Elisa Pacher asume riesgos del aula a cielo abierto en Paraná
La enseñanza hogareña vista desde la práctica, un enorme desafío que despierta adhesiones y recelos. Alternativas a la educación más difundida, en una experiencia familiar que asombra.//
Le mandamos un
mensaje a la profesora Elisa Pacher para sugerir una entrevista sobre sus
aportes literarios y sobre la enseñanza en casa, una vía no usual en estos
tiempos. Nos respondió desde el Parque San Martín: estaba junto a varios niños,
entre ellos sus hijos, participando de una visita guiada por el monte.
No nos sorprendió. Ya
sabíamos que homeschool, escuela en casa, que ella prefiere llamar “enseñanza
hogareña”, se caracteriza por salir de las cuatro paredes, cambiar el pizarrón
por la realidad misma.
Luego hablamos largo
y tendido de la experiencia familiar, que comparte con otras familias, todas
dispuestas a desplegar la educación en diversos ámbitos en vez de agotarse en
un aula. Nos expresó su certeza de que el clima de la educación es un ingrediente
sustancial, imprescindible, como lo pensó y divulgó hace un siglo la
educadora británica Charlotte Mason.
La escuela hogareña
muestra pros y contras, gente que la defiende y gente con reservas, pero en
cualquier caso significa un reto. Elisa Pacher asumió los riesgos y tiene mucho
para contar sobre los méritos de este método que despierta celos en algunos
sectores porque parece amenazar a la escuela común, cuando en verdad, mirada
desde otro ángulo, es un aporte complementario, una opción con fundamentos.
Ventana abierta
“Un método como éste
se vuelve restaurador y reconfortante frente a los desafíos que presenta la
educación hoy en día”, dice Elisa Pacher. “Los niños y jóvenes han dejado de
pensar por sí mismos, no saben, o no sabemos, observar el mundo que nos rodea,
‘hemos’ perdido la capacidad de asombro, por sobreestimulación de las
pantallas. Un pizarrón o una pantalla pueden ser instrumentos, pero nunca la
realidad misma”, afirma la docente de Paraná, que practica la enseñanza
hogareña con su esposo Augusto y sus cuatro hijos.
“Nuestra mejor
pizarra debe ser una ventana abierta. La manera mejor de combatir el
analfabetismo tiene que ser reunirse en familia para disfrutar de una lectura
en voz alta de un libro que nos conecte con lo bueno, bello y verdadero, que
sea deleitable, por su riqueza narrativa, y no empobrecido con adaptaciones que
subestiman nuestras capacidades. Pero hoy la familia está cercenada, y la
escuela se encuentra tantas veces ante el desafío de llenar esos vacíos. Los
docentes muchas veces viven esta misma realidad. Nuestros niños necesitan
crecer rodeados de buena música, que eduque el oído… La lista de aptitudes y
conocimientos que se aprenden estando mucho tiempo al aire libre, en contacto
con la naturaleza, se vuelve una lista exuberante”, sostiene.
Educación hogareña,
le llama, porque “tiene que ver más con el ambiente familiar. En casa sería
quedarnos entre cuatro paredes. Justamente esa es una de las grandes
diferencias con la educación en una escuela. Lo lindo de la educación hogareña
primero es que se da en un ambiente familiar. El vínculo entre padres e hijos
en el que los padres no somos maestros, somos como tutores, guías,
intermediarios de los chicos en su educación. Ellos van ganando autonomía,
los más grandes empiezan a elegir su propio rumbo, a organizar sus propias
materias. Toman vuelo ellos mismos. En cambio, en la escuela los chicos por
ahí están esperando que les den el tema, estudiar para el examen tal cosa;
rinden y listo, algo más estructurado. Otro tema importante de la educación
hogareña es que en el aula pasa mucho que el pizarrón es la ventana, o las
pantallas a veces. Eso hace que el conocimiento se quede como limitado a algo
artificial. En la educación hogareña el pizarrón vendría a ser una ventana abierta
a la realidad”, insiste.
Para la docente de
Paraná, los niños “muchas veces se encuentran con caricaturas de una vaca, un
caballo, un ser humano”, mientras que en los habituales paseos por la
naturaleza “tienen experiencias con las cosas mismas, las aves, los árboles, el
río, antes que con los símbolos de las cosas”.
Cerebro oxigenado
Elisa Pacher nombra a
varios referentes, pero principalmente a Charlotte Mason. Recuerda que esta
británica, con influencia en la educación a fines del siglo XIX y principios
del XX, “va por el dibujo realista que nos ayuda a encontrarnos con lo bueno,
bello y verdadero. Al estilo de Leonardo Da Vinci que aprendió ese método de
observación científica copiado de la naturaleza y dibujó el cuerpo humano que
hasta hoy día usan los médicos para el estudio de la medicina”.
