provinciales y una real declinación de federalismo. Como contrapartida, está bien destacarlo, les permitiría participar del festín incontrolado de los ATN, manejados con impudicia compartida con el  Ministro Corach.  La introducción y luego el fomento del juego de azar en todo el territorio provincial, en manos privadas y con máquinas tragamonedas, que implicó nada menos que entregar al pobre en manos de las mafias dedicadas a ese rastrillaje del dinero. La inició Busti en Gualeguaychú, y la extendió Montiel en su segundo gobierno...  

—Algunos de los políticos a quienes usted denunció, lo acusaron de haber “colaborado” con gobiernos de facto porque fue juez en lo civil y comercial, ¿qué les responde?

En esa acusación que agitaron siempre y de la que se hacían eco los medios, sin agregar otro razonamiento a lo que ninguno tenía, no se señala el menor hecho reprochable que pude haber cometido en veintisiete años de desempeño como juez, durante los cuales conté con el acuerdo prestado por dos senados provinciales. Ya me cansa seguir en lo mismo.

—¿Cuáles son los hechos, las situaciones o las personas que ponen en riesgo la democracia y la república en esta provincia?

La democracia formal no está en riesgo, aún cuando no rijan los principios ni se den las condiciones de hecho como para tener a este régimen, que está enderezado exclusivamente a la satisfacción de intereses particulares.

 

Arando en el mar

 

—¿Qué experiencia reciente, en Suramérica, le parece interesante explorar?

-Estamos asistiendo a un florecimiento de las consignas de independencia y un vuelco hacia lo social. Es el momento propicio para construir la unión solidaria de los pueblos de la América del Sur.

—Si pudiera elegir personas (sin contar su familia), con quienes brindar en el Bicentenario, ¿a quiénes elegiría?

-Brindaría por el tricentenario que comienza; iría a buscar y lo encontraría muy bien dispuesto a un muy querido amigo, el padre Ismael Dri, maestro y testimonio de la esperanza.  

—Y si pudiera retroceder en el tiempo y dialogar con uno de nuestros próceres?

Elegiría conversar con José Gervasio de Artigas, en su refugio de Curuguaty en el Paraguay. Creo que a mi admiración se suma la necesidad del gesto solidario, el verlo decenas de años solo, fuera de su tierra. Le preguntaría cómo se mantiene viva la esperanza arando en el mar.

—¿Qué libros cree que pueden ayudarnos a comprendernos como país, como región?

—Le digo lo que me sirvió a mí. En la historia argentina pude guiarme con confianza en la objetividad de Ernesto Palacio; sus dos tomos permiten profundizar con espíritu crítico en otras obras más extensas y sobre todo en monografías, en las que abundan buenos autores. Le debo mucho de la comprensión del país a Arturo Jauretche, especialmente al “Manual de Zonceras”, “El Mediopelo en la sociedad argentina” y “Los Profetas del Odio”. Para algunos episodios que marcaron nuestra historia contemporánea y son expresión de nuestros vicios son inestimables las investigaciones de Rodolfo Walsh en “Operación masacre” y “¿Quién mató a Rosendo?”, con su narrativa magistral; tiene además cuentos, casi novelas cortas como “Los oficios terrestres”, o “Cartas”, que nos diseñan a la perfección. Como región le confieso que nunca encontré fuentes a las que acudir, documentos desperdigados sí, pero muy difíciles de encontrar y de vincular. Los entrerrianos nos desconocemos entre nosotros mismos y desconocemos la provincia; es un déficit cultural. Yo envidiaba a mis primos y aprendí de ellos que iban a la primaria provincial, lo que era el Gualeguay, nuestros arroyos, las cuchillas y lomadas, cómo nos iba con el lino, qué problemas había con el algodón. En las escuelas entrerrianas, que hoy las tenemos de todos los niveles, organizaría un intercambio de manera que durante dos semanas de cada cuatrimestre, un alumno de la escuela de Feliciano fuera a  cursar a la de Paraná,  el de La  Paz a Paranacito, el de Villaguay a Federación, el de Concordia a Rosario del Tala. Se conocerían los chicos, las familias que los alojaran, los docentes, y terminaríamos todos más integrados y amigados.

—¿Qué libro aconseja para gozar simplemente de la literatura, para leerlo porque sí?

¡Felices los que gozan simplemente de la literatura! Que lea lo que le gusta y no lo inquiete y estará muy bien, ya sea Platero y yo o el Quijote. Pero además me permitiría recomendarle “Hambre” de Knuth Hamsun, “La historia de San Michele” de Axel Munthe. ¿Quién será el que no se divierta con “Los papeles del club Pickwick”,  de Dickens? Y también se divertirá mucho con “Triste, solitario y final” de nuestro Osvaldo Soriano. Y gozará del placer de la buena literatura si lo sigue leyendo a Soriano, también se va a divertir, pero se va a inquietar: “A sus plantas rendido un león”, “No habrá más penas ni olvido”, “Una sombra ya pronto serás”. En fin, si uno busca el placer de la buena literatura, que lea cualquiera de las obras de Vargas Llosa, pero si además no le importa inquietarse se lo recomiendo a  García Márquez.

 

 

 

OPINIÓN

FIA, la odiada

 

D.T.F.

 

Sólo el paso del tiempo permitirá calibrar los aportes de un organismo del Estado, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (junto a contados medios de prensa y escasos dirigentes), en la lucha contra la corrupción enquistada en los sectores más conspicuos del poder, en la provincia de Entre Ríos.

Y esos logros, muchos de ellos frenados por jueces, deberán adjudicarse en gran parte al esfuerzo de Oscar Rovira.

Los poderosos intentaron mellarlo hurgando en la historia personal de Rovira, o acorralándolo después en los estrados judiciales. Pero allí quedaron, expuestos ante los ojos del pueblo, los expedientes con los numerosos fraudes millonarios fruto de la connivencia de políticos y empresarios.

Así enfrentó con denuncias en los estrados judiciales (en algunos casos logró condenas, otras causas siguen) a dirigentes del justicialismo como Jorge Busti, Domingo Rossi, Abelardo Pacayut, Oscar Mori, Héctor Alanis, Mario Yedro, Marcelo Casaretto, Faustino Schiavoni, Emilio Castrillón y al gobernador actual, Sergio Urribarri.

También enfrentó a dirigentes del radicalismo, empezando por el gobernador de entonces, Sergio Montiel, en particular en una causa por el canje de deuda por ómnibus usados de la empresa San José, supuestamente sobrevaluados. Y siguiendo por ministros, legisladores.

Una vez liquidada la FÍA fue creada en su reemplazo una oficina anticorrupción que no cumplió ya funciones importantes de contralor e investigación. Como se recordará, la abogada personal de Busti, Claudia Mizawak, fue designada Fiscal de Estado y allí fueron a parar las abultadas carpetas de las denuncias. Luego, Mizawak fue nombrada Vocal del Superior Tribunal de Justicia. “Se estaba dando un frente de lucha, yo fui una baja en ese frente”, resumió Rovira.

Antes de ser el Fiscal entre 2000 y 2003, Oscar Rovira fue miembro del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires por el claustro de estudiantes, diputado provincial, Juez Civil y Comercial, vocal de la sala del trabajo de la Cámara de Apelaciones de Concordia.

 

 

Daniel Tirso Fiorotto. 2009. ANÁLISIS

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