Respecto del clima
necesario para el aprendizaje, Elisa recuerda: “Mason decía que la educación es
ambiente, disciplina y vida. En qué ambiente se educan los niños. Qué música
escuchan desde su más tierna infancia, que impregna los recuerdos, el cimiento
de sus vidas. Qué elementos culturales absorben en su más tierna infancia. El
ambiente es tan importante que los chicos aprenden del entorno en que viven.
Por eso es importante que tengan mucho contacto con la naturaleza, tengan cerca
un piano, una guitarra, un libro; dentro del hogar tratamos de crear ese
ambiente, que estén siempre a su alcance las cosas que despierten los buenos
hábitos”.
De ahí que las
visitas al monte sean una rutina en estos niños y jóvenes. Elisa Pacher resalta
estas cualidades positivas. “Charlotte Mason insistió mucho en que los
chicos estén al aire libre lo más que se pueda. Al aire libre aprenden un
montón. Ella proponía geografía al aire libre principalmente. Ciencia.
Paseos por la naturaleza. Ella decía lo que hoy también las neurociencias
podrían reforzar, decía que el cerebro necesita oxigenarse, al aire libre se
expande. Los niños necesitan gritar, correr, transpirar, rasparse, trepar
árboles, porque el cerebro se oxigena de esa manera, se predispone mejor para
el aprendizaje. En la escuela tradicional puede suceder que los chicos
permanezcan mucho tiempo encerrados, lo cual produce embotamiento, y que no
aprendan en verdad a pensar por sí mismos, simplemente copian y pegan”.
Combinar y elegir
Para Elisa Pacher, la
educación hogareña facilita la combinación de las materias. “En la escuela
secundaria aparecen las materias como compartimentos estancos, por un lado
historia, por otro geografía, lengua, música; si hay ejes temáticos, cuesta
integrar los contenidos, y a veces, ese intento resulta de una manera un poco
forzada. En la educación hogareña, mientras los chicos escuchan música clásica
de fondo, estamos haciendo una lectura de ‘La vuelta al mundo en 80 días’, y
nos dan ganas de explorar el país que tocó en este capítulo, conocer un poco, y
ya hablamos de música, geografía, literatura. Lo mismo cuando damos biografías,
conmemoraciones, estudiamos historia y geografía a la vez, los chicos
relacionan lo que vamos aprendiendo de una forma más integrada, y hacen lindas
presentaciones, se va despertando el asombro”.
Otro punto de
interés, según su experiencia, radica en que los estudiantes profundizan en lo
que más les gusta. “Por ahí la escuela tiene compartimentos, con poquito tiempo
para cumplir, un dibujo en artes visuales, música, son muy acotados los
contenidos; no por causa de los docentes, sino por la falta de tiempo y ciertas
estructuras. Los chicos tienen inglés capaz en la escuela, o música, pero si
realmente quieren aprender música o inglés o algún deporte tienen que ir a otro
lugar. Acá los chicos se pueden enfocar más de lleno en lo que les gusta. Es
impresionante. He visto chicos que han incursionado en este estilo de vida, que
aprenden piano, destrezas notables, incluso sin ir a una actividad extra
escolar. Tienen más tiempo de profundizar en lo que les apasiona. Y los
padres pueden relacionar esos contenidos con otras cosas. Desde este estilo
de vida, se busca educar en el asombro. El ocio es super importante, hoy en día
hay una mentalidad como que los chicos tienen que mantenerse todo el tiempo
ocupados. Mucha actividad, no se dan cuenta que el ocio bien entendido es
fundamental para el desarrollo y la salud mental de todos; nuestra cultura
lleva cada vez más al ritmo frenético”.
Por supuesto, las
dificultades no son pocas, para emprender este desafío se requieren fuerza de
voluntad y un acompañamiento. “En tiempos en que la familia está tan disgregada
para nosotros este estilo de vida es algo hermoso. Hace crecer a los chicos y
también nos ayuda a crecer a los papás, es un camino que emprendemos juntos. Lo
disfrutamos mucho aunque por ahí todo se haga a contracorriente. No es que lo
sepamos todo, es importante tener el criterio para guiar, y estamos rodeados de
personas que nos guían muy bien también”.
Sociabilidad
—¿Cómo garantizar la sociabilidad de los niños, las niñas, sin asistir a
las aulas?
—En primer lugar, es preciso desinstalarnos de la idea de que una
escuela sea garantía de sociabilidad o de sociabilidad sana. ¿Quién de
nosotros, cuando era niño, conoció profundamente a un compañero de clase
estando casi toda una mañana sentados uno al lado de otro, frente a un
pizarrón? Si así hubiese sido, ¿en qué oportunidades pudo haber conocido
profundamente a un compañero, o compartiendo momentos únicos e inolvidables?
¿En el encierro de un aula, donde la normativa es tomar asiento, guardar silencio,
escuchar, hablar solo cuando está pautado? ¿O en un contexto diferente, donde
pudieran correr, compartir la pasión de un deporte, trepar árboles, jugar
libremente? ¿Cuándo aprende una persona a compartir, a perdonar, a expresar lo
que siente, a abrirse y contar sus sentimientos, a dialogar? Puede que ello
suceda en la escuela, sí, pero, no es el único ambiente ni el ambiente por
excelencia. En un mundo donde existe el bulling, o modas que van en direcciones
distintas a las que uno quisiera a veces, por ejemplo, el uso de los celulares
y videojuegos que imponen cierta normativa social en la que quien no se suma
queda fuera… Se ve cada vez más frecuentemente en los recreos, a los niños
ensimismados en sus celulares…
—Imaginamos que en el camino deben encontrar no pocos obstáculos.
—Dificultades hay, como en cualquier circunstancia de la vida. La
primera es ir a contracorriente con el ritmo que lleva el mundo, donde hay que
trabajar mucho, y eso expulsa a las familias del hogar; las exigencias de una
sociedad del consumo y las crisis económicas parecen lanzar imperativamente a
los padres fuera del hogar. Frente a esto, quedarse en casa y dedicarse a los
hijos, arriesgando todo lo demás, puede convertirse en un acto heroico. Luego
aparecen otros desafíos como las tareas que competen principalmente a los
padres. En esto de ‘educar a nuestros hijos’ aprendemos mucho nosotros también,
los adultos. Pero tanta dicha nos trae al fin de cuentas... Cuando una familia
educa a sus hijos en el hogar y con métodos educativos diferentes a lo
convencional sigue ritmos diferentes a los estructurados por un Sistema. Esto
provoca que a veces parece que los chicos van más atrasados en unos aspectos o
‘demasiado adelantados’ en otros. Pero, a fin de cuentas, el resultado en
calidad siempre es mejor en múltiples aspectos… Se aprende a valorar más la
patria, la historia, a apreciar y valorar el entorno, a ‘amar’ lo que se
aprende, a disfrutar de aprender, a romper esquemas estructurados de
aprendizaje, a descubrir talentos y desarrollarlos al máximo.
Una novela, una editorial
Elisa Pacher tiene una voz privilegiada para la canción y canta a dúo
con su esposo, Augusto, en una banda llamada Vive, con composiciones propias.
Además publicó hace pocos meses el primer tomo de su primera novela, “La hija
de San Martín”, bajo el seudónimo Elizabeth Wise. La obra aparece en edición en
papel por la editorial UnoestuDios, que Elisa y su familia fundaron hace
años.
La editorial, la banda musical, la escuela hogareña, “persiguen un mismo
objetivo”, dice nuestra entrevistada. “Esa inquietud por transmitir algo bueno en la cultura,
mensajes de valores. Nosotros somos católicos y tenemos una sed de transmitir
aquello que nos ha hecho bien, que nos ha llenado el alma. Transmitirlo a
aquellos que puedan necesitarlo. Es el objetivo de todo lo que hacemos, siempre
detrás de dejar algo bueno dentro de lo que nos nace del corazón. Tanto a mí
como a mi esposo, que me ha ayudado, mi familia, mis hijos también, han sido el
sostén. Hemos sido un buen equipo, y se los agradezco”.
Le señalamos a la
autora ese mestizaje entre lo literario y la inquietud social que se observa en
su novela. “Creo que la escritura
es una forma de llegar al corazón y volver a despertar ciertos valores, cosas
que parecen dormidas, a veces perdidas, pero en el fondo están y solo necesitan
que alguien las despierte”.
Cuenta que sufría cierta angustia por problemas que observaba en la
educación, con impotencia. “La hija
de San Martín apareció de repente como producto de una necesidad; ella es como
que podría hacer lo que yo no pude. La literatura nos ayuda a reivindicar
algunas cosas, a sanarnos”.
Sobre la protagonista,
apunta Elisa: “en nuestra patria sentimos muchas veces que hace falta que venga
alguien que no tenga la necesidad de ser partidista político, sino simplemente
que quiera genuinamente el bien de la sociedad. ‘Seamos libres, lo demás no
importa nada’ (San Martín). Una cosa así. Venga con ese amor desinteresado por
la patria. Quise hacer nacer ese personaje que viniera a traernos ese aire
fresco que tanto necesitamos en nuestra patria”.
“Quizá no hablemos de
una sociedad distinta, sino de una sociedad renovada en su esencia. Es el
primer tomo de la obra, ‘Nace un plan libertador’. Ya el segundo tomo va
a ser ‘El Cruce de los Andes’, ojalá pueda concretarlo pronto, y ahí se
va a ver mucho más profundamente esa intención. Devolver a la gente lo
auténtico de sí misma. Lo que nos identifica como patria, lo que nos identifica
como personas. Aquello que en lo profundo buscamos pero no encontramos”.
Daniel
Tirso Fiorotto. UNO. Marzo 2024.